Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

El Marqués de Tuercas

lunes, 04 de marzo de 2019
Estoy con Javier en mi rincón favorito de Argüelles ‎en Madrid. Le llaman cariñosamente el Marqués por su afición a reparar bicicletas. Es un hombre cincuentón siempre muy elegante, un verdadero dandy entre todos los que compartimos un torpe aliño indumentario. Tiene una cultura vastísima del siglo XIX, parece un primo lejano de Galdós en versión cántabra.

Un vino riojano, un Ramón Bilbao, es su tizona que blande como su seña de identidad, copa tras copa va derramando sabiduría de Casino y hoy mientras me estoy comiendo unas deliciosas habitas discurseamos, son dos monólogos a la vez, sobre como evitar El Marqués de Tuercasque los sacerdotes sean pederastas y como ayudar a Francisco a detectar estos casos que enfurecen no sólo a las víctimas sino a toda la opinión pública.

Descartamos los métodos de la naranja mecánica de enseñar fotos de niños a seminaristas dotados de ingenios electrónicos, unos gorros con cables para examinar las vibraciones cerebrales. Se podría utilizar solo en zonas muy golpeadas por este nefando vicio, como la diócesis de Boston.

Que impulsa a estos eclesiásticos y a preparadores de deportistas en cebarse en sus indefensas víctimas. Hay algo que funciona mal en esas cabezas. ‎Lo último de hoy es la condena de un prestigioso cardenal australiano.

Que induce a estos santos varones a extraviarse con los niños. Creo que es un misterio para el Papa Bergoglio. Como lo es para mi y para el Marqués. Seguimos dándole vueltas a este espinoso tema y el fantasma del morbo se apodera de mi y me asaltan los fantasmas del pasado y compruebo lo que te marcan los recuerdos de la infancia y de la adolescencia.

En u‎n colegio jesuita había un padre espiritual que se ponía muy nervioso en el confesionario y acercaba su cara enrojecida a sus asesorados y recuerdo con estupor cuando le pregunté, yo era congregante, si podía invitar al fútbol a una vecinita de mi barrio, su respuesta me dejó de una pieza "Las entradas hijo son de pie o sentadas". Sentadas padre". Entonces mejor no, puede haber ciertos roces". Salí del cuarto asqueado y no volví a preguntar nada a ese personaje extraviado en el morbo. Y todavía me acuerdo.

Otros dos pequeños episodios personales uno en un cine de barrio y otro en un andén del metro de París, de insinuaciones improcedentes, que por poco terminan por mi parte a mamporros, se agolpan en mi cabeza en esta hora de rendición de cuentas con esta plaga de pederastas en acción.

El Marqués se queda pensativo y sin duda tendrá recuerdos de algún desaprensivo‎, aunque según él no recuerda nada raro de los padres agustinos de El Escorial donde estudió también Manuel Azaña. Pasamos a discurrir sobre la obra literaria de Azaña, su famoso "El jardín de los frailes".

Javier se toma otros tres copazos ‎que le sirve con su sorna habitual Carlos el camarero del Barsa y nos olvidamos del calvario de la Iglesia Católica y nos enfrascamos en nuestros monólogos paralelos del Madrid de Pío Baroja y la Pardo Bazán.

Son las cuatro. Se abre el semáforo y me voy pitando. Dejo al Marqués apurando su última copa y tal vez encontrado la forma de frenar la pederastia en el clero. Misterio El Marqués de Tuercasinsondable. Para López Ibor hubiera sido simple someterlos a todos a la terapia del electroshock. Hoy este método bárbaro, como el de la trepanación no pueden aplicarse.

Habrá que confiar en el sentido común y en modificar "el dejad que los niños se acerquen a mi" con una coletilla final "siempre que tengáis buenas intenciones" para que los pastores no se extralimiten con su rebaño.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES