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La sonrisa de la hiena

sábado, 19 de octubre de 2019
Torra, el intrépido iluminado de Blanes sonreía haciéndose fotos con jóvenes admiradoras y pintaba un cuadro risueño del independentismo catalán, todo idílico y por La sonrisa de la hienasupuesto pacífico.

Se fue a una de las alegres columnas que remedaban la histórica marcha sobre Roma de Benito Mussolini, los cinco brazos del "fascio" del haz de voluntades de un pueblo por su autodeterminacion.

Sonrió de nuevo por la noche cuando su amigo el Divino Pedro amparó expresamente el derecho de manifestación que incluso protegerían los cuerpos de seguridad y además no le pedía, que cariñoso es, que acatara la sentencia como le ordenarán esos impresentables jueces del Supremo, sino sólo que condenara la violencia.

El trifachito se sigue ensañando con nosotros solo me entiende mi Pedro, con que afecto me llevó a la fuente de machadiana memoria y me endilgó la conmovedora historia. Eso son amigos. Es verdad que a veces desliza alguna palabra malsonante sobre mi persona, pero le comprendo a todos nos interesa que gane las elecciones.

Si vencieran los fachas, porque ellos lo son, nosotros únicamente nos comportarnos como tales, sería horrible, habría orden no se impediría la vida normal de los ciudadanos, ni se cortarían las carreteras ni se ocuparían las vías del tren, los estudiantes tendría que estudiar y no andar de jarana, nos quedaría solo el Barsa para vomitar nuestro odio y ejercitar nuestra xenofobia. Un espanto.

También le reconfortaron las palabras del ministro del interior, otro amigo, que no ve nada excepcional en los 120 agentes heridos ni en la quema de mobiliario urbano ni en los coches en llamas, que gusto que sea tan ingenuo e incluso acepte mi divertida teoría de los infiltrados, que no son como los pacifistas que banderas al viento y montañas nevadas caminan hacia Barcelona en son de paz, mientras los que no están en marcha hacen las delicias de la población "con la huelga de país", el término vaga que bien describe a mis pacifistas, que siempre están disponibles para salir a las calles y borran la estúpida imagen de que los catalanes somos muy trabajadores.

Volvió a sonreír al ver el caos que reinaba en su Cataluña del alma. Confiaba en la intercesión de la virgen de Montserrat y de las preces del Abad de Montserrat, que aunque no se dio cuenta del travieso monje que palpaba amorosamente a los monaguillos, tiene mucha influencia en las alturas y es indepe como hay que ser y no como el riojano que nos ha enviado el Vaticano a Barcelona.

Su sonrisa se manifestó estentoreamente convirtiéndose en carcajada, las hienas estaban de fiesta en el zoo de Barcelona tenían un hermano mayor. Le pidieron al flamante President ser el animal insignia de Cataluña en vez del estúpido burro.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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