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El empacho verde

miércoles, 21 de agosto de 2019
En estos días de agosto abundan las serpientes de verano...

Normalmente, los periódicos, tienen menos noticias y las suplen con las culebras que, como es sabido, les gustan el calor y pasearse al sol. Esta falta de información se rellena en general con los llamados... ladrillos. Es cierto que este año tenemos el culebrón político con la red de Penélope, que la tejía y destejía de noche a cargo del Divino Pedro que no acaba de decidirse en qué le conviene hacer: si aliarse con los apestados podemitas o arriesgarse a elecciones en noviembre...

Este asunto aburre hasta las ovejas... por lo que ha aflorado otro tema que, de tanto repetirse, nos está causando un monumental empacho verde...

La monserga del cambio climático, esta tabarra que se repite constantemente, dado por sentado como artículo de fe, porqué, estimados lectores, estamos ante una nueva religión ¡todo un dogma! Nadie puede negar que hace más calor, que hay una mayor contaminación pero ni a mi ni a muchos otros nos queda claro que estemos ante un cambio climático causado por los hombres... y ahora, esto ya es un inri, hasta en nuestra alimentación!

Hubo épocas de glaciaciones y otras en la que la fría Groenlandia fue un vergel verde y hasta el mismísimo Sáhara tenia abundante vegetación.

La contaminación atmosférica, la polución innegable pero... la vida humana se El empacho verdeprolonga cada vez más. Respirar un aire puro como ocurría en la antigüedad es hoy un lujo de los Dioses en las grandes ciudades pero, mis queridos amigos, antes había peste, microbios voraces, terribles enfermedades que decimaban las poblaciones.

En tiempos todavía más recientes, la mal llamada gripe española, mató entre 1918-1919 a más de cincuenta millones de personas en todo el mundo. Wikipedia nos dice que esta gripe fue una pandemia de inusitada gravedad causada por un brote de influenza virus A en todo el mundo.

Hoy día nos aterran las noticias del ebola en los países más desvalidos de Europa y que, su posible propagación en el mundo occidental, causó un alarmismo monumental.

Mi reflexión sobre el empacho verde me lleva a contemplar con amor a les vaquines asturianas que pacen tranquilamente en los praus, como se dice en el suave y cariñoso bable de estas tierras... Ahora, los profetas de calamidades y desgracias se ceban también con nuestra alimentación y desean reorientarla en aras del topicazo del cambio climático.

A los ecologistas y sus seguidores les encantan prohibir y mangonear nuestra existencia. Se prohíbe, se prohíbe, se prohíbe! Se aconseja qué, se aconseja qué, y se aconseja qué!... Ya nos están hartando!!! No sólo quieren cambiar nuestro modo de transporte, de paso poniendo en peligro miles de puestos de trabajo sino, que quieren imponernos otro tipo de vida, una especie de arcadia feliz que, en definitiva, nunca existió.

El fracaso del marxismo como economía política y la incapacidad del irrealismo económico para paliar la desigualdad y erradicar la miseria hace que se vuelvan los ojos hacía el ecologismo y no sólo para cuidar mejor nuestro planeta en que todos nosotros estamos de acuerdo, sino para desbaratar nuestra existencia y llenarnos de majaderías tales como patinetes, los inservibles coches eléctricos, las dietas más extravagantes, renegar de los grandes adelantos en las comunicaciones... Lo último es de tratar de limitar los vuelos en avión a tres por habitante como se llega a predicar en el norte de Europa.

El turismo de masas abre inusitadas posibilidades para millones de personas, ya que hasta relativamente poco, viajar era patrimonio de los muy ricos, o muy aventureros. Tratar de impedir que el mundo esté al alcance de la mano es un verdadero disparate!

En el fondo, estos ecologistas son un verdadero lujo y solo puede darse en los países desarrollados.

Es increíble que, quienes claman contra la desigualdad, sean enemigos del progreso y también de la libertad. Por ejemplo, la cruzada contra el tabaco, adelanto que no he sido fumador, llega a límites absolutamente ridículos. Se quiere impedir que se fume hasta dentro de los coches. Estos maravillosos ecologistas, refiriéndome a los españoles, no les importa que se persigan a las religiones y que se las traten como oscurantistas ...toda una contradicción...En este paraíso verde no caben ni mezquitas, ni sinagogas pero eso sí, se les adoran a los animales, se les humanizan y los jóvenes de las grandes ciudades, consumidores de dibujos animados, creen que el oso habla y el león también...
Confieso sentir un hartazgo verde, un empacho verde... No me gustó la dictadura que padecemos durante cuarenta años y tampoco me gusta la nueva dictadura que pretende implantar estos profetas con sus geremiadas y sus catástrofes en el año 2050.

Es lamentable que instituciones tan serias como las Naciones Unidas y la mismísima iglesia católica abracen a pies juntillas como nuevo talismán el mundo verde y lo conviertan en nueva religión...

San Francisco apaciguó al lobo feroz pero no lo convirtió en un ídolo.

Se toma el ecologismo como un nuevo bálsamo de fierrabras, un tocasana que acabará con la desigualdad y que frenará con ese cambio climático ya que no se cree que las leyes internas del planeta se estén modificando, entrando en una era de calentamiento y se tiene la osadía de creer y estoy, al escribir esto, ante el inmenso mar oceánico, que los seres humanos seamos como los dioses, El empacho verdedueños del mundo, paparuchas.

Tengamos sentido común, el sentidiño, que tanto gusta a Don Xulio y a sus gallegos, y seamos más modestos! Conservemos nuestro mundo avanzado y tratemos de ayudar a esos siete mil millones de habitantes de este planeta azul!
Cordura, hermanos! Basta ya de tantas majaderías! No creamos a quienes nos predican esperanzas y mientras tanto pretenden desgobernarnos en beneficio propio!

Desterremos este fanatismo! No nos confundan con tantos cuentos y falsas profecías! No al empacho verde!

Joaquin Antuna-joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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