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La navidad en un Hospital (Vivencias)

sábado, 22 de diciembre de 2007

Les presento a mi hospital de Lugo que, por no pasar de las 500 camas, resulta tan familiar como acogedor. El Materno Infantil y General están unidos por un Cuerpo central, Laboratorios, Radiología y demás derivados.
Dicen que el pobre está viejo y gastado, que ya no sirve más que para el desguace y por eso están construyendo otro nuevo. Cualquier día entrará una escavadora profanando este templo sagrado para terminar amontonando techo y paredes en una escombrera. Lo siento y me duele... ¡Hay mucha vida escondida en sus piedras!
Pues, antes de que esto suceda, voy rescatar de sus entrañas un puñado de vivencias navideñas. Comienzo por el respeto a las personas enfermas.

1.- El respeto
Siempre me ha impresionado el misterio de la Encarnación por sus implicaciones diarias en nuestro comportamiento y mutuo respeto. A Dios no hay que buscarlo entre las nubes: desde que Dios se hizo hombre todo lo humano es divino. ¡Les cuento una vivencia!
Era un 24 de diciembre y, a la salida de la Eucaristía, el Jefe del servicio de Cirugía, después de cenar, felicita al personal de quirófano con estas palabras: ’Quiero que el cuerpo del enfermo sea tratado como el Cuerpo de Cristo. ¡Feliz Navidad!’
Y dicen que él, cuando mete el bisturí, lo hace con el respeto que merece el ser humano desde que a Dios se le ocurrió encarnarse en un seno materno.

Y del quirófano subimos a la quinta planta para compartir otra entrañable vivencia navideña de perdón y de paz.

2.- El perdón familiar
¡Cómo lo recuerdo! Sucedió en la habitación 504. Viuda y todo sacó adelante ella sola a sus cuatro hijos como cuatro soles. Mas el amor entre hermanos había muerto hacía tiempo por culpa del maldito ‘parné’ y la herencia paterna, dejando abierto un abismo entre ellos.
Nadie se lo dijo pero la mamá sabía que se iba y no quería marcharse de este mundo dejando un infierno en su casa. Había que esperar la ocasión y ésta fue por navidad cuando el médico me dice: “Avisa a la familia que esto se acaba”. Llamo primero a un hijo, luego a otro, hasta cuatro, y cuando Dios me dio a entender los reuno y les digo: mamá se nos va, y se va con una pena muy grande en el alma, de vosotros depende el quitarla. ¡Vamos, entrad! Y entraron. Ella, la pobre, ya no pudo hablar pero, juntando las manos, hizo un gesto de reconciliación. ¡Qué bien la entendieron!; el mayor saca de cartera y reparte un fajo de billetes para luego fundirse en un abrazo de hermanos. Y ¡lloramos, claro que lloramos!. La mamá cerró sus ojos y dibujó una sonrisa de paz. ¡Y se fue aquella tarde!. Era a finales del diciembre y la recuerdo como mi mejor Navidad; mamá Carolina había hecho el milagro y el amor ha nacido otra vez en la tierra. ¡Y cantamos ¡Gloria a Dios y Paz a los hombres...!

¡Perdón, me llaman del paritorio, disculpen! ¡Parece un cuento pero es una historia tan real de mi viejo hospital!.

3.- El paritorio
¡Acaba de llegar una buena señora, una más en ese largo rosario de mujeres que vienen cargadas de miedo en espera de un hijo. Ahí está, la pobre, librando sus miedos en forma de lágrimas. Ha preguntado por alguien y se agarra a mi mano. Al fondo una vitrina con paños verdes y al lado, una cuna vacía. Ahora entra la matrona, me retiro dejando en sus manos a la parturienta con el hijo que llega llorando de rabia y abrazándose al aire. Muy pronto la veo salir con su bata salpicada de sangre aún caliente; se sienta y registra en un libro el nacimiento del último niño. Le pregunto y me dice: “es una pobre mendiga, emigrante rumana”.
¡Dios mío... lo de siempre!. Me acerco a la madre y le digo: “Tienes un niño precioso ¡es muy bonito! ¿Qué necesitas? Y al salir me pregunto: ¿qué podemos hacer por esta mujer y su criatura?. De momento darle calor de acogida, ofrecerle ropita y demás, luego buscarle cobijo... ¡Ya sé dónde! En el Centro de acogida 'SÍ A LA VIDA’, hogar nacido para emigrantes embarazadas, niños maltratados o no deseados. Dentro de unos días le darán el ‘alta hospitalaria’ pero no importa pues ya tiene su casa y demás. Ahora a celebrar con ella y su niño la Navidad: ¡un verdadero belén viviente!.

La vivencia siguiente es una ofrenda de amor y humor para el personal sanitario que se queda esta noche en el hospital. No podía ser de otro modo pues ‘quien no sabe reír no debe abrir tienda’ y ¡menos ésta! La sonrisa abre todas las puertas. ¡Sonríe que es Navidad!.

