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Una jornada hispano-rusa

jueves, 24 de octubre de 2019
El 16 de octubre en la escuela superior se celebró la Jornada Hispano-Rusa para rememorar la “otra diplomacia”, no solamente la relacionada con la política, sino la que se construye con la cultura, la ciencia, el intercambio de conocimiento y de Una jornada hispano-rusapersonalidades fundamentales.

Y sobre esto se enfocó el acto: con ocasión de la presentación del libro de Carlos Puente Martin, que desarrolla la bibliografía sobre “Tres egregios españoles en la corte de San Petersburgo”, se intentó reforzar la amistad entre dos países en un momento de fragilidad del sistema internacional.

Este acto marcó también el inicio oficial de la colaboración entre la Universidad Politécnica y la Escuela Diplomática, hasta ahora nunca establecida, como explicó Fernando Fernández Arias, embajador-director de la Escuela.

Primeramente, se elogió el genio militar y estratégico, pero también equilibrado, de José de Ribas por parte de Daniel Martin Menjón, del Centro de Estudios Geopolíticos y de Seguridad: la mayoría de las veces se le nombra solamente como fundador de Odessa, sin conocer la estrategia militar que utilizó y su capacidad de comprender las potencialidades del sitio.

Otro gran triunfo fue la conquista de la fortaleza de Ismail, una de las mayores Una jornada hispano-rusamasacres del siglo aunque permitió su entrada entre las “águilas de Catalina” y la evolución de su carrera. El puso su genio al servicio del Imperio Ruso porque creía profundamente en la “Tercera Roma”, es decir Moscú, pero siempre se consideró “miembro de la nobleza española”.

El segundo personaje se movió en un ámbito completamente diferente de De Ribas, aunque siempre apreciado en la Corte rusa: Vicente Martin y Soler, compositor, uno de los más queridos en Europa -y en Rusia- de su época. Vera Fouter, de la Universidad de Oviedo, citó las palabras de su libretista, Lorenzo Da Ponte, quien consideraba sus melodías “dulcísimas” e “imposibles de imitar”: como De Ribas, nunca se distanció completamente de España y siempre intentó inserir elementos españoles en sus obras, que los espectadores veían como exóticos y siempre apreciaron.

Sus obras tuvieron éxito en toda Europa, antes de llegar a Rusia, donde vivió con el apoyo del embajador español y de la propia Catalina, grande amante del arte. Sin miedo de exagerar, se puede decir que su influencia contribuyó a desarrollar el ballet ruso hasta el nivel excelente que desde siglos se le asocia.

Ultimo a ser celebrado fue Agustín de Betancourt, ingeniero civil y militar, por Olga Volosyuk de la Universidad Nacional de Investigación de Rusia. Ella prefirió enfocarse en la mitad de su vida que tuvo lugar en Rusia, sin de todos modos olvidar la importancia del ambiente español y sus factores para el crecimiento y el desarrollo de un genio, como la familia y la educación.

Fue interesante descubrir la opinión del embajador ruso en Madrid, quien inmediatamente se interesó por un posible servicio de Betancourt al Imperio Ruso y lo consideró su mejor servicio a su patria. Hoy se pueden ver sus obras en Rusia, no solamente vestigios para turistas, sino infraestructuras que permitieron el progreso del país.

Algunas preguntas, el homenaje con coronas depositadas ante el busto de Betancourt amenizadas con una composición de Vicente Martin y un buffet con especialidades españolas y rusas terminaron el acto, creando un ambiente de amistad y afinidad entre personas de todas profesiones y proveniencias.

Alessia Busi - alessia.busi@studio.unibo.it
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