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El loro y el zorro

jueves, 09 de enero de 2020
Del debate de investidura nos queda la imagen del loro y que conste que no me refiero al heredero del Arturo de La Cubana, sino al Divino Pedro parlamentario.

Este personaje singular llevaba todas las respuestas escritas y preparadas por sus asesores. No contestaba a las preguntas que le hacían, sino que con su desparpajo El loro y el zorrohabitual leía un texto sobre el partido en cuestión.

Si se cuestionaba sus perpetuas contradicciones y sus imposturas constantes en la contestación se salía por la tangente y sacaba los trapos sucios que le habían preparado, pero era un diálogo de sordos constantemente jaleado por sus compañeros.

Se le veía muy relajado y sonriente sabedor de su investidura lo que le permitía ser condescendiente. Encajaba deportivamente los reproches que se le dirigían. Daba impresión de ahí me las den todas y a mi plim ya está todo el pescado vendido.

Su valido el burgués de la Navata, también risueño, pero a diferencia de Pedro es un buen parlamentario, que está preparado y no necesita un texto escrito.

El Divino ejerció de loro y el Coletas de zorro demagogo y de profeta del peronismo bolivariano.

Entre Pedro y Pablo se repartieron los papeles, el primero con su arte de transformismo y ocultación el segundo al ataque y con muchos recursos dialecticos. Pedro ocultando su apertura al independentismo, Pablo empatizando con ellos y buscando soluciones fuera de la Constitucion.

Si se tratara de una fábula de Samaniego con moraleja sería el cuento del loro y del zorro. Un loro incapaz de tener ideas propias y recreándose de su belleza y de su arte de la mentira y del engaño que comparte madriguera con un zorro todavía agazapado en espera de su vicepresidencia, pero que llevará sin duda la voz cantante.

Una pareja que deberían estar en un circo para diversión del personal o en un zoo sostenible y no en la vida política por su toxicidad y peligro social.

Esto es lo que hay un loro ambicioso y sin ideas y un zorro demagogo y contorsionista. No damos para más. La transición ha terminado y no se sabe dónde vamos. Sin rumbo ni brújula.

El loro pavoneandose en su avión, feliz en su jaula de oro y el zorro a verlas venir y permanentemente a la caza. Preparemosnos para grandes emociones y no perdamos el sentido del humor. Dejarán pequeñas a las ocurrencias de la esperpentica Carmena. Paciencia y barajar.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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