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Sólo pensando un poco

lunes, 05 de octubre de 2020
Sólo pensando un poco y viendo la realidad, podemos observar que el trabajo de varios cientos de miles de personas está en el aire; que incontables son los que están cobrando un ERE o un ERTE que resulta imposible imaginar como se hará frente a tal gasto; que las pensiones llevan años y años sometidas a una presión insostenible sin un acuerdo alguno; que, si éramos pocos, alguien parió la pandemia para llevarse millones de muertos y terminar de arruinar el País; que los Reyes, que tanto defienden algunos, son de reputación dudosa y que España, la de la banderita, está en manos de mafiosos.

Existe otra España, no porque yo quiera esas divisones, qué Dios me libre, si no la que muchos soñamos: de trabajo y honradez. De algo ha de valernos Machado.

Nos hemos habituado a que nos roben empresas, empresarios, bancos, políticos, grandes , medianas y pequeñas fiortunas, folclóricas, terratenientes, artistas, cantantes, futbolistas … y hasta el sursum corda. Y lo aceptamos con paciencia y resignación, para no perder la costumbre de ser cristianos misericordiosos. Usamos mucha más misericordia que tienen ellos con los necesitados.

Pero esta Cueva de Alí Babá, que llaman España, es posible porque los ciudadanos, en un alarde de incoherencia mental y llevados de nuestros perjuicios políticos y enzarzados en defender nuestras posturas con descalificaciones del enemigo, en vez de apoyar a quien trata de poner orden por encima de siglas, lo insultamos, lo atacamos y defenestramos por nuestra inquina ante cualquier atisbo de cambio. ¿Qué queremos? ¿ Seguir así? Yo, no.

Por si esto fuera poco, las pocas personas que son conscientes y tratan de denunciar esta situación y reparar los abusos, rapidamente son masacradas, ya por una prensa vendida a las subvenciones, ya por unas redes sociales en manos de estos golfos.

Porque esa es otra: Cualquier persona que haya accedido a la mayoría de los medios de comunicación para denunciar cualquier atropello, ya de las administraciones, ya de las empresas, se encontrará que sus denuncias, sin explicación alguna, no se publican y se pierden en los cajones, o se alega cualquier otra excusa como la extensión. Es el tributo que se paga por la publicidad y las subvenciones. Claro, en este capitulo cabe la dignidad, pero tal como se mueve el mercadeo, es más rentable el silencio.

En ese contexto se mueven los políticos, que son personas que gozan de escaso predicamento social y que se sienten semidioses repartiendo esas subvenciones o el resto de la Cartera Común, que no es otra que el dinero de nuestros impuestos. Por cierto, no de todos.

Muchas personas serias, coherentes y honradas, vista la calidad de la clase política, buscan otras maneras de ganarse la vida y permiten que esa teórica noble actividad pueda ser ejercida por personas de pensamiento muy diferente, idealistas o truhanes, que usan la política ya para cumplir nobles sueños, ya para su enriquecimiento personal. Lo cierto es, y disculpen los bienintencionaados y nobles, que a mí no me inspiran ninguna confianza.

Por el camino están los políticos de segundo orden, situados en altos puestos de la administarción y que en realidad son los ejecutores o no de las resoluciones y cuyo papel es, además de cobrar un generoso sueldo, aplicar las normas siempre favoreciendo al poderoso y bien relacionado.
Este político de rango inferior se garantiza un sueldo bueno sólo con mantener fidelidad a los principios del partido, priincipios y actuaciones que se han de acomodar como la plastilina.

Pues bien, estos flautistas y funambulistas, que se alinean en diferentes bandos, ejercen en el gran teatro de las marionetas con esta o aquella bandera ante un público espectante de grandes declaraciones y dispuesto a los aplausos. Mientras en los camerinos reciben instrucciones de los mandamases, que suelen ser esbirros de los grandes capos de las empresas. Aquí quien manda es el dinero y las empresas y tanto da que sea en España como en China. La golfería no tiene ni dios ni patria. Porque el verdadero Dios no juega con nosotros y la patria es un concepto tan etéreo, como personal, y mientras algunos la defienden con su vida, otros en cambio la esquilman sin pudor alguno. Bandera y cortijo, riqueza y misa riman bien. Pobreza y trabajo, España y explotación riman peor.

No digo nada que otros no vean, ni descubro nada nuevo. Sin embargo, pensaba que la gente era más valiente, más solidaria, más luchadora, más crítica, más capaz de intentar cambiarlas cosas. Sí, sabía lo del panem e circensis, pero no con ese grado de apatía y desidia que cada día observo más.

Y lo peor es que a mucha gente mayor yo ya la daba por amortizada y, sin embargo, son las únicas de las que espero algo.

Porque surgió el 15 M y se diluyó como el agua de borrajas entre otras cosas porque la mayoría de aquellos jóvenes, hartos y desilusionados, fueron expusados del País sin haberles dado la posibilidad de exponer sus proyectos, estigmatizándolos simplemente por ser jóvenes. Se cansaron de escuchar palabras de resignación, mientras soportaban humillantes sueldos de miseria; se hartaron de oir a sus padres frases tan frustantes : "como esto es lo que hay"; se cansaron de ver como la industrialización del País consistió en construir geriátricos para beneficio de de fondos buitres; se hastiaron de ver a los políticos sumergidos en aparentes luchas caínitas tan agresivas como ineficaces; descubrieron que aquello que llamaban cultura y modernidad era simple oportunismo y pelotazo; no encontraron ni profesores ni lideres porque los auténticos fueron ninguneados o masacrados; vieron que cuando surgía alguna persona con dignidad y personalidad, si no entraba en el juego de los bancos, las electricas, constructoras, y otras mafias, rapidamente se le tendía una trampa o se le buascaba un escándalo para desprestigiarlo...

Y se fueron llorando, incomprendidos; cansados de ver que para conseguir un trabajo aquí, aun siendo malo, había que tener recomendación; se marcharon preguntándose qué razón hay para amar a España que no sea la familia, los amigos y el entorno.

Y se fueron con su derecho a vivir, a ser felices, a querer a otra tierra, que sin ser suya, los acoge y les deseo lo mejor. Se van y me recuerda cuando en mis años mozos también yo estuve tentado a irme, harto de Franco, cansado de arbitariedades, escaso de trabajo... el amor a mi también me cambió el destino.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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