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Justine o los estragos de la verdad

miércoles, 29 de enero de 2020
Ante la insólita propuesta de cambiar el Código Penal para favorecer a los golpistas en aras de conseguir la aprobación de los Presupuestos del Estado se ha desencadenado Justine o los estragos de la verdaduna ola de protestas que nos lleva a los tiempos de la República de Weimar en que la caballerosidad se vio derrotada por quienes no acataban las reglas del juego al carecer de escrupulos y tener mucho ingenio, que todo hay que decirlo.

Es imperdonable la estupidez, la imbecilidad de los buenos. Como es posible que un caballero como el Sr. Rajoy cuando tuvo mayoría absoluta no blindó a nuestra Constitución contra las maniobras de personajes que actúan como salteadores de caminos, cuya moral y cuyos procedimientos no aceptan ningún tipo de reglas del juego.

Ser bueno no debe implicar ser tonto, ni prever los estragos de la virtud como diría el Divino Marqués de Sade. Creo que es imperdonable que ni Aznar, ni Rajoy se dieran cuenta que los robaperas estaban emboscados a la vuelta de la esquina.

Como a Justine estos simpáticos y astutos cuatreros se han aprovechado de la buena fe, están abusando de su ingenuidad en su caso de doncella sin tacha, así como de la hidalguía del pueblo español, que no se merece ni gobernantes bobalicones ni ingenuos, ni muchos menos personajes desaprensivos y ganapanes, cuyo horizonte es la gloria Justine o los estragos de la verdadmiope de disfrutar de un colchón y de utilizar un avión.

Vivimos tiempos en que la virtud ciudadana está en peligro y la moral pública arriesga ser hecha trizas. Escuchar al pobre mandadero Sancho Abalos justificar este latrocinio nos hace llevarnos las manos a la cabeza al observar que el fantasma totalitario se cierne sobre nosotros.

No es catastrofismo amigos es "estupor" por lo que incluyo a mi persona ante la desfachatez de los hambrientos de poder, de los pordioseros del mal.

Nos van a dar jarabe de palo, preparemosnos los lomos compañeros, las hordas del Averno avanzan sin remoras de leyes ni de costumbres. Los cien días de Sodoma esta vez organizados y orquestados desde el Ministerio de Igualdad por Irene la Sra de la Navata están en puertas.

Los estragos de la virtud y la alegría desbordada de los reos están al cabo de las Avenidas de los desaprensivos. Todos pagaremos con creces la estupidez, la imbecilidad del bien. La caballerosidad es un peligro público en estos tiempos de alegre zozobra.

Repartimos pues las culpas de episodios como el increíble del Código Penal no sólo a la astucia de los pícaros y malvados, sino también a los emulos de los gobernantes de la República de Weimar, que fueron incapaces de defender la decencia pública con el resultado de propiciar un régimen despótico totalitario. Los estragos de la virtud.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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