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El suplicio de Tántalo

lunes, 22 de abril de 2019
En la mitología griega, Tántalo (en griego antiguo Τάνταλος Tántalos) era un hijo de Zeus y la oceánide Pluto, rey de Frigia o del monte Sípilo en Lidia (Asia Menor). Se convirtió en uno de los habitantes del Tártaro, la parte más profunda del Inframundo, reservada al castigo de los malvados.

Fue padre de Pélope, Níobe y Bróteas con la pléyade Dione. Robert Graves dice que su El suplicio de Tántaloesposa también pudo ser Euritemista (una hija del dios - río Janto), Eurianasa (hija del dios - río Pactolo) o Clitia (hija de Anfidamante).

Como vemos un personaje muy ilustre ‎que ha pasado de la mitología griega a nuestras parábolas y dichos populares.

Después de muerto, Tántalo fue eternamente torturado en el‎ Tártaro por los crímenes que había cometido. En lo que actualmente es un ejemplo proverbial de tentación sin satisfacción, su castigo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla (otras versiones del mito se refieren a la rodilla o la cadera), bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de agua, estos se retiran inmediatamente de su alcance. Además pende sobre él una enorme roca oscilante que amenaza con aplastarle.

Esta historia que traslado a mis queridos lectores me la contó mi amigo Trancas muy afligido "Joaquín estoy sufriendo el suplicio de Tántalo". Lo veo desmejorado. Me explica que come poco y duerme menos.

Para mi desgracia en el Barrio de las Letras conocí una moza de muy buen ver vestida de negro y muy gallarda, lungilinea, era castiza y distinguida, con aspecto naif, ese grado de inocencia que nos encandila a los hombres y se entabló una buena amistad entre nosotros que para mi se convirtió en un voraz incendio gallego.

Enhorabuena hombre una zagala así no se puede perder de vista. Esta ha sido precisamente mi desgracia me replica con voz angustiada el Trancas. Comprendo que frente a las tragedias que cuentan Irene Montero y el padre Angel mi historia puede causar risa, pero a mi me desgarra, no lo puedo remediar.

Esta moza y me resisto a pronunciar su nombre no quiero que mis amistades adivinen su identidad es maestra en las lides digitales y maneja el WhatsApp que es una maravilla. Al pricipio la requebraba y piropeaba como hace al caso, pero para mi sorpresa no tenía tiempo para mí, solo guasapito va y guasipito viene. Poco a poco este extraño amor fue convirtiéndose en pasión digital devoradora.

A Inocencia, perdón se me ha escapado el nombre, le gustaba practicar un refinado sadomasoquismo que el mismísimo Divino Marqués de Sade hubiera compartido. Amarse a distancia. Practicar el amor por internet, sin procacidades que tanto el Trancas como Ino son educados y rehuyen la obscenidad, a diferencia del horrible y grosero Diego Costa el delantero del Atleti de lengua desvergonzada para árbitros y jueces futboleros.

Le consolé al Trancas, que ya está entradito en años‎, "Bueno te evita hacer el ridículo y no perder tu calidad de caballero andante sin miedo a que se encasquille tu gatillo".

No apreció mi comentario y me aseguró poco menos que era el espadón del rey‎. "Es el suplicio de Tántalo leerla y no poder ni siquiera rozar su mano y eso que la condenada me manda carantoñas y palabras azucaradas sin pausa,un horror amigo"

Para consolarle y desplegando lecturas italianas le relato que en la novela barroquisima y floridisima "Il piacere" de Gabriele D‎'Annunzio que se desarrolla durante el veranillo de San Martín en Roma los protagonistas una actriz y un noble permanecen como el buen Dios los trajo al mundo recostados en un lecho, cerca muy cerca, pero sin tocarse y así por una larga y lánguida semana.

"Querido Trancas esto es lo que ocurre a ti, es el amor por WhatsApp, la nueva moda digital que practican hasta, me dicen, en La Moncloa para no poner a prueba ni deteriorar el famoso colchón de la gesta del Divino, para así encorajinar al Juan sin El suplicio de TántaloMiedo a quedarse en palacio. Típicas armas de mujer."

Todas estos argumentos que José Ramón el de Mari Paz llamaría "soplapolleces" enfurecieron al simpático Trancas que se marcha sin despedirse obnubilado y acongojado.

Cosas veredes Sancho en estos tiempos digitales la última moda es considerar a los animales tus hermanos, comer verde como los conejos, circular en patinete ‎y hasta hacer el amor por WhatsApp.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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