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Operación: Cuñada (21)

martes, 06 de septiembre de 2022
-Celebro oírte, que veo en ti una experiencia, un pragmatismo sensato. ¡Tienes que apuntarte para Carabanchel, para la Escuela de Transformación! Tú, con mando en plaza, ¿qué harías?
-Las cosas se hicieron mal por los políticos, desde un principio, pero esas ya no tienen remedio, pues nuestra Mar Pequeña, nuestro Agadir (1) es irrecuperable; y de conformarnos con estos acantilados, que nos los dieron a cambio, con cinco mil soldados al año, simplemente con mulas y carretillas ya lográbamos un espigón de atraque, más arriba o más abajo, donde el acantilado lo propiciase... ¿Es que no fue más difícil la muralla de Lugo, y eso que los romanos no disponían de dinamita, ni de camiones, ni de palas excavadoras? Este Territorio es un mal portaviones, con el inconveniente de que lo tenemos embarrancado, enclavado, accesible por todas partes. ¡Es el castillo más indefenso que nunca España tuvo! Y máxime si no se cuenta con una información fiable, con armas apropiadas, y con embajadores avispados...
Pero volviendo a lo de esas visitas tan imprevistas como inoportunas: Esos tipos, esos terroristas, con su disfraz de profesores coránicos a mí no me cuadran, que aquí paran poco, ¡y menos tenía que ser, que lo nuestro es de una complicidad muy visible y muy peligrosa! Luego que, o se me figura, o suelen coincidir con la llegada de barcos que traen mercancías para los mayores contrabandistas del África Occidental: té verde, azúcar de pilón, telas y aparatos de Hong-Kong..., ¡y quién sabe qué más! ¿Les abre alguien los sacos y las cajas? Mi esperanza, que no seguridad, es que no desembarquen armas automáticas, pero tampoco me fío de nuestros espías, que los tengo por miopes, ¡y eso a pesar de lo que papan! Van y vienen, ya digo, pero nunca entran, oficialmente se entiende, por los pasos fronterizos. Suelen cruzar por los montes, en particular por las vaguadas, cando vienen para refugiarse, que casualmente suele ser después de cada uno de esos atentados en la Zona francesa. ¿Vale en castellano...? ¡Es que si lo digo en gallego aún resultará más oscuro!
Felisa estaba callada, pero se sentía en la escuela:
-¡Oyes, eso que dices, según los pintas, funcionan como un contrabandista que se precie, con perdón de los nuestros; con la particularidad de que los nuestros sólo producen efectos, o séase, consecuencias fiscales!
Pero Carlos aún no terminara ya que se le pedía su disertación académica en aquel examen al que estaba sometido por un Teniente ¡de Academia!
-¡Pues, sí; en cierto modo! Andan de noche como los búhos, o como la Santa Compaña, pero en silencio, sin luces, envueltos en chilabas de lana, parduscas. Se supone que les acompañan de cerca, haciéndoles la descubierta, los enlaces que tengan aquí; ¡en cada casa, un compadre! En nuestra complicidad les ponemos en sus papeles de segunda identidad eso que dije, Profesor coránico...
-¿Y de cabila..., de cual ponéis que son? –Preguntó Pascual, que se pusiera a jugar con sus hijos, con los enredos que les tenía preparados su tía Felisa, pero seguía sin desmontar la antena.
-¡Cualquiera, pero ellos dicen que son de la del Mesti, casi todos! Yo tengo hablado con alguno, que incluso me gusta hacerlo, que se expresan de lo mejor, sea en castellano o en francés, y lo hacen sin apenas sincopar. Son chicos cultos, cultos y callados, pero no sueltan prenda de las cosas del Marruecos francés; ¡siempre insisten en que lo suyo es la medersa, las clases coránicas!
-Tenéis a Hamido, que es un buen traductor, para tirarles de la lengua... –Volvió a apuntar Pascual.
-¿Hamido? Ese, como dicen en Galicia, es un zorro macho! Los Jefes se fían mucho de él, pero yo algo menos, ¡por si acaso!
-¡Chicos, y a mí, que ningún moro me dice nada, nada de nada, por más que les pregunte! ¡De su ana manarf, "no sé nada", de eso no salen!
Su cuñado trató de justificárselo:
-Orlando, eso son las desventuras de ser oficial. Los moros temen, recelan, de los oficiales, digo, porque creen que, al ser estudiados, conocéis su lengua, tal y como la conoce la oficialidad francesa, pero que disimuláis para mejor espiarles. Desde aquello de Catalañazor esconden su tambor..., y precisamente en la culera!
-¡Aquí tenemos a Pascual, que es otro iniciado..., y ya no sé si pensar que vuelve la masonería, pero ahora, de abajo arriba! Tendré que pasarme por Zaragoza, y reclamarles a mis profesores..., ¡sus secretos de Estado!
-Entiendo que no te hará falta, cuñado, que más allá de lo dicho, nada sabemos ni tememos, pero la verdad es que aún no me topé con ningún moro que sea burro, lo que se entiende por rematadamente burro, que en ciertas cosas podrían darnos lecciones; de suyo natural, quiero decir, ¡pero de eso a estar formados, culturizados...! Dicen que en la Zona francesa van más adelantados, que incluso los hay con carrera, pero nosotros, como maestros, ¡ya veis! ¿O no es cierto, Carlos?
-¡Entiendo que sí! Y también estoy contigo en eso de que disimulan del clérigo imaginándose que sabe latín; disimulan delante del colonizador temiéndole a su poliglotismo. Ya sabréis ese dicho histórico de que, Inglaterra pega pero paga; Francia no paga pero pega; y por último, España, que ni paga ni pega. ¡Pienso que ni ellos mismos saben qué carta les conviene!
La velada se prolongó porque se sentían a gusto, grandes y chicos, hombres y mujeres, y luego que el tema era apasionante, de rabiosa actualidad, que en el pasado, en un pasado aún reciente, a ninguno de ellos se les hubiese ocurrido formularlo, así que el cafetito de Felisa y las copas de un excelente Veuve Clicquot, que lo llevara su hermana, les dieron cuerda sin fin, ¡para horas!
-¿Latín, dices? Por no saber, ni sabemos árabe, ni bérber, ni cherja... –Admitió el teniente, ¡y eso que era de Academia! –En Tiradores, fuera del Pater, que ese, además del latín, sabe ruso y algo de árabe, que siempre está de chau-chau con ellos, que incluso le llaman Faquih... ¡Ah!, que también está ese capitán que casó con una mora, allá por Tetuán... ¡Los demás, todos, patriotas absolutos! Como el chiste de aquel francés de Zaragoza, que tenía más de maño que de francés a fuer de no ejercitar el suyo... Me contó un apoderado de ese Banco Exterior de España que ellos contrataron un marino, uno que anda por ahí dando clases, para que los britanizase un poco, y cuando empezaron a entender algo, se dieron cuenta de que el marino lo que les estaba enseñando eran tacos, ¡tacos portuarios!
Pascual quiso amainar aquella confesión un tanto humillante de su cuñado:
-Orlando, es que la información le cumple a la Policía... ¡En Tiradores, lo nuestro es tirar..., con o sin diana!
-¡Siendo así, estamos buenos, que eso también lo hace un ciego! –El teniente seguía en su vena humilde, acaso hermanado por la fraternidad de aquellas libaciones- La información, en exclusiva, para la Policía; la Pagaduría del Gobierno es una caja de socorros para los Notables; de Alcalde, un comandante, y para eso, retirado; en Aduanas, un teniente de Oficinas Militares... ¡Si llega a venir por aquí alguno de mis caseros, y se entera de algo, es que se mea de risa! Hablando de incongruencias: ¿es cierto que el Hach Lahsen ben Tahar tiene un chofer canario, y que incluso lo utiliza para llevarle, con el coche, la cartera, cuando va al Banco?
-Cuñado, esa nueva ya es vieja, y por eso te informaré, yo mismo, que los he visto ayer, arriba, en el cuartel. ¡Por poco le tenemos que formar la Guardia, que el Hach entró por la principal, en su haiga, más engreído que el propio Gobernador! Sólo se dignó hablar con el Teniente Coronel Mayor...; ¡por cuestión de suministros, supongo! Si vieses su chofer, ese guanche, que tal parece retirado de un museo etnográfico, con guantes negros, traje gris y gorra de plato..., ¡de las del Ministerio!
Orlando, en su Olimpo de la nobleza:
-Digo yo que estos nativos, a los que llamamos o calificamos de Notables, algo aportarán si contienen, o anestesian, a su gente, a los harapientos o hambrientos de sus tribus respectivas...
-¡Que no, cuñado, que estos sólo adoran a Alá, su dios único, que no es el caso de tus caseros..., según cuentas de ellos!
En este punto de la sobremesa, el brigada, Louzao, llevado por el ambiente, ya se exteriorizó a tumba abierta:
-Escoltan a nuestro Caudillo, y no sólo en el Pardo...; ¡eso ya es mucho, que igual lo tenemos vivo gracias a sus morangos! Y de paso, le dan honras, que lucen tanto o más que aquellos alabarderos de la Guardia Real. ¡Ventajas de ser Rey, "por la gracia de Dios"!
Pero Pascual era más pragmático:
-Esas honras salen caras..., ¡que no hay Escolta que no tenga un pariente enchufado, desde Xauen a Villa Cisneros! ¡Anda que si algún día entramos en guerra, entonces va a resultar que enseñamos de todo a nuestros propios enemigos: a leer, a comer, a disparar, a mandar, a comerciar...
El resto de la velada, como se dice en los cuarteles, ¡Sin novedad! Así, sin novedad, transcurría la colonización española en unas fechas en las que todos los clarines de Occidente tocaban a descolonizar. Siempre rezagados, en todo tiempo y lugar, más o menos como nos pasara con la negritud, que la propia María Cristina siguió teniendo acciones en Cuba de empresas negreras cuando sus primos americanos ya se derritieran en una guerra civil marcadamente abolicionista.
...
La convivencia entre los oficiales "de academia", de cualquiera de las Armas y Cuerpos, con los de "cuchara", ni siquiera en las colonias fue comunicativa, digna y durable, pese a su uniformidad externa, de hábito, pero eso es un secreto militar, ¡otro! Al día siguiente de aquella celebración/reunión, inaugurando la casa - vivienda del matrimonio Neira-Diéguez...

NOTA:
1. Entonces se creía, y decía, que Santa Cruz de la Mar Pequeña era, estuviera, en Agadir; luego se localizó la auténtica, al Sur de Ifni, que es esta: Operación: Cuñada (21)
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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