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¡Aquella pandilla... Ay!

martes, 02 de marzo de 2021
Para Pitusa, en la gloria de Cancio Mel

Querida Pitusa:

Podría escribir hoy, remedando a Neruda, aquello de "los versos más tristes esta noche", pero tu corazón, creo, requiere más el pañuelo de la Verónica para enjuagar tantos y felices años de amor.

Son momentos en que las almas se abrazan por encima de distancias y las emociones son sinceras y dolidas. Y es que Luis, el Prudente, el humilde y alegre contertulio, que yo conocí en compañía de Dodito ( Dodolino Trigo), Óscar ( Soto Loureiro) y mi padre, resultó ser siempre para mí y otra mucha gente, una persona encantadora. Servicial, atento, cariñoso y muchos otros adjetivos felices adornaban a una persona excelente.

Quiero que sepáis, tú y los vuestros, que unos de los mejores recuerdos de mi vida los viví disfrutando con ellos en aquellas tertulias de vinos que realizábamos en nuestras vacaciones por el Ríos, el Laurel...¡ cuanto echaré de menos aquella preciosa sonrisa de Cancio cuando, supongo que a mí, se me ocurría alguna "locura" sobre la sociedad! ¡Qué comprensión y generosidad escondían aquellos rostros! ¡Y qué feliz me hacía sentir al pensar que mi padre tenía tan buenos amigos!. ¡Como se querían y como se sentían unidos!. Lo veíamos todos.

La vida, el tiempo, la maldita guadaña... fue robándonos todo, nunca mejor dicho. Primero se fue Moncho Sindín, después mi padre, luego Dodito, ahora Cancio... Aguantamos Óscar y nosotros, pero ya somos viejos olmos, que diría Machado, sin hojas, desguazados, y aunque buscamos el cerne, nuestro corazón, lo vemos hecho jirones, cansado, desprotegido, propicio para las alimañas.

También resistiremos. Nuestro abrazo y el seguir compartiendo ilusiones nos dará fuerzas para el camino.

Por cierto, Pitusa, quizás no lo sabes, pero tú y Maricarmen Flores sois dos pilares muy valorados por mi para seguir mi lucha social. Gracias a vuestros esfuerzos, a vuestro aliento, en mis desánimos- siempre digo es que es como regar el desierto- me apoyo en personas como vosotras y sigo, dicho sea con todo el respeto y humildad, camino del Gólgota particular.

Por ello, aún así, es necesario, Pitusa, que no se marchite la flor de tu sonrisa, que la sigamos regando con nuestro sincero afecto, que la vivifiquemos, y arreglar así nuestro maltrecho corazón.

Vive con la alegría de haber disfrutado de un gran hombre, de un tierno fillo do Valadouro, de un discreto y culto marido, de un ejemplar padre y de aquel contertulio mío del que guardo mis mejores recuerdos.

Abrazos para todos y siempre contigo, Pitusa.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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