La vida a veces se viste con ropajes románticos puede ser la predisposición personal el
detonante de esta pequeña historia, de este retazo de la confrontación electoral. Una joven esperando en una parada de autobús en los colegios mayores de la Ciudad Universitaria. Vestida con vaqueros rotos y una túnica peruana, un poncho rojo, va al centro a encontrar unos compis y exaltarse en un botellón de vinos y licores baratos. Un clásico del finde, este nombre sincopado del fin de semana.
Salgo de una reunión de eruditos y encorbatados caballeros que discuten sobre ciberseguridad, el tema favorito de las mentes tranquilas y satisfechas cuando se asoman a las grandes emociones de la truculencia de enemigos crueles y ocultos, desenmascarar al maligno, un ejercicio de masoquismo para intelectuales acomodados, que no sufren los zarpazos del paro, ni las estrecheces de la pobreza.
Con esta predisposición y flotando en una oleada de sentimientos románticos de musas que aparecen entre las sombras de la vida gris me dirijo yo también a la parada del autobús.
Surge una conversación banal, que resuelve la aplicación del móvil de la chica, llega el autobús y prosigue la conversación que ahora se envuelve en temas personales, pasa de lo anecdótico a lo íntimo, a tiempo acelerado, con lenguaje asincopado, como habla esta juventud digital enfrascada en su soledad compartida.
No es un encuentro romántico, estoy a miles de millas marinas de traicionar a las musas imaginarias, sino la curiosidad de auscultar que piensan los jovenes, aunque esta desconocida de nombre Alba y madrileña descubre de repente una rabia inesperada,que me sorprende y me llena de curiosidad.
Surge la política de este periodo electoral y la estudiante de ciencias financieras
descubre su lado épico votará a Vox para confundir a los timoratos y rescatar a España, los ojos se le iluminan me habla de Covadonga y de la Reconquista. Me parece que el reloj de la historia ha dado la vuelta y ha regresado al siglo pasado a la retórica de las dos Españas. Parece convencida y despechada.
El autobús llega a mi parada me bajo en este atardecer todavía fresco de abril y me quedo pensando en que empuja a esta estudiante a la épica romántica y no está sola hay muchos españoles que piensan lo mismo. Siento un escalofrío he pasado del mundo erudito y racional al irracional de las pasiones desatadas. Dios nos libre de los fantasmas del pasado y de quienes enfrentando a los españoles se reclaman a constructores del futuro.
No tenemos remedio somos un pueblo duro rocoso y primitivo. Del "no me mueve mi dios para quererte" se pasa a la vagina de la Virgen María de los iconoclastas del momento, unos se dirigen a Covadonga otros al Valle de los Caídos, en caravanas simbólicas de odio y revancha, la diferencia está en que a unos les acompaña la epica romantica como a esta estudiante y otros son carroñeros dispuestos a todo para saciar su inútil venganza. Es un país de locos me digo para mis adentros y busco la llave y llamo al ascensor. Mientras sube pienso en la desgracia de una España que vive entre el misticismo y el revanchismo.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
