Ciudadanos: ¿Un intento baldío?

Hace años me emocionaron los socialistas franceses Rocard y Fabius. Tras una derrota electoral se levantaron. Para ello hicieron autocrítica. Y comenzaron por analizar el entorno de los partidos. Lo titularon la perversión del sistema.

Precisamente por reconocer que la partitocracia había capturado y pervertido a la democracia. Y en el centro de tal, estaban los partidos, que no sólo habían dejado de ser lo que les correspondía -meros intermediarios entre ciudadanos e instituciones- es que se habían convertido en parte del problema. Las consecuencias, el alejamiento del cuerpo social con respeto a las organizaciones partidarias.

La experiencia tras cinco legislaturas en el Parlamento Vasco y la fundación de un partido político en Álava, me llevan a señalar que hay dos sentimientos para la demolición de un proyecto socio político. Que genere rechazo. Que las gentes se pregunten, ¿y para qué sirve?. Ambas situaciones las sufren algunos. El PP de la corrupción generó las tasas más altas de rechazo social. De ahí el proyecto alternativo de Cs, su éxito y los apoyos mediáticos que tuvo.

En cuanto a la utilidad, se pierde al menos por tres conductas. En el momento que se les necesita no están -sucedió cuando Cs no fue capaz de consensuar sus 57 escaños con los del PSOE- Su discurso se aleja del momento que vive la sociedad real -la sociedad quería un proyecto de centro, no otro más para ser como el PP y sustituirlo- Los dirigentes muestran otra manera de hacer, estar y representar, lo que la democracia necesita para terminar con la partitocracia- evidente que cuando se conocen los estatutos internos del Cs, se descubre que su vocación es de partitocracia vertical-

Pero dicho lo que antecede es justo reconocer sus puntos fuertes. El primero la conducta que tuvieron en Cataluña, dónde socialistas y populares, siempre pactaron con los nacionalistas, expulsando al Estado de la Comunidad que llevaba muchos años preparando la ofensiva final con el adoctrinamiento de la juventud y con el desarrollo de Cataluña a base de inversiones asimétricas que convirtieron a el antiguo condado de Aragón en un territorio próspero y moderno.

Deberíamos preguntarnos si el desarrollo catalán se debió a la genialidad de sus habitantes o al continuo arrasar con las ayudas de un Estado que repartía beneficiando siempre a los mismos -Cataluña, Euskadi y Madrid-.

El segundo punto fuerte ha sido la incorporación a la política de una nueva y preparada generación de miembros jóvenes de la sociedad civil, que con sus aptitudes y actitudes mostraban un perfil diferente al de los viejos y rancios miembros de la política profesional en los viejos partidos-empresas.

El tercer punto era la claridad de su comunicación. Eran modernos, capaces por sus experiencias profesionales, alejados de los clásicos estereotipos del político sin otro oficio que medrar dentro de la organización. Y sobre todo, la idea moderna de España, su economía y su organización como Estado simétrico.

Llega la hora de predecir. Ciudadanos se juega la vida en Galicia. Si no consigue escaño alguno, si no logra recuperar una parte del electorado que le dio dos escaños nacionales, el proyecto habrá fenecido. Y es que en Galicia, casi con toda seguridad, el PP para controlar la situación requiere de los votos de Cs. Y Cs debería estar haciendo campaña en vez de preocuparse de la organización interna. A los gallegos tal burocracia les trae al pairo. Cs debe trasladar al tejido socio electoral que su presencia en escaños para el Parlamento de Compostela, puede decantar el equilibrio para elegir la aventura de tres, frente a la solvencia de uno. ¡Ah!. No vuelvan cometer el error que supuso designar por La Coruña a una residente en Madrid, que sólo conoce Lugo. Con maniobras como estas, no se precisan campañas del enemigo.