Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

¿Somos tontos?

viernes, 05 de febrero de 2021
A mis amigos Ánxeles e Jesús Oural con fondoso agarimo

Hasta que llegó la pandemia, pensaba que lo que me ocurría a mí era mala suerte. Creía que debo de tener insertado un imán para que cualquier conocido me largue una conferencia de lo más insustancial, repase el curriculum de su hijo buscando mi aprobación, me cuente el último viaje a donde sea o me dé un mitin político. Hasta los hay más osados que se atreven a juzgarme para insinuarme, o quizás hasta insultarme, con aquel socorrido: “No te parezca mal” .

Con tanta lección, aprendí a desconectar y asentir sin saber lo que me dicen. Lo que antes decíamos darles la razón como a los locos. ¿ Qué coño me preocupan a mí sus presunciones? ¿ A dónde pretenden llegar con sus posicionamientos ideológicos, si muchas veces son incoherentes, o simplemente tratan de justificarme su voto? Si yo soy sólo un pobre mártir vuestro que sólo os sirve para alimentar vuestra ganas de presumir y no trato de convencer a nadie para que cambie a un golfo por otro? Si aún fuera por uno decente...

Pues bien, a mi la pandemia, que dicho de paso, maldita sea la hora en que llegó, me recluyó en mis reflexiones y me permite observar la vida desde el confinamiento y, como consecuencia de ello, comprobé que la cantidad de tontos que nos rodeaban creció exponencialmente. Jamás creí que hubiese un número tan alto de bobos, imbéciles, cretinos y demás sinónimos.

Y lo peor es que esa generación de lumbreras son hijos de aquellos que me cuentan a mi sus triunfos. Evidentemente, entre tantos dioses, viven chavales tan encomiables como los hijos de mis amigos, a los que dedico este artículo. Son parte de las excepciones.

Porque sabía que muchos presuntuosos genios de los nuevos tiempos, con sus carreras y másters, se han subido a los pedestales de la vanidad y viven ajenos a la realidad, sumergidos en el postureo, como si la serena humildad, la modesta filosofía, los principios y la preocupación social ... fuesen unas antiguallas para los que viven en el paraíso de la soberbia. Y del dinero. Porque hoy, con estos pobres e incompetentes paladines, endiosados con su tecnología, sus redes sociales y su narcisismo consumista, han perdido no ya el norte, sino los puntos cardinales. Esta gente, despectiva e intransigente con los demás, porque son altivos, agarran el tiempo con fruición, pensado que han conquistado ya el futuro, olvidando la prudencia y despreciando la constancia y el esfuerzo, si es que alguna vez llegaron a conocerlos.

Esto a mi me lleva a recordar la actitud ejemplar de muchos maestros o profesores, que con suma sencillez y disfrutando de su trabajo, nos acercaban a las cosas más esenciales para la vida como el respeto, el trabajo metódico, el valor del saber por si mismo, por encima de notas y elogios, nos decían que el dinero sólo era el becerro de oro y había infinidad de cosas mucho más valiosas...

Hace unos años tuve la fortuna de asistir a una gran reunión de aquellos antiguos compañeros, entre los que se encontraban gentes que hoy son figuras señeras de la cultura gallega y me llamó la atención la humildad y fraternidad entre sus miembros, unos famosos catedráticos, y otros dignos campesinos. Allí nadie resaltaba por su posición social, muy al contrario, se imponía la amistad por encima de boinas o birretes. Y si alguno mostraba cierta altanería intelectual, rápidamente, al ver a sus compañeros, recogía velas. Y es que no está el patio para tanta estupidez.

Cualquiera que lea esto y vea que comienzo diciendo que hoy hay una enorme cantidad de idiotas, puede también pensar que mi planteamiento inicial es desde cierta atalaya intelectual, pero se equivoca de medio a medio. No, ni subo ningún peldaño, ni soy un intelectual en el sentido estricto de ser una persona muy culta, no. Sólo soy un observador de la vida y encuentro un panorama en el que hay tantos tontos que algunos hasta tienen alas. ¡ También se las había puesto Ícaro!. Quizás ese sea el problema, que sobran alas y falta reflexión. Quizás los papás, en vez de comprar másteres- ¡qué bien juegan los listos con la vanidad de la gente!-, debieran enseñar otras cosas mucho más formativas y profundas que tanta estupidez. Porque, quedan avisados, para la estupidez no hay vacuna.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES