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Constitución, Cataluña y diálogo

miércoles, 18 de diciembre de 2019
A los amigos que lo están sufriendo

El 6 de Diciembre de 1978 el pueblo español ratificó en referéndum la Constitución Española con 87´ 78 por ciento de votos. Dicha Carta Magna, como ley suprema de convivencia de todos los españoles, parecía dar fin a la España dividida de rojos y azules, de buenos y malos, y que había limado las diferencias cediendo unos un poco y perdonando otro poco los contrarios. Daba la sensación que habíamos llegado a unos acuerdos de mínimos y las cosas podían encauzarse bien: Las autonomías habían sido reconocidas para descentralizar el poder, incluso habilitando a otras que no la habían tenido hasta entonces; los idiomas regionales como gallego, catalán y eusquera, con buen lógica, eran reconocidos; se realizaban transferencias sanitarias, educativas y de otros índoles y el camino, políticamente, parecía encauzado. Contribuía a ello la instalación en España de la democracia y con ella la entrada en los foros internacionales como la UE, OTAN, reconocimiento internacional…

Con esta novedosa situación parecía que habíamos dado carpetazo al Franquismo y que, tanto unos como otros, habíamos alcanzado la madurez política suficiente y evolucionado a una democracia, que nadie nos había enseñado; pero que todos considerábamos como el mejor sistema político posible. Y si había que corregir errores, siempre dispondríamos de la Carta Magna, que es la ley de leyes por la que se rige toda España.

Dicho esto, y pasados más de cuarenta años, la Constitución se mantiene vigente con apenas pequeños retoques, pero la vida evoluciona y los tiempos cambian y algunos reclamamos, para mejorarla, una vuelta de tuerca. Ahora bien, mientras eso no se produzca, es la ley vigente que todos estamos obligados a acatar. Por ejemplo, la llamada Ley “Mordaza”, personalmente me parece una aberración, y varias veces he sido advertido que no me metiera en líos cuando sólo iba a reflejar una realidad palpable; pero, por si acaso, me he callado hasta que sea abolida. Para mí, como ven, también tiene aspectos mejorables, pero un auténtico demócrata está obligado acatarla.

Viene esto a colación para decirles a algunos que nadie puede saltarse ni imponer sus ideas por encima del resto. Y una de las muchas cosas que claramente proclama la Constitución es que todos los españoles somos iguales ante la ley. De ahí se infiere que nadie debiera tener privilegios de ningún tipo, ni estatutos que primen las diferencias, ni fueros ni otras mandangas tan al uso u heredadas. Y esa es la España a la que muchos como yo aspiramos , a la que respete la igualdad sin privilegios ni castas, ni grupos de presión de ninguna clase, ni posturas de superioridad de privilegios y clases. De todos es sabido que la Revolución Industrial trajo consigo aranceles y protecciones para las industrias catalanas y vascas, que supo exigir su voraz burguesía, y que conllevaba a su favor un alto grado de desarrollo. Que el resto del País, a excepción de Madrid, haya quedado anclado en una obsoleta agricultura y la emigración poco importó a esas gentes. Y hay que decir que como la pela es la pela, cuando convino, tantos catalanes como vascos,apoyaron a éste o aquél gobernante sin importar otra ideología que el negocio, sin miramientos ycon sentido práctico. Y es por ello que siempre se opusieron a la modernización que implicaba esos cambios. Y eso subsiste hasta la actualidad. Hoy tanto unos como otros siguen gozando de conciertos económicos y otros subterfugios que conllevan ventajas fiscales y es preciso corregir. En el Franquismo se siguió esa política de contentar al protestón y apoyar a esas burguesías nunca satisfechas. Y eso se hizo en detrimento de otras regiones. Yo, como ciudadano de a pie, sin privilegio alguno, exijo, como creyente en la igualdad y defensor de la justicia redistributiva, que la autoridades apliquen para ello esa justicia de reequilibrio territorial realizando inversiones en las zonas más desfavorecidas.

