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La juventud bancaria en el siglo XX (22)

martes, 15 de octubre de 2019
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Misión de los apoderados


Se cerró el ciclo con una pequeña disertación del Jefe de Operaciones acerca de la misión de los apoderados. Dijo, entre otras cosas:

-“Más que una lección estoy tratando de daros una consigna: Vuestros conocimientos ya son bastante elevados, y en lo sucesivo os seguiréis documentando con la práctica, con el estudio y con lo que aprendáis de terceros en el ambiente profesional, así que hoy será más oportuno conversar con vosotros acerca del cometido y de la responsabilidad de los que merezcáis el ascenso. Como digo, apremia un consejo, si así me permitís llamarle, y no una lección.

“Recibir poderes de una entidad tan acreditada, tan próspera y tan importante como la nuestra, honra mucho, pero también obliga a mucho. Seréis la empresa misma; serán vuestros actos los que operen en su desenvolvimiento. A vuestra sensatez se confían cuantiosos intereses. Vais a contraer con nuestro Banco un mayor compromiso de honor y de lealtad.

“Estáis rebosantes de juventud, de sana alegría, pero sabemos que vuestro optimismo es juicioso, y que vuestra euforia es prudente. Tenéis a vuestro favor las circunstancias más propicias para lograr magnas realizaciones: energías juveniles y duraderas, madurez de preparación y de adoctrinamiento. Podéis decir sin temor a equivocaros que sois capaces de grandes cosas, y muchos de vosotros vais a merecer este nombramiento para tener ocasión de demostrarlo.

“Aún no se han escrito muchas páginas acerca de la epopeya social, progresiva y recia de la Banca; aún padecemos el anonimato que nos impuso la leyenda turbia de nuestra profesión, abanderada por el “Malvado Carabel”; pero esa leyenda va dejando de serlo a medida que el mundo se da cuenta de nuestros esfuerzos y de nuestra eficaz colaboración por la grandeza de los pueblos; se va demostrando que el prejuicio de esa turbiedad judaica no era otra cosa que la resistencia de las masas a comprender que el oro, cristianamente explotado y puesto al servicio de las necesidades humanas, es un instrumento de virtud. Vamos entrando en una era de solidez económica, de bienestar universal, y aunque las plumas continúen sin ocuparse de nosotros, no hay duda de que somos los artífices de muchas páginas brillantísimas de la historia contemporánea.

“A través de este cursillo se os demostró el alcance de vuestra tarea, y se trató de los límites hasta donde abarca vuestra actuación y vuestra responsabilidad. Yo añadiré tan sólo que, de día en día, se va ampliando el campo de actividad de la Banca, y que esta expansión nos exige un estudio constante de los nuevos tipos de operaciones y de sus tendencias para llevar adelante con éxito toda iniciativa de interés. Formamos una milicia productora, de anónimos pero merecidos laureles, y nuestro triunfo radica en un avance constante: avance técnico, económico y social; retroceder, e incluso estacionarse, es malversar un tiempo que tiene valoración monetaria.

“Queridos jóvenes: ¡queda terminado este cursillo! Que San Carlos Borromeo, nuestro patrono, interceda por nosotros para que no falten, nunca, en nuestra actividad los más elevados principios del catolicismo. Amén.

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La juventud bancaria en el siglo XX (22)
Hogar, familia, porvenir.

Habían pasado cinco años…
… desde que Queimadelos saliera de la empresa Rancaño, y casi otros tantos que estaba empleado en el Banco de Crédito y Ahorro. En todo este tiempo no había vuelto a Lugo, su ciudad natal, pues para los días de sus vacaciones iban a reunirse con él en Coruña sus padres y su hermana; pero este año se vieron precisados a variar su programa debido a la enfermedad de Nita –una bronquitis que la aislaba en su alcoba, y cuya mejoría se presentaba lenta-, así que Ernesto…, cogió el tren!

En Lugo, en la estación del ferrocarril, estaba Deza, el amigo inolvidable, con otros amigos que Queimadelos tenía por apagados considerando la duración de su ausencia. Notó que se le acogía con cariño, y los aprecios de que fue objeto a su llegada le llenaron de íntima satisfacción, pero su alegría fue amortiguada por la desazón que le producía la enfermedad de Nita. ¡Tan buena como había sido con el! Sus inmensos sacrificios para que pudiese estudiar; con lo enojoso y pesado de su profesión. Decididamente, debía y lo ansiaba, llevarse a su familia definitivamente con él ya que ahora sus ingresos en el Banco le permitían sostenerles con decoro y hasta con holgura.

Con sus padres y amigos se fue hasta la casa. Su hermana tenía buenas impresiones de la visita que le había hecho el doctor Luis Vilabella, confiando en su pronto restablecimiento. Era su espíritu tranquilo y resignado, por lo que resultaba agradable y edificante su compañía aún en plena enfermedad; la inmensa paz de que rebosaba su alma se contagiaba a cuantos la rodeasen.

-Esto no es nada –Le explicó a su hermano- Seguramente ocurrió que me estuviese haciendo mala y Dios quiso retenerme en esta alcoba, con estas toses, para darme tiempo a meditar. Te es verdad: últimamente ni casi entraba en la catedral porque tenía mucho trabajo, que están viniendo máquinas de lavar, pero muchas familias prefieren encargarme su ropa, lavada en el río Rato; así estaba ahorrando algún dinero para irnos una temporada de playa contigo y no serte gravosa. Pero Dios es muy bueno con nosotros, y nos juntó aquí, que al fin es igual que si fuésemos a Coruña. Y dime, ¿cómo estás tú, mi único pero gran hermano, del que tan orgullosa me sentí siempre?

-¡Contentísimo! Figúrate, que ya tenemos la suerte de tu mejoría, y cuando te repongas aún me quedarán vacaciones; seguirá siendo verano, tiempo de playa. Ahora, con mi ascenso, y con mejor sueldo, no seréis ninguna carga, sino todo lo contrario.

Ella se apresuró a discutirle:

-¡Ca! Eso sí que no es posible. Todos viviendo de tu sueldo…, no podrás ahorrar! Y para ponerme yo a trabajar, en Coruña, no sé cómo ni donde hacerlo. Mira, aquí cuento con buenos clientes: El Hotel La Perla me da toda la ropa de cama y mantelerías; y en varias fondas también me dan cosas para lavar y planchar. Te es otra cosa, Ernesto: lo que ocurre es que te encuentras solo y necesitas cariño en proximidad pues ya tienes tu edad para desear una familia. Ahora que te libraste del Servicio Militar por tu miopía, y con tu ascenso, debes casarte, hacer una vida hogareña, y a nosotros dejarnos en esta casa; y máxime ahora que tú la compraste y nos la cediste. Aunque tu padre deje de trabajar, yo puedo sostenerla, aunque sólo sea de planchadora.

-No llevas razón, Nita; en algunas cosas… Pero, bueno, ahora no vamos a discutir, así que deja tus ideas junto a la plancha, y vete haciendo el equipaje, cuando puedas, cuando te sientas con fuerzas, que ya verás cómo dentro de pocos días nos cambiamos para Coruña; y no para que trabajes allí, pues tengo que pagarte la deuda de lo mucho que hiciste por mi cuando era estudiante. ¡Como decimos en Banca, las deudas tienen término!

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Un Lugo distante de Augusto

Los cinco años que había durado su ausencia de la capital lucense fueron otros tantos La juventud bancaria en el siglo XX (22)grados en el ciclo de su evolución: barriadas industriales a lo largo de la carretera de Coruña, amplias y simétricas líneas de edificación en el Agro del Rolo, nuevos y acogedores hotelitos en las riberas del Miño, almacenes, sucursales de Bancos, así como instituciones culturales. En las afueras, allí donde en una localidad eminentemente agrícola como es, ¡cómo era!, Lugo, está impreciso el confín de la urbe y el principio del campo; visibles incluso desde varios puntos de la muralla, surcaban los tractores, runruneaban las trilladoras y se observaba un proceso técnico progresivo.

Uno de los exponentes del nivel de vida en el agro y de la democratización de la ciudad era la afinidad de vestimenta, de costumbres y de consumiciones. La eficiencia del trabajo encauzado por una política laboral dotada de sabia prudencia y de hondo espíritu humanitario, estaba elevando la dignidad y el bienestar de las masas, haciéndoles asequibles satisfacciones que otrora estaban reservadas a los privilegiados de la fortuna. Seguía habiendo ricos, y es bueno que los haya para que puedan llevarse a cabo empresas de alto rendimiento, pero ya no eran envidiados con ojos de necesidad; y a la sombra de los ricos, de las empresas gigantescas que iban surgiendo en el campo de las actividades fomentadas de un modo especial por la función crediticia de la Banca, vivían dichosas las familias de los productores, con viviendas higiénicas y confortables, con los debidos servicios sanitarios, con amplios medios de distracción y de entretenimiento; en definitiva, con todo aquello que cabe apetecer del progreso deslumbrante de este siglo.

Por Deza supo Queimadelos que las amplias naves que se estaban construyendo en la carretera de Castro, junto al arroyo Fervedoira, inmenso tapiz de pabellones, de terrazas y de vías ferroviarias en conexión con la estación de Lugo, serían destinadas a la instalación de una industria frigorífica para la preparación y exportación de productos cárnicos. (Frigsa). A la sazón Porfirio Rancaño estaba en tratos con esta empresa para cederle todo el engranaje de su negocio, vehículos, instalaciones, organización, y cuanto fuese adaptable a la índole de la nueva entidad; poseía más que suficiente para gozar de una posición desahogada, y le apetecía pasar el resto de sus días en la despreocupada condición de rentista.
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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