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Para tí, mi eterno amigo

viernes, 31 de octubre de 2008
A tí, mi eterno amigo.
Para tí, donde te halles.

Para los gobernantes, los eclesiásticos y los educadores.
Para los niños que crecen inocentes y aún no saben de La Muerte.

¡Qué diferente sería El Mundo, qué distintas nuestras vidas!, si al ir creciendo nos hablaran de ésta etapa impredecible pero segura que es La Muerte.
Algo intrínseco y anexo a la persona.
Algo heredado de nuestra cualidad de ser vivo.

¡Qué difícil se nos hace presentirla, qué difícil asumirla!
Vivimos en la sociedad del consumo, del materialismo.
Nos medimos y comparamos por nuestro estatus, nuestro poder adquisitivo.
Y tarde nos damos cuenta, más bien los que se quedan, que de poco nos sirvió retener, adquirir y acaparar para El Otro Mundo.

Nuevas asignaturas como "Eduación para la ciudadanía"; "Educación Vial"; "Chino Mandarín"; "Informática"; "Internet";...todas ellas nos acompañarán en nuestras vidas pero, ninguna asignatura que nos prepare para La Otra Vida, para El Más Allá.

Sería ideal, aconstumbrarnos a La Muerte que nos viene impuesta nada más nacer.
Sería necesario enseñar y preparar para la ausencia, para el dolor; al igual que nos preocupamos por la enfermedad o la obesidad y se acude al médico o al gimnasio.

Es necesario ser justos, con nosotros mismos y con nuestros desdendientes, y acercar La Muerte a nuestras vidas para asimilarla sin miedo y poder recibirla sin tanta pena ni dolor.
Para asumirla con la misma naturalidad que llegamos a La Vida y así contemplar lo corto y efímero que podemos llegar a ser, tener, sentir o vivir , frente a la eternidad del Más Allá.


A tí, mi eterno amigo
A tí, mi eterno amigo.
A tí, que te fuíste sin decirme adiós para no partirme el alma.
A tí, que me robaste un pedacito de corazón y hoy habita en ti.

A tí, para tí, y para ése abrazo que hoy me falta.
A tí, para tí, y para los demás ausentes que dan orígen a éste Día sagrado y triste.
A tí, para tí, y para los vivos que sentimos vuestra ausencia.

¡Qué triste cuando se me desdibuja tu sonrisa!
¡Qué lástima que me faltes cada día!
¡Qué pena cuando necesito tu risa!

¡Qué bonito poder recordarte en éste Día!
¡Qué hermoso sentirte en mi vida!
¡Qué lindo seguir haciéndolo día a día!
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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