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A ardente interioridade de Rosalía

viernes, 07 de diciembre de 2018
Rosalía foi (máis que posuíu) unha interioridade desmesurada. Iso si, absolutamente enraizada nun país, nunha nación, a súa, a nosa, a proscrita. Planta senlleira que nace ou xorde, sorprendentemente fermosa e esvelta, xa que logo, dende unha dimensión escura e marxinal, a das derrubas practicadas por unha historia humana tantas veces cruel e ensimesmada, aquela que se nega á existencia dos “outros”.

Por iso o seu dicir poético e mailo pensamento a el unido teñen fondura, densidade e atracción. Por iso é tamén popular. En realidade, cando unha interioridade é auténtica, lonxe de se pechar en si mesma, conecta de maneira inmediata e secreta cos “outros”, co seu sentir e coa súa dor existencial, ó participaren todos dunha ou doutra forma dese común fondo.

Rosalía era moi consciente dese seu fondo e común sentir e sóuboo verbalizar ademais tamén ó se referir de xeitos diversos ó que ela chamaba ese “fondo sin fondo do meu pensamento” (Follas, 136)[1]. Pensar e sentir, os de Rosalía, están inextricabelmente unidos coa terra corporal que nos constitúe. “Este barro mortal que envolve o esprito / quen o entenderá, Señor...!” (Follas, 142). No seu escrito posterior, xa en castelán, En las orillas del Sar afondará moito máis aínda nesas fonduras e misteriosidades do vivir humano, que se concentran, máis que nas cousas mesmas, no que Rosalía denomina o corazón que as pensa e transforma: “¿Qué es soledad? Para llenar el mundo / basta a veces un solo pensamiento. / Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras / el puente, el río y el pinar desiertos. / No son nube, ni flor los que enamoran; / eres tú, corazón, triste o dichoso, / ya del dolor y del placer el árbitro, / quien seca el mar y hace habitable el polo” (Poesías, 323)[2].

É nesa estraña e íntima dicotomía, na que o espírito humano se move e entenrece, onde xustamente habita Rosalía. “Yo te lo digo, niña, a quien de veras amo; / encierra el alma humana tan profundos misterios, / que cuando a nuestros ojos un velo los oculta, / es temeraria empresa descorrer ese velo; / no pienses, pues, bien mío, no pienses en qué pienso. / - Pensaré noche y día, pues sin saberlo, muero. / Y cuenta que lo supo, y que la mató entonces / la pena de saberlo. / [...] Sólo el humano espíritu al rodar desquiciado / desde su órbita a mundos tristes y desolados, / ni sucumbe ni muere; que del dolor el mazo / fuerte, que abate el polvo y que quebranta el barro / mortal, romper no puede ni desatar los lazos / que con lo eterno le unen por misterioso arcano” (Poesías, 363-364).

A “alma” rosaliana está, pois, misticamente estruturada polas súas “ansias infinitas” (Poesías, 322). Vive así ela aquí e alén de calquera estreito e concreto aquí, atraída de preto e de lonxe pola “esperanza”, sempre amiga: “Cual si en suelo extranjero me hallase, / tímida y hosca, contemplo / desde lejos los bosques y alturas / y los floridos senderos / donde en cada rincón me aguardaba / la esperanza sonriendo” (Poesías, 314). Porque Rosalía, a muller e maila escritora, ofrece e doa a si mesma e ó seu país, Galicia, exactamente iso, esperanza. Ese é o seu imperativo: “¡Poeta!, en fáciles versos, / y con estro que alienta los ánimos, / ven a hablarnos de esperanzas, / pero no de desengaños” (Poesías, 373).

Por iso Rosalía endexamais é a derrotista ou a chorona coa que algúns pretenderon identificala, senón a amante de ser, de vivir, fronte ó se deixar levar polos enervantes “desengaños”, que obstrúen os mananciais da vida:

“La nieve de los años, de la tristeza el hielo / constante, al alma niegan toda ilusión amada, / todo dulce consuelo. / Sólo los desengaños preñados de temores, / y de la duda el frío, / avivan los dolores que siente el pecho mío, / y ahondando mi herida, / me destierran del cielo, donde las fuentes frotan / eternas de la vida” (Poesías, 316).

O “ceo” (ou a “eternidade” desas “fuentes eternas”) de Rosalía non é necesaria ou unicamente un ceo teolóxico ou escatolóxico, senón a dimensión constitutiva mesma de calquera pensar, vivir, esperar ou operar humano, que sen ela deixarían simplemente de xurdir ou de existir. Participa, en troques, dalgún xeito tal “ceo” rosaliano daqueles atributos que lles son familiares entre outros ós filósofos, coma os de transcendencia, totalidade, infinitude, etc., para poderen así ofrecer unha cabal explicación do fenómeno humano. Rosalía camiña nesta dirección cando perfila versos coma estes:

“Cada vez que recuerda tanto oprobio / -cada vez digo ¡y lo recuerda siempre!-, / avergonzada su alma / quisiera en el no ser devanecerse, / como la blanca nube / en el espacio azul se devanece. / Recuerdo...: lo que halaga hasta el delirio / o da dolor hasta causar la muerte... / no, no es sólo recuerdo, / sino que es juntamente / el pasado, el presente, el infinito, / lo que fue, lo que es, y ha de de ser siempre.” (Poesías, 370-371).

Se nesta pasaxe rosaliana o “infinito” aparece máis ligado (fronte ó “pasado” e ó “presente”) ó que aínda non veu, é dicir, ó porvir, é porén frecuente en Rosalía o sentimento ou a percepción do “infinito” non só como algo que “ha de ser” senón tamén como algo presente e envolvente: “Los astros son innúmeros, al cielo / no se le encuentra fin, / y este pequeño mundo que habitamos, / y que parece un punto en el espacio, / inmenso es para mí” (Poesías, 357).

Pode dicirse que a loita de Rosalía co misterio da morte parece case xa anunciar ou presaxiar a do propio Unamuno. Ela opera aquí xa desde a fondura da súa vivencia e sentimento presentes do “eterno”, do “inmenso”, do “insondable”, do “infinito”. Advírtase, se non, a paixón deste texto rosaliano:

“¡Jamás! ¿Es verdad que todo / para siempre acabó ya? / No, no puede acabar lo que es eterno, / ni puede tener fin la inmensidad. / Tú te fuiste por siempre; mas mi alma / te espera aún con amoroso afán, / y vendrás o iré yo, bien de mi vida, / allí donde nos hemos de encontrar. / Algo ha quedado tuyo en mis entrañas / que no morirá jamás, / y que Dios, porque es justo y porque es bueno, / a desunir ya nunca volverá. / En el cielo, en la tierra, en lo insondable / yo te hallaré y me hallarás. / No, no puede acabar lo que es eterno, / ni puede tener fin la inmensidad. / [...] Arrodillada