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Contaminación y desinterés por el futuro

viernes, 21 de agosto de 2020
Para MaiKa, mi mujer, enferma de SQM, ¿Podría vivir sin su amor? No.

A cualquier persona con unas mínimas inquietudes le preocupa el porvenir, no ya por lo que pueda pasar cuando se muera, que en nada le va afectar, sino por el futuro de sus posibles nietos. Sin embargo, visto el comportamiento humano, uno deja de pensar que pudiésemos ser idiotas, en el sentido aristotélico del término, que considera idiota a quien sólo se preocupa de sí mismo, desentendiéndose del resto de la sociedad. Y la verdad es que parece que el virus de la idiotez no viene con la pandemia, sino que lo portamos en algún cromosoma.

Viene esto a colación porque día tras día los científicos, que son los que más saben en sus respectivos campos, nos alertan de los peligros que nos acechan y, sin embargo, sus advertencias caen en saco roto, una y otra vez, ante la desidia ciudadana y la falta de implicación de las autoridades.

Parece mentira que en la era de la tecnología, y con la divulgación científica que hay en muchos campos, seamos capaces de aceptar ser gobernados por personas tan ególatras, incultas y vanidosas y que menosprecian, con la prepotencia de la ignorancia y la pasividad de sus votantes, a los científicos e investigadores, que tampoco gozan de la merecida consideración social.

Está visto que la idiotez también es una pandemia.

Con estas premisas permítanme hablarle de un tema, tan candente como olvidado, que es la contaminación, no sólo la ambiental, sino otra mucho más sibilina como es la química.

¿Sabía usted que una manzana o cualquier otra fruta haya podido ser tratada con veinte productos químicos? ¿Se ha fijado en que cualquier profesional de la industria de impresión o tintorería puede desarrollar cáncer de pulmón? ¿Conoce muchos marmolistas que hayan llegado a viejos? ¿Es consciente de las triquiñuelas y los intereses comerciales que hay detrás del glifosato y otros contaminantes químicos? ¿Por qué algunos científicos y políticos niegan las evidencias? ¿Pueden estar comprados por las empresas contaminadoras? ¿Qué hay detrás?¿Se ha parado a observar las vísceras del pescado para ver los microplásticos que puede comer? ¿Sabe realmente lo que puede acabar en el estómago de su nieto en el colegio? ¿Ha visto como se cría el panga, ese pescado tan socorrido para las familias pobres? ¿Conoce algún inspector alimentario? ¿Le parecen exageradas las leyes antitabaco y otras sustancias de wapeo? ¿Sabe usted que muchas personas que trabajan con productos químicos sufren fibromialgia, fatiga crónica o sensibilidad química múltiple? ¿Puede creer que muchas otras enfermedades pueden estar relacionadas con sustancias tóxicas usadas en los trabajos? ¿Nunca se ha sentido mal por ambientadores, limpiadores de hogar, quitamanchas o grasas, colonias detergentes, suavizantes…? Puedo seguir, pero si usted tiene dudas, consúltelo con su médico de confianza o por otros medios. ¡Ah!, y hay alternativas sencillas como jabón de la abuela, bicarbonato, fungicidas naturales…¡ Quien me iba a decir a decir que el cemento tiene mucho más riesgo de lo que pensaba!. Yo también fumaba, pero vi a amigos y cogí miedo. La mayoría están en el camposanto.

Triste es que los mineros, empleados de térmicas y otras industrias contaminantes se queden sin trabajo, pero hay que reciclarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Los trabajos desaparecen y aparecen otros nuevos como los eólicos, por ejemplo. Además es preciso ser conscientes de que las empresas, siendo no sólo necesarias y esenciales para el desarrollo económico, deben adaptarse a esas realidades.

Volviendo al tema: Ni que decir tiene lo del uso de los plásticos, ni lo que tiramos al mar, ni lo que debemos reciclar y donde. Ahora bien, queda muchísimo trabajo por realizar en la educación ciudadana, y en ese apartado conviene ser conscientes que la calle, entendiendo por ella lo público, debe ser cuidada con el mismo esmero que la casa.

Y ese civismo requiere, no sólo discursos, conferencias y artículos como este de concienciación, sino disciplina eficaz, que, visto está con la pandemia, la laxitud y complacencia en nada sirve para arreglar el problema.

Somos un país de extremos y confundimos el abuso del palo de la dictadura con las “ las peregrinas ocurrencias” de los manifestantes anti covid y demás funestas “ideas” que están poniendo nuestras vidas en peligro, ante la pasividad de unas autoridades que parecen no enterase de que también tenemos nuestros derechos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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