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¿Afganistán a su suerte?

viernes, 03 de septiembre de 2021
Afganistn a su suerte? El Talibán regreso en gloria y majestad, este grupo armado ya controla la capital de Afganistán, Kabul, y pronto van a declarar el Emirato Islámico de Afganistán, su carta de navegación político-religiosa. Ciertamente una acción que pone nuevamente al país en manos de los radicalismos islámicos y del terrorismo, en tanto, cientos de miles de personas corren por sus vidas a países vecinos huyendo de un relato que ya conocieron. Los talibanes han retomado el control del país, casi 20 años después de perder su poder político y militar tras una compleja invasión liderada por EE.UU.

Tras tomar posiciones estratégicas en la totalidad del país, las milicias talibanes han ordenado a sus combatientes que se abstengan de protagonizar incidentes con la población, y que permitan el paso seguro a cualquiera que quiera irse de la capital, una situación que más parece un acto de propaganda que una realidad objetiva, en paralelo las milicias negocian con representantes del actual gobierno una suerte transición del poder, "lo que ellos llaman un trato justo en nombre de Alá".

En este escenario varias informaciones internacionales que citan a ex funcionarios afganos de alto nivel hablan de un éxodo masivo de colaboradores de los gobiernos bajo la tutela de Estados Unidos, el presidente Ashraf Ghani, fue de los primeros en salir huyendo junto el país junto con el vicepresidente Amrullah Saleh.
Es claro que Ghani desde su llegada al poder se ha visto sometido a una alta presión política, tanto interna como externa, las fuerzas gubernamentales no hicieron gran empeño en defender ni la capital, ni las principales ciudades del país, haciendo el terreno muy fácil para el avance talibán, naturalmente, la embestida talibán parece no solo bien organizada sino también bien armada y conducida con gran estrategia; muchos informes apuntan a que los militantes encontraron incluso poca resistencia en su avance hacia la capital, camino en el que fue clave la caída de la ciudad oriental de Jalalabad y luego de su capital Kabul.

Observadores de la ONU piden a los países vecinos de Afganistán que mantengan sus fronteras abiertas a medida que aumenta el número de civiles que se desplazan en el territorio huyendo del talibán.

Es así como veinte años después de que la invasión de Estados Unidos echara del poder a los talibanes, Afganistán vuelve a estar a merced de la milicia fundamentalista y de carácter mesiánico. Los insurgentes han rodeado al país, y Kabul nuevamente está en sus manos. Llama profundamente la atención como ingresaron desde todos los frentes sin gran resistencia, nuevamente las camionetas Toyota y las banderas del talibán se pasean por el país tras una ofensiva relámpago en la que conquistaron en dos semanas el 98% del territorio del país centroasiático.

Fuentes diplomáticas y medios locales apuntan a que Ali Ahmad Jalali, un antiguo ministro de Interior y académico que se formó en EE UU, podría encabezar un Ejecutivo interino de transición, aunque no está confirmado si los talibanes estarían de acuerdo, otros hablan de un califato con estricto sentido islámico radical, y tampoco está claro el rol de occidente y el desborde fronterizo de miles y miles en Pakistán, es obvio que esta situación representa un giro que hecha a la basura la intervención norteamericana y los avances en materia de derechos civiles del gobierno de Ghani, hoy evaporados.

Recordemos que en su anterior mandato los talibanes prohibieron la música, y los estudios de las mujeres y administraron el comercio de opio que les genero millonarias ganancias. Por lo pronto, decenas de miles de afganos han tenido que huir de sus hogares, y cientos de ellos han resultado muertos o heridos en las últimas semanas, cuanto soportara la región esta embestida y qué dirá occidente y también el Kremlin, este último, pues mira desde un palco muy cercano.

"Gastamos más de un billón de dólares en 20 años, entrenamos y equipamos a más de 300.000 fuerzas afganas. Necesitan unirse y defender su territorio. Tienen que luchar por sí mismos, por su nación", dijo Biden a periodistas en la Casa Blanca, cual poncio pilatos diría un analista con un sesgo de sarcasmo, las imágenes de personal estadounidense y europeos abandonando la capital y saturando su aeropuerto internacional contralado por el ejército de Estados Unidos, para muchos analistas esto recuerda las imagines de Saigón y la evidente derrota de la política de las franjas y las estrellas.

Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas instó a las partes afganas en conflicto a la "máxima moderación" y a "proteger" a los civiles, asunto poco viable de ocurrir, pues ya se reportan actos de venganza y acciones contra la población y militares afines al gobierno que salió al exilio, un dato curioso a este respecto es que las tropas afganas fueron equipadas durante estos últimos años con tecnología y equipamiento militar de punta. Además, esa superioridad no era solo cualitativa, sino también cuantitativa, ya que los cálculos más optimistas señalaban que los talibanes eran menos de 60.000 guerrilleros, en tanto, las tropas afganas preparadas por Estados Unidos tenían en sus filas a más de 300.000 hombres: una ventaja de cinco a uno.

Esta postal de lo que parecía una improbable derrota de las tropas norteamericanas y europeas se hizo realidad, y nos recordó a muchos la toma de Saigón en 1975, cuando la guerrilla de Vietnam del Norte derrotó a las Fuerzas Militares de Vietnam del Sur apoyadas por Estados Unidos y todos salieron huyendo.

