¿Que pasó en las residencias de mayores?

Aun no ha terminado la pandemia. A pesar de los esfuerzos mediáticos del gobierno. España sigue sufriendo infectados, ingresos hospitalarios y muertes por el dichoso virus. Las mutaciones están a las puertas. La inmunidad por vacunas duran un tiempo. Después, volvemos a ser susceptibles de padecer la enfermedad. Es hasta posible que tras el verano tengamos que optar por una cuarta dosis de vacuna actualizada. Y lo más importante. Empiezan a aflorar estudios epidemiológicos de estos dos últimos años -morbilidad y mortalidad, así como secuelas y complicaciones- La Voz de Galicia ha publicado la relación de muertes por Concellos en Galicia durante los dos últimos años. La tasa de muertes por cada cien mil habitantes resulta una aproximación a valorar. Así en mi Concello de Cervo, aparecen 358 por cada cien mil habitantes, que es una cifra que impresiona, pues nos coloca en el cuarto lugar. Y al llegar a tal cifra relativa me asaltan varias preguntas. Edad de los fallecidos. Relación con la Residencia de Mayores sita en San Ciprián. Otras patologías anteriores al COVID.

Curiosamente, lo que en la primera etapa de la pandemia fue estado de alarma general y muy en especial para las residencias de mayores, con el paso del tiempo parece olvidado, aunque me consta que hay reclamaciones judiciales sobre lo acaecido en dichos equipamientos residenciales, que sufrieron los envites de la pandemia con escasez de medios, a veces con auxilio del ejército, y con ciertas restricciones para derivar sus pacientes a los hospitales, muy en especial a las UCIs.

Hace muchos años que algunos gestores publicamos sobre el espacio socio sanitario. Curar y cuidar, debían estar perfectamente coordinados. La asistencia sanitaria hospitalaria y primaria se completaban con los servicios y equipamientos sociales, al igual que con los programas de Educación Para la Salud, dando todo ello lugar a los planes anuales de objetivos sanimétricos, sin olvidar el creciente espacio de la salud mental.

Muy poco se hizo. Es más. La crisis económica con sus recortes, no aminoró el gasto de las nóminas funcionariales de políticos, asesores, contratados por Ayuntamientos y Diputaciones con fines electorales. Lo hizo con la enseñanza y la sanidad. Craso error, que lo hemos pagado en la pandemia.

Y de una manera muy cruel en las demandas propias del envejecimiento poblacional con la dependencia. Las familias han perdido a sus mayores y en muchos casos no saben lo que sucedió. Puede que en su momento las restricciones de movilidad sean justificación por prescripción epidemiológica. Pero ahora el derecho a la transparencia obliga tanto a disponer de informes completos como deben los parlamentos componer comisiones de investigación, aunque sólo sea para corregir los errores y las carencias del sistema. Se lo debemos a los ausentes. Una democracia no sólo investiga la corrupción, o la responsabilidad en los siniestros, también debe hacerlo sobre la suficiencia de nuestros espacios socio sanitarios, precisamente para garantizar a la ciudadanía el derecho al concepto integral de salud.