4.- Con humor
Cada año, por las fiestas, el grupo de Teatro del hospital se viste de charanga y recorre la casa amenizando la vida a enfermos y al personal. A su paso, unos dicen que se mueren de risa y otros que les ha curado una carcajada, mas siempre resulta una buena terapia. Luego el obsequio de un ramo de rosas en cada control y esta felicitación: “Sois las manos y la sonrisa de Dios al enfermo. En su nombre este obsequio. ¡Feliz Navidad!"
El grupo canta y canta aunque, a veces, haga destrozos musicales. Los enfermos sonríen aunque lloren por dentro, y las Ats se sienten inmensamente felices. La charanga termina su gira humorística con esta su canción preferida:
Que no se acaba el mundo/ que aún quedamos gente para darle vida; bendita sea la tierra/ yo no tengo ganas de una despedida. Abrázame para que todos sepan sin decirles nada/ que queda mucho amor, que queda mucha fe/ que el mundo no se acaba’ Buenas noches ¡sois formidables!.

Y ahora una superfina con los abuelos. ¿Nos quedamos con ellos? ¡Qué riquitos son y qué tiernos! Si a veces dan ganas de comerlos a besos ¿Les cuento?

5.- Los abuelos
¡Claro que se quedan! Y de eso se encarga Yolanda, trabajadora Social que, los días previos a estas fiestas, se hace un listado de personas sin hogar, abuelos sin familia, y mueve “Roma con Santiago” para que puedan pasar las navidades en el hospital. El voluntariado de Pastoral, se encargará de dar cena y compañía a estos ancianos padres/abuelos que pasan sus últimos días balbuceando palabras de amor por el hijo que los abandonó. Que ¿quiénes son? Son los abuelos que un día se fueron de casa porque ya sobraban y les duele hasta el alma de pena por su soledad. Toda una vida luchando y criando a sus hijos para este final. Quizás esta noche llegue a su corazón la compañía y el cariño que la vida les negó.
Enhorabuena, cuidadoras que andáis por los despachos peleándoos con la jefatura por un colchón anti-escaras, por pintar de alegres colores sus habitaciones o conseguir para ellos la mejor crema hidratante ¡Estáis haciendo realidad el espíritu de la navidad en vuestro hospital! ¡Feliz descanso!

¿Les cuento otra? Ésta va de chicos, auténticos guiñapos humanos que ya en la flor de su vida ven sueños e ilusiones truncados por culpa de unas mafias malditas.

6.- Guiñapos humanos.
¡Qué culpa tienen ellos, los pobres!... Son jóvenes, embrutecidos por la droga y el alcohol; están así por la avaricia de quienes no merecen el nombre de ‘hombres’ y les llaman los ‘narcos’. Sus víctimas son clientes asiduos, enfermos inmuno-deficientes, aislados en celdas de castigo sin saber por qué. Dentro, en su habitación, hay guantes, mascarillas y batas verdes, y fuera, en a la puerta, un cartel “prohibidas las visitas”. Son jóvenes y están solos, bueno miento: casi siempre hay una mujer, la madre que hace guardia permanente y no se queja. Lleva meses y no hay forma de arrancarla de junto a su hijo. ¿Y el hijo? Éste no pide nada pero cuando pasas una tarde con él (más con los ojos que con la palabra) te dice: ¡gracias, y vuelve mañana! ¿Y la madre?, ¡Callada! sólo quiere que su pequeño no sufra y que ella no la echen fuera. Dice que está bien y tiene las piernas como troncos. ¡Y no le duele nada¡ Al final va ser ella quien cierre para siempre los ojos del crío diciendo como yo le he oído: "Hijo mío ¡eres muy bueno¡; hiciste cosas mal... pero ¡eres muy bueno¡”. Y éste es su billete de entrada en el cielo. ¡Grandeza de alma! ¡Alegraos! Os anuncio una gran alegría: ¡Dios tiene corazón de madre! Aleluya.

Les voy a llevar por el Servicio de Urgencias, me gustaría enseñarles la tienda navideña del hospital o el SPAR del transeúnte.

7.- El SPAR del transeúnte.
Así lo denominan sus asiduos usuarios: pobres, borrachos, maleantes, alcohólicos, drogatas, y demás familia. Suelen aparecer por Urgencias -un Servicio donde nadie es forastero- y de paso... pues ¡ale! al capellán de turno para que les abra la tienda. Unas veces es ropa y calzado, otras alimentos, cuando no dinero. En fin... que ya lo saben, pero, por favor, no lo comenten con nadie porque luego se corre la bola y... ¡Es un pequeño banco de ropa y alimentos para necesitados junto con un ‘vale’ para comida caliente en el comedor social del Seminario. Esta forma de vivir la navidad se lo deben al personal de Urgencias que tiene el corazón así de grande. Dicen que el Dios -hecho hombre- les ha guiñado el ojo y responden así el flechazo. ¡Cosas raras de Dios, qué le vamos hacer!