Por esto la situación se parece mucho a un espejismo geopolítico, pues si observamos la superioridad aérea estadounidense y su tecnología militar de punta, y nos preguntamos por qué no se hizo uso de ésta para mantener a raya a los yihadistas cuando iniciaron su ofensiva estratégica. Según muchos analistas de inteligencia bastaba usar algunos drones y los bombarderos B-52 para ahuyentar a los insurgentes de los centros poblados y bases militares asediadas, que, dicho sea de paso, fueron abandonadas con armamento, helicópteros de observación, pertrechos militares y cajas y cajas de documentación. Como señalaron algunos analistas desde Washington no era inviable a propósito de la geografía del país, mayoritariamente desértica, una ofensiva aérea inteligente mediante drones de la Fuerza Aérea para dispersar a los insurgentes, pero nada de eso se hizo.

Una breve teoría a la luz de los patrones de inteligencia, es que, si observamos la última década, los oponentes de Estados Unidos y sus aliados han dejado de ser “el terrorismo y las insurgencias radicales”, como lo definió Bush tras los ataques del 11/09 en la llamada “guerra contra el terrorismo”. Bajo esta lógica, los enemigos se han redefinido mirando otra vez el realismo político, hay una tendencia, manifiestan muchos teóricos de las relaciones internacionales de poner rigurosa atención al manejo de la política exterior de los Estados. Atrás ha quedado la doctrina de la guerra asimétrica como principal objetivo de la política exterior norteamericana, surgida tras el fin de la Guerra Fría y consolidada después del 2001 como lo evidenciaron las intervenciones en militares de estados Unidos y sus socios de la OTAN. Es claro que el resurgimiento del poderío militar ruso, la emergencia de Irán e India como potencias regionales relevantes y, sobre todo, la emergencia de China como poder global cuyo sitial se mejoró notablemente bajo el influjo de la presente pandemia, llevan indudablemente a que Estados Unidos, una vez más, centre su doctrina militar y estrategias geopolíticas en la contención de Estados y no de movimientos armados irregulares, ya Trump había definido una hoja de ruta a este respecto.

Recordemos qué durante su último discurso público sobre Afganistán el presidente Biden defendió una y otra vez su decisión de retirar a los últimos soldados estadounidenses a más tardar el 31 de agosto del 2021, dejando un vacío de poder y confiando el destino del país a un gobierno y a los soldados afganos ahora derrotados y ahora perseguidos, dando oportunidades ciertas a la reinstauración de un sistema radical islámico.

Fue en 1994 que estas milicias se organizaron tomando el control del país, los talibanes estaban formados por ex combatientes de la resistencia afgana, conocidos colectivamente como muyahidines, hombres que lucharon contra las fuerzas invasoras soviéticas en la década de 1980 y que en ese contexto bipolar contaron con el apoyo y capacitación de la CIA y el ejército estadounidense. Asunto que les entregó una victoria territorial con el tiempo.

Luego su nuevo objetivo paso a ser político y religioso, dirigidos por clericós conservadores llamaron a la adopción obligatoria de la ley islámica en todo el país y con ello eliminar cualquier influencia extranjera.

Posteriormente a la captura de Kabul en 1996, la organización islamista con acento sunita estableció duras reglas y estrictos comportamientos sociales. Las mujeres tenían que cubrirse de la cabeza a los pies, no se les permitía estudiar ni trabajar y se les prohibía viajar solas, conducir, caminar sin la escolta de un varón y situaciones de esa naturaleza. Luego prohibieron la televisión, cualquier conexión con el exterior, la música y las fiestas no islámicas.

Ciertamente el colapso de Afganistán hoy por hoy es una historia ya repetida, la Casa Blanca tendrá que dar explicaciones y redefinir sus estrategias. Es claro que los talibanes de hoy son distintos a aquellos de los 90, pero la naturaleza ideológica es la misma, el mensaje de los talibanes sigue siendo intransigente y no muestra signos de reducir el nivel de violencia contra occidente. Naturalmente el reajuste de las piezas del tablero global este 2021 también se ha reacomodado, la crisis es parte de la naturaleza de la presente ola global, donde sus peones y los países se hacen más vulnerables, pero siempre las cosas no suceden por casualidad y veremos reacomodos políticos interesantes...

Recordemos que esta zona es caliente en polvorines el rol Irán no será indiferente, es lógico pensar que este centre gran parte de sus energías sobre su porosa frontera oriental, para lo cual requerirá mover parte de sus intereses de Siria e Irak, que actualmente se enfrentan a los intereses de Occidente en la región. Esos movimientos no solo se darán por los lados de Irán. También Rusia tendrá que movilizar recursos militares para proteger a Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, tres de sus aliados de la Comunidad de Estados Independientes, socios de Putin y que comparten frontera con Afganistán y dadas las circunstancias hoy quedan a merced del extremismo. Esto podría significar que Rusia tendrá menos posibilidades de seguir cooperando con el gobierno sirio, o tendrá que debilitar su presencia militar en las fronteras con los países de la OTAN en Europa, naturalmente un jugo de ajedrez de formato olímpico.

En cuanto al dragón asiático que comparte frontera deberá poner atención a las nuevas amenazas, para algunos analistas de inteligencia es muy probable que, en China, posiblemente resurja el movimiento islamista en los territorios Xining, lo que llevaría al gigante asiático a centrar su atención en las despobladas provincias occidentales, y con ello disminuya la idea de recuperar por ahora, a Taiwán por la vía militar. La necesidad de China será solucionar los problemas que surjan en su frontera occidental y todo indica que la amenaza del islamismo radical centrará parte de su atención.

Antonio Yelpi Aguilar, Presidente Fundación Global África Latina.
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