Se habla de tender puentes en vez de erigir muros y esto convence a los convencidos, pero como llegar a los violentos y como desmontar la violencia que reside en todos nosotros.
Como convertir la violencia en energía positiva para el bien. Hablar de la educación como clave para conseguir este objetivos es algo muy abstracto porque nos oculta el aspecto fundamental, que tipo de educación, en que valores se basa y si queremos
lograr la paz entre los pueblos que tipo de educación es necesaria.
No basta con promover los valores éticos de un determinado país basado en el individualismo o por el contrario en un sistema colectivo. Tenemos que aplicar criterios universales que comiencen en la personar se cimenten en la familia o en el tipo de organización social y luego asciendan a la ciudad, a la región y al país.
La búsqueda de la paz tiene que basarse en desmontar a la violencia, fácil de decir, pero muy difícil de poner en práctica, pues exige que cada uno de nosotros lo respete.
No basta con perseguir la igualdad combatiendo la desigualdad o proclamar los deseos de libertad pugnando contra la tiranía.
Necesitamos unos códigos éticos, unas normas universales que nos impregnen a nosotros y a toda la comunidad. La teoría y práctica de la no violencia es muy válida si se sustenta en un sistema que proteja a los débiles, pues en caso contrario se arriesga el holocausto.
Hago estas reflexiones en el marco del encuentro interreligioso por la Paz de Madrid. Repito convencer a los convencidos nos reconforta en nuestras creencias y nos hace experimentar la alegría de la fraternidad, aunque sea de una parte de la humanidad, pero a mi juicio no basta.
Personal y como inspirador de mi organización Paz y Cooperación creo que la solución para abordar la cuestión de la violencia es compartir los valores de la Carta de las
Naciones Unidas e inspirarse en las resoluciones de su Asamblea General, sus grandes Conferencias y perseguir los objetivos de desarrollo sostenible que son una Carta de Dignidad mundial.
Y en lo individal desterrar la violencia. Sustituir la palabra por la agresión. Se puede compartir la oración con la Comunidad de San Egidio y del Arzobispado de Madrid y aspirar a un mundo sin fronteras pero si no damos ejemplo con nuestro comportamiento serán palabras vacías y nos llevarán a la frustracion.
La cultura de la justicia que predica el Cardenal Osoro tiene que armonizarse con los mencionados valores éticos compartidos por los países que forman las Naciones Unidas.
Es una tarea ciclopica para que cada uno lo aplique como mejor sepa en Paz y Cooperación lo hacemos mediante campañas escolares en que jóvenes de todo el mundo buscan estos valores mundiales y los reflejan graficamente,un lenguaje universal. Son espacios de paz y concordia que nos une a toda nuestra familia de Paz y Cooperacion.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
