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Lucus Augusti: La pequeña Roma (I)

lunes, 10 de marzo de 2008
En una explanada de la tierra de los coporos, desde la que se veía el río Miño. Cayo Antistio, después de causar la gran derrota de los astures en Bergidum y en el Vindio, vuelve sobre sus pasos internándose en el valle del Varcarce y pasado el Cebreiro llega a las tierras de los coporos. Allí mismo en un dique delimitado por los ríos Miño y Fervedorira, a las orillas de un río caudaloso y de un santuario natural consagrado a la diosa Lug, establece su campamento base desde el que habría de lanzar operaciones bélicas radiales sobre las partes extremas limítrofes con el Océano.

En el campamento de Antistio se agruparon por cohortes. Los agrimensores con la groma hicieron jalonamientos en ángulos de 90º. Levantaron tiendas, tal vez de cuero, en un plano alargado, la praetentura, el praetorium, el latus praetorii y la vivienda del general. Todo sin perder la vista del río. En muy poco tiempo las defensas pasaron de ser lineales a ser puntuales. Los soldados y los jefes debían quedar al abrigo. Una primera fortificación muy simple se levantó en unas pocas horas y siempre se temía, sobre todo en los lugares en los que no se conocía muy bien al enemigo, el efecto de choque producido por un asalto. Este campamento o defensa puntual transitoria puesta en funcionamiento fue construido con gran rapidez y previsto para una duración limitada hasta que días más tarde construyeron otro campamento permanente. Otros brazos (bracchium), o defensas lineales dobles, aseguraban una vía de comunicación hasta el río.

Los romanos sabían que la construcción de los Muros Largos reflejaba la estrategia que los griegos habían seguido desde el siglo V a de. C., y me parece muy extraño que los poliorcetas imperiales no hubiesen construido un corredor cerrado por dos muros, sobre todo en tierra hostil y desconocida, desde el campamento y después desde la ciudad hasta el Miño.

A esta clase de construcciones nadie hace referencia. Tito Livio explica claramente de qué se trata: En 438 a de. C., Ardea es asediada por los volscos; un ejército romano de socorro los rodea a su vez y construye dos bracchia para conectar con la ciudad. El mismo autor califica igualmente de bracchia los tres largos muros, construidos después de las Guerras Médicas que unían Atenas con El Pireo. También Frontino confirma esta interpretación. Se llama, por tanto, bracchium a una “defensa lineal” (muro), comparándola con una “defensa puntual” (ciudad o campamento). Este tipo de defensa se ve claramente en la Columna Trajana en un ataque de los dacios a una fortaleza romana.

Un doble brazo permitiría garantizar la seguridad de una vía de comunicación desde el campamento al río o desde la ciudad al río. Es decir desde Lucus Augusti al río Miño.

Cuando se construyó la muralla tal vez se construyeron bracchium que conectaron la ciudad con el río Miño desde la puerta Falsa siguiendo lo que hoy conocemos por Calzada Romana. Si los bárbaros seguían las rutas abiertas por Roma o vías romanas, se encontrarían de frente con una muralla cerrada, sin puertas, pues las únicas que estaban abiertas eran la Miña y la Falsa cara al sur. Tal vez con esa estrategia no se construyeron dos bracchia desde cada puerta, sino uno partía de la puerta Miña y otro tal vez de la puerta Falsa cuyo espacio entre las dos bracchia constituía un cerco eficaz. Un solo bracchia que cerrara el paso por el norte desde donde se suponía que podían llegar las huestes bárbaras sería también suficiente.

Si así fue habría que buscar los vestigios de esos muros, su principio y su final, sus torres de vigilancia y sus puertas de guardia. Los romanos no podían subir el agua del río. No se podía canalizar, traerla desde las altas montañas como se hizo en Roma con un acueducto de 68 kilómetros que abastecía de agua a Roma conocido con el nombre de Acqua Claudia, en el monte Palatino, iniciado por Calígula y finalizado por Claudio…
Piñeiro González, Vicente
Piñeiro González, Vicente


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