Queridos lectores llevamos tanto tiempo de elecciones que nos invade una sensación de
ansiedad, recordais el bolero de Nat King Cole aquello de "ansiedad de tenerte en mis brazos" que plasma muy a lo vivo un sentimiento ante la política de pactos, la guinda de estos meses de agitación política y de hoguera de vanidades.
En Madrid el deseo de ver fuera de la alcaldía a la señora Carmena me recuerda en mi infancia el miedo ante el coco, al del saco que se lleva a los niños malos, al saca mantecas que nos aterrorizaba en noches sin sueño.
Cuatro años más de carmenismo sería algo angustioso, un ogro verde digno de los mejores hermanos Grimm que nos fastidia a diario con su voz quebrada enunciando ocurrencias. Vade retro.
Ya me he acostumbrado a ser un subdito,que no ciudadanos en la Corte de Pedro I, el divino, lo ha querido la voluntad popular y ya es sabido que la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios según el antiguo adagio latino. El refugio de quienes no aceptamos el pensamiento único, la imposición draconiana de unos valores que no compartimos es refugiarnos en la ciudad de Madrid y su comunidad.
Madrid como baluarte contra el populismo de extrema izquierda y el renacimiento del anarquismo y el boca boca a la primera y a la segunda republica, el perpetuarse de la nueva caverna, donde se persigue a las creencias y se hostiga la libertad.
Me diréis no exageras en encarnar en Carmena a los mil y uno monstruos y yo os aseguro que no y sin duda en vuestras ciudades padezcais ansiedades de liberación parecidas, pero la capital de España tiene un peso específico y es un faro dentro de nuestra piel de toro.
Y quedan pocos días para ver como queda "mi querida España" y al alba me atenaza la ansiedad antes de bajarme de la parra y aprestarme a mi trabajo cotidiano y a todas las servidumbres a veces alegres otras rutinarias de nuestra cotidiana existencia.
Ansiedad de amor por la libertad, releer la letra y escuchar este precioso bolero, encarnemos a la libertad en una mujer mítica a la que musitamos canciones de amor. No podemos renunciar a ella y se nos presenta al alba y quedamos embobados.
Confiemos en pasar de la ansiedad al gozo, al apagamiento de nuestras ansiedades ciudadanas. Luego habrá aciertos y equivocaciones, pero se habrá acabo el íncubo verde que amenaza con tragarnos.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
