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Qué sapa, señor?

jueves, 04 de noviembre de 2021
¿Qué nos está pasando?

Cuando cayó el muro de Berlín muchos ilusos, yo uno de ellos, creyeron que la humanidad iba a entrar en un nuevo ciclo, más racional, más inteligente, más respetuoso. Pero parece que nos hemos equivocado.

Primero los chinos, tocando la cuerda de nuestra avaricia, nos convencieron de fabricar todo. Desde chinchetas hasta móviles, desde gatitos que mueven una patita hasta satélites. Era la maravilla, cualquiera podía entrar en "un chino" y por cuatro duros salir con una bolsa llena de cosas de dudosa utilidad que al poco tiempo terminaban en el contenedor de basura.

Con las redes sociales la gente empezó a ilusionarse en sacarse un selfie en la torre Eiffel, o en la puerta del Museo Picasso de Málaga o fotografiar unos tiburones cebados en una isla filipina. Todo para colgarlo inmediatamente en las redes y presumir de los likes envidiosos. Cada vez más viajeros con el el móvil, cada vez pasajes más baratos, cada vez más viajeros que agregaron el palito al móvil. Más tarde los chinos se avivaron que les salía más a cuenta coger un avión y comprar en Europa o Estados Unidos esos productos que se vendían a precio de oro en su país. Y cuando les mostraron los paraísos con playas desérticas y palmeras, se acabaron las playas desérticas y las palmeras.

Parece que la ciencia obsesionada con la física cuántica se olvidó de lo cotidiano. Y un día se piantó un virus loco que enloqueció al mundo, porque descubrimos que las simples mascarillas había que comprarlas en China, como los respiradores y todo lo que usamos en nuestra moderna vida. Y como todas esas cosas viajan en barco, un distraído capitán al intentar matar una mosca que lo molestaba, se le fue el timón y bloqueó el canal de Suez. Y se paró el mundo. Y se acabaron los microchips, sin los cuales ya somos incapaces de vivir.

Y aquí interviene Putin, que para mantener fuelle amenazó con cerrar un pelín la llave de gas y algunos integrantes del pelotón de ministros españoles recién se enteró que el gasoducto de Argelia pasa por Marruecos y estos dos países se llevan a las patadas desde hace décadas, y ya nos están preparando para volver al brasero y los candelabros. Pero eso sí, podremos encender el horno con el móvil, imprescindible adelanto, pero por la crisis energética, no va a funcionar ni el horno ni el móvil. De un día para otro los insignes líderes decidieron eliminar los combustibles fósiles porque una muchachita encendió pasiones y no tienen la más puñetera idea de cómo van a mover los barcos ni los aviones que nos traerán los móviles. Y los gatitos que mueven la patita. No descarto que volvamos a las velas, las de iluminar y las de navegar.

No hace mucho visité Madagascar (30 millones de habitantes) la mayor parte del país carece de luz eléctrica y agua corriente y cocinan con leña de eucalipto. En Etiopía (115 millones) vi sembrar con bueyes, cosechar con una hoz, la inmensa mayoría de sus habitantes nunca vio un tractor ni un ferrocarril y también cocinan con leña que la transportan en burros. Pero en ambos países todo el mundo se envía whatsapp y siguen a Messi en el móvil. Es como si se les hubiera parado el reloj y saltado la revolución industrial. Yo me pregunto si alguno de nuestros sesudos líderes que están salvando el planeta tienen idea de cómo es el mundo fuera de sus enmoquetados despachos. Qué sapa, señor?

Escuchando un CD de Julio Sosa (ya también evolucioné y reemplacé los casetes), me deleité con este tangazo de Discépolo, "¡Qué sapa, Señor!", escrito hace 80 años. Pavada de Nostradamus tuvimos en Buenos Aires. Juro que la letra no está tuneada.

La tierra está maldita
y el amor con gripe, en la cama.
La gente en guerra grita,
bulle, mata, rompe y brama.
Al hombre lo ha mareao
el humo al incendiar,
y ahora entreverao
no sabe dónde va.
Voltea lo que ve
por gusto de voltear,
pero sin convicción ni fe.

Hoy todo Dios se queja
y es que el hombre anda sin cueva,
volteó la casa vieja
antes de construir la nueva...
Creyó que era cuestión
de alzarse y nada más,
romper lo consagrao,
matar lo que adoró,
no vio que a su pesar
no estaba preparao
y él solo se enredó
al saltar.

¡Qué sapa, Señor...
que todo es demencia!...
Los chicos ya nacen
por correspondencia,
y asoman del sobre
sabiendo afanar...
Los reyes temblando
remueven el mazo
buscando un “yobaca”
para disparar,
y en medio del caos
que horroriza y espanta:
la paz está en yanta
¡Y el peso ha bajao!...

¿Qué sapa, Señor,
que ya no hay Borbones,
las minas se han puesto
peor que los varones;
y embrollan al hombre
que tira boleao;
lo ven errar lejos
a un dedo del sapo
y en vez de ayudarlo
lo dejan colgao?
Ya nadie comprende
si hay que ir al colegio
o habrá que cerrarlos
para mejorar...

Enrique Santos Discépolo (1931)


Andrés Montesanto, médico, escultor y escritor.
Montesanto, Andrés
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