Y, por fin, vamos con la fiesta de Navidad en esta casa. Nada del otro jueves, como podrán comprobar, pero sí entrañable.

8.- La fiesta.
Antes, la celebración comunitaria del perdón para sanar heridas, drenar malos humores, adecentar cada cual su ‘pesebre’, buscar, acoger a los extraviados, y abrir las puertas a Jesús que quiere nacer en nosotros.
Luego la instalación del Belén en el hall de la puerta principal que crea un clima navideño y da la bienvenida al que llega. Ahí está, a la entrada, como una invitación a la acogida y hospitalidad.
Un Belén del que destaca, por su arte y finura, el mural pintado a mano sobre lienzo por Conchita Peteiro. Y van ocho años consecutivos con el Primer Premio de Caixa Galicia y la Asociación de Belenistas de Lugo. En cada Servicio, en sana competencia, el personal sanitario, instala su propio Belén aunque más chico, algunos bien artísticos y originales, por cierto.
Después Misa de Nochebuena en la Capilla (situada entre la UVI, Coronaria, Quirófanos) y que es una cucada con vidriera policromada, su Cristo de madera tallada y, lo más importante, el Sagrario donde diariamente templamos el alma pues, al igual que la guitarra, se desafina ella sola y es preciso de nuevo afinarla. Preside la Eucaristía el Sr. Obispo, que vale un montón, canta el Coral del hospital y se representa un Belén Viviente con la participación de unos 20 niños, sus protagonistas.
Sigue la visita, felicitación a cada enfermo y personal con Obispo, capellanes, Gerente, Dirección médica, Enfermería, Jefe de planta, Coro del hospital y voluntariado del Centro. Pastoral de la Salud obsequia a cada enfermo con un radio/transistor, calendario, libro de Oraciones o Nuevo Testamento mientras se entonan villancicos o el himno de la pastoral (1).
Al finalizar la jornada del 24 estamos más cansados que un zorro pero más contentos que un ocho y cantando aquello de “navidad que con dulce cantar/ te celebran las almas que saben amar..”

¿Y los niños.? Otra fuerte vivencia navideña; ellos son la alegría de la casa y Navidad, la fiesta de un Dios hecho niño. El día 5 de enero es su fiesta y son un mogollón.

9.- ¡Un mogollón¡
Me refiero a los hijos del personal del Centro el día de Reyes en el hospital. El Salón de Actos está hasta la bandera y no llega ¡‘mamma mía... nunca he visto tanto niño junto¡ (pasa de 300).
“Que llegan los Reyes, que vienen los Magos...”.
A las 5 en punto llegan sus Majestades con sus pajes cargados de regalos e ilusiones cumplidas. Ahora su corazón late más deprisa ¡como un pajarillo en manos de un crío!; luego abren unos ojos como platos, juran y perjuran que han sido buenos. ¡Tranquilos que hay para todos! Y empiezan a llamarlos por su nombre. ¡Dios mío, qué nervios! Finalmente la visita a los ‘peques enfermos’ del Materno con su profesora, Papá Noel, títeres, marionetas, payasos, villancicos, poesías, y un mogollón de niños formando parte del espectáculo.¡Es su fiesta¡ y mañana vendrán los del Baloncesto-Breogán y otros personajes muy queridos en el mundo de los niños. Me quedo con ellos porque los Magos siempre traen algo para ‘ese niño que llevamos dentro’ ¡Claro que para eso hay que creer en ellos! Y yo creo ¡vaya si creo!

10.- Conclusión
Les decía al inicio que mi hospital está viejo y amenazado de muerte; presiento que pronto va ser destruido por la mano del hombre ¡Está viejo pero dentro hay mucha vida¡
Que nadie se extrañe si en su demolición se doblan los picos, si no obedece el martillo neumático o si debajo de sus baldosas aparece una madre con un crío en los brazos lanzando un grito de protesta. Es que aún huele a nacimiento caliente. Es viejo mi hospital pero sus piedras guardan vivencias muy fuertes ¡Cuidado, es tierra sagrada¡

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(1) “En mi camino cada día encuentro el dolor junto a mi/ y a veces pienso que no hay derecho a sufrir así; me duele tanto cuando llora un hombre su dolor que quiero hacerle feliz. Desde el abismo del hombre que sufre vengo a ti, Señor/ intento verte en mi hermano enfermo, dame tú la luz; haz que no pase de largo a su vera, quiero ser samaritano de amor. Oigo tus pasos junto a mi al caminar/, te siento cerca, encuentro en ti la fuerza para andar; dame tu mano que si no me perderé / que como tú, Señor Jesús, pase yo haciendo el bien, Cuando un hermano sufre su calvario y aguanta su cruz/ dale tu mano y sé cireneo como el de Jesús y así el enfermo entenderá que en medio del dolor/ le está amando el mismo Dios” (Fernández de León).
Ulloa, Edelmiro
Ulloa, Edelmiro


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