En un País moderno, los impuestos los pagamos en proporción a nuestros ingresos y, si ambas comunidades, como sociedades más favorecidas, contribuyen en mayor medida a las arcas públicas es porque allí se concentran las industrias y las oportunidades económicas de la gente. (Cualquier persona que viaje por ambas comunidades puede observar, a simple vista, las diferencias) Si esa industrialización, carreteras, aeropuertos…se hubiese repartido de otra forma, aún conscientes de su singularidad geográfica, quizás ahora existiría Teruel, tendría tren Extremadura y aquí, en Galicia, disfrutaríamos de alternativas para Alcoa y as Pontes, por ejemplo. Pero no, los gobiernos de unoy otro signo, a la hora de la verdad, en este terreno todos son iguales, y marginan a las comunidades menos reivindicativas o nos dan, como siempre, esas migajas que nadie quiere como industrias contaminantes; facilitan nuestros recursos naturales a empresas extranjeras, ya sean multinacionales ya fondos buitres, siempre tramposos, que se llevan siempre el negocio. Son los beneficiarios de miles de chollos que facilitan nuestras autoridades-léase, por ejemplo, geriátricos-. Han instalado miles de eólicos y somos los que más pagamos de energía- clama al cielo nuestra factura- o el peaje de la A -9. Y siempre hay disculpas para la subida. No contentos con esto, han creado tantas dificultades para vivir aquíque, sólo en la Mariña, hay cien aldeas deshabitadas y doscientas en riesgo.

Mientras, nuestros jóvenes, aún con preparación, se ven abocados a abandonar el País o a trabajar en estas ricas autonomías. Tristemente, es lo que hay, no lo deseable.

Mientras, los catalanes chillan y nunca se dan satisfechos; a nadie parece importarle que se inventen la Historia y practiquen la autosuficiencia y soberbia con relación al resto de País; no parece tampoco que importe que inculquen odio a España en los jóvenes y que pidan la autodeterminación cono si Cataluña fuese una colonia; no parece que reparemos en que sean obedientes a los que practican los desmanes-algunos acusados de terrorismo- y que se dejen manipular por los Mas, Puigdemont, Torra y similares, que llevan muchísimo tiempo practicando la desobediencia constitucional con el beneplácito de aquellos que debieran velar por su correcto respeto. A algunos, quizás, hasta les parezca permisible. Porque aquí cualquier lumbrera, que diga chorradas en ese sentido, rápidamente asciende. A esta gente, llámese Puigdemont, Torra o el exaltado de turno alguien debiera decirles con rotunda claridad que ya está bien de tantos cuentos y agravios y que las leyes hay que cumplirlas que para eso está la Constitución, y también que todos los intentos de independencia, por muy originales que sean, son ilegales. No, no busquéis subterfugios ni leyes de vuestro Parlamento porque, lo sabéis, contravienen la Carta Magna. Nada de cuanto habéis inventado es legal y vuestros políticos están presos- ¡ojo! políticos presos- por incumplir las leyes. Es posible que los indulten, les hagan carantoñas, se conviertan en íntimos de algunos dirigentes de la oposición… y hasta es posible que los homenajeen porque, en este País, los héroes son como Guardiola, otro “genio” de la revolución de los lazos amarillos. El famoso Jon Idígoras vasco murió en loor de santidad. Aquí, ya lo saben ustedes, cuanto más exaltado, mejor.

Lo cierto es que tantos charnegos como maketos serían más felices viviendo en su pueblo y que han aprendido que la política es el arte de robarle a las palabras su auténtico significado. Todos sabemos que los políticos son frágiles; que con tal de fastidiar al otro, todo vale; que anteponen la ideología al bien común; que hoy dicen una cosa y mañana la contraria; que prometen y se les olvida…. Es triste pensar que hablen de diálogo con posturas inmovilistas e intransigentes que a uno le recuerda el chiste del Roto en el que se ve a un pistolero reclamando diálogo. ¿ Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ( ¿ Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?) La palabra diálogo conlleva cesión por ambos lados, respeto a las opiniones y no se puede permitir ni aceptar ningún chantaje. Quien juega con cartas marcadas, hace trampas.

Pero, este es un País de extremos, de falta de cordura, de confundir cosas. Si los independentistas catalanes supieran Historia, quizás sabrían que la “proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española” , con Companys en 1934, acabó como el rosario de la aurora y contribuyó en cierta medida a propiciar unos acontecimientos que da repelús evocar. Y no contentos con este pensamiento, bien haría quien corresponda en corregir actitudes y posturas que están abocando a generar animadversión hacia una Tierra, como es Cataluña, a la que, a pesar de estos fanáticos, admiramos y queremos y le deseamos lo bueno. Y me duele que sea motivo de confrontación con el resto de España, donde, por cierto, comienzan a proliferar otros fanáticos de signo contrario. Sospecho que mis temores no tengan eco y, de verdad, lo siento.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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