Egan fue el nombre que en el Olimpo dieron los dioses al primer fuego, tan hermoso y brillante que Afrodita, tan enamoradiza y sensual, lo hizo hombre, y de su interior
irradiaba luz, tan hermoso era. Nos cuenta C. Arribas en su artículo dedicado a esta nueva sensación colombiana de Zipaquirá, de tan sólo 22 años, el ciclista más joven en ganar un Tour en los más de cien años de historia.
Los ciclistas colombianos son famosos escaladores y reciben el nombre de escarabajos, hombres pequeños curtidos por el sol y las privaciones, proceden de aldeas y pequeños pueblos. Son gente muy humilde encumbrada por su resistencia, su entrega y su sacrificio, que se han convertido en héroes de un pueblo hambriento de éxitos deportivos y de acendrado patriotismo.
Los nombres de Cochise Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra, Nairo Quintana y Rigo Urán están en el imaginario colectivo del salón de la fama de los grandes colombianos y se acercan a las grandes luminarias patrias como Gabriel García Marquez en la devoción popular.
Egan el hijo de Flor asciende al olimpo deportivo y asombra a propios y a extraños. Nos emociona a los aficionados al ciclismo que en España tuvimos dos décadas prodigiosas con los Perico, Indurain y Contador con el recuerdo añejo de Federico Martín Bahamontes el primer español en ganar el Tour y de Bernardo Ruiz el que quedó detrás de Coppi.
Recuerdo en la infancia el juego de las chapas y la colección de los Loroño, Langarica y Berrendero, que los chavales nos intercambiabamos en el colegio de Indauchu de los padres jesuitas. Los resultados deportivos eran modestos y se limitaban a la Vuelta a España en aquellos años de penurias y carestias, en que si tenias un gato lustroso, te lo comían algunos avisados vecinos si el infeliz se paseaba por el patio en caza de ratones.
El ciclismo es un deporte humilde que exige un gran sacrificio y un gran aparato publicitario. Antes en el Marca, hoy en la radio y en TV. Al ser de pueblo llega a todos, desde un Rey como don Juan Carlos al último español de uno de esos envejecidos pueblos de la España vacía.
La ola verde que nos sumerge, la angustia ambiental ha dado un gran impulso a las bicicletas como medio para desplazarse evitando la contaminación. Incluso se convierte en arma política, léase el alcalde de Valencia y Carmena pedaleando con zapatos de tacón.
Al convertirse en un deporte mundial el ciclismo ha internacionalizado al Tour de Francia, al Giro de Italia y a la Vuelta a España. Los campeones ya no son sólo europeos como Fausto Coppi y Eddy Merckx, sino americanos del Norte y del Sur e incluso nacidos en Kenya.
Como en los juegos olímpicos en los maratones y en las grandes distancias del atletismo brillan los africanos así sucede con los los estupefacientes carabajos, con el último carabajito el fabuloso Egan y también reseñar el zarpazo de un ecuatoriano Carapaz ganador del último Giro.
La fiesta en Colombia es grandiosa la gente desayuna viendo a su joven ídolo pedaleando por los Campos Elíseos y se les nublan los ojos escuchando el vibrante himno nacional. Saludan a Egan como a un dios griego victorioso.
Perdón queridos lectores por este empacho de retórica, pero frente a hombres que llenan los libros de historia con miles y millones de hombres sacrificados en la estupidez de la guerra es hermoso recrearse en quienes gracias a sus esfuerzos destrezas y genio ennoblecen y dan lustre a la condición humana.
Egan enhorabuena eres un héroe de la cultura de paz.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
