La “Fata Morgana”

Ahora, cuando ya pasó la fanfarria de las elecciones que dieron una victoria rotunda de casi el 45% del voto a Cristina Fernández, una “señora de…”, esposa del presidente Néstor Kirchner; ahora, ya en frío, es buen momento para sopesar lo que está pasando al otro lado del charco. Con las cuentas algo más claras si las comparamos a las estrambóticas de inflación galopante de la crisis de 2001 y 2002, y en la senda de un crecimiento que podría comenzar a reducir una pobreza aún del 23 % de la población, Argentina no ha querido cambiar de rumbo y ha redoblado su confianza en los Kirchner convirtiendo a Cristina en la primera mujer presidenta electa de este rico y extensísimo país de más de 40 millones de habitantes, históricamente tan mal gestionado que despilfarra su potencial. En esta nación, que puede dar escritores tan ilustrados e incluso sofisticados como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar al lado desgraciadamente de dictadores tan abyectos como el general Videla, en esta nación, decía, donde la pasión se enseñorea a menudo de la razón, está demostrado que puede pasar cualquier cosa. Hoy en día, con un crecimiento del 8%, se atisba la esperanza si se sabe controlar una fuerte inflación del 8,6 % -tarea prioritaria- y aprovechar los magníficos recursos productivos argentinos ya que tras los míticos de carne y trigo que le dieron fama, el último en fecha es la soja, el “oro verde”, ya en curso de explotación. Los españoles y los gallegos especialmente tenemos nuestra particular historia con Argentina. A primeros del siglo pasado, fue la tierra prometida para nuestros mayores que acudieron allí a “hacer las Américas”. Eran épocas de riqueza argentina y de pobreza española. Buenos Aires, la más europea de las ciudades iberoanericanas, brillaba como sinónimo de modernidad, de prosperidad y su población tuvo y tiene hoy costumbres y gustos como los nuestros.

El presidente Juan Domingo Perón (1895-1974) fue un general populista que borró para siempre las pistas entre derecha e izquierda en su país, desorientando a muchos argentinos con esta tercera vía de gran endeblez ideológica basada sólo en la atracción de un líder. El peronismo aún funciona hoy como marca política en Argentina. Por ejemplo, ahora mismo, el epicentro de la vida pública es una peronista, la nueva presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de 54 años, licenciada en derecho, senadora, madre de dos hijos y gran comunicadora que sueña con renovar el país según promete. Confiemos en que su sueño no sea un espejismo, una “fata morgana”, nombre culto con que se conoce a un a ilusión optica debida a los caprichos de la luz que hace ver cosas que no existen, fenómeno que se da en algunas latitudes, por cierto -qué coincidencia- precisamente en latitudes australes. Ya ven.