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De Dios, la Patria y el Rey

lunes, 23 de mayo de 2022
Recuerdo de mi niñez que se oía cantar el himno carlista: "Por Dios, la patria y el rey lucharon nuestros padres..." y también que, en nuestra educación religiosa, el segundo mandamiento nos decía: "No tomarás el nombre de Dios en vano".

La vida nos va dando clases particulares todos los días y así lo axiomas se convierten en afirmaciones de dudosa veracidad, cuando no absurdas ideas que abocaron a las personas por derroteros trágicos y que, con la perspectiva actual, resultan falacias trasnochadas.

Dios ha sido históricamente el salvoconducto de mentirosos, explotadores, tramposos y fauna afín y lo han utilizado y utilizan para sus fines. Si lo hubiesen dejado en paz, cumplirían con ese mandato. Porque además, la vida es tangible y Dios no deja de ser una elucubración más, y hasta bien intencionada, del hombre. Yo creo en Él y lo deseo, si es el Amor. De lo contrario, mi mente no tiene la capacidad de comprenderlo.

En cuanto a la patria está ahí. Suena bien el nombre, pero a mi me parece que lo que llaman patria es una vez más el cortijo de unos cuantos potentados que manipulan cual marionetas a esos ilusos?, oportunistas?, protagonistas?... que llamamos diputados, y a los que suben y bajan siguiendo un guion establecido y caban retirando, para encumbrar a otros, dando una pensión generosa en una empresa. Para superar los trapos sucios siempre están los Villarejo de turno o la prensa tiralevita o subvencionada, que presume de veraz e independiente. En casos más complejos siempre se pueden usar sicarios que, al mejor estilo Putin, solucionan los problemas con las triquiñuelas más sofisticadas. Se suicidan, desaparecen, los atropella un coche... ¡como si fuese tan difícil! Y de la investigación ya se encargarán los subalternos.

Mi patria hace mucho que está ausente. Aquella que tenía una bandera blanca de paz, no de rendición; no de colores republicanos o nacionales que enfrentaron a hermanos; aquella que hablaba y solucionaba los problemas con diálogo y justicia; aquella que no usaba la palabra lucha por sus implicaciones bélicas, sino cambio para corregir la desigualdad; aquella que erradicaba palabras como pobre o rico para recuperar hermanos; aquella que animaba en el trabajo y lo ejemplarizaba con solidaridad; aquella que sonreía a la vida y nos unía en el camino para superar adversidades; aquella que educaba a la avaricia y le enseñaba el camino de la necesidad; aquella que nos abrazaba a todos sin distinción alguna. No, no está, la ando buscando con la misma ilusión que camina Diógenes.

Y del rey ¿que queréis que os diga? Todavía es emérito. Su barco lo define: Bribón. Y, a mayores, existe un diccionario básico en la boca de cada uno.

Así que, me lo van a permitir, conmigo que no cuenten para las guerras, me declaro insumiso. Lecciones que nos da la Historia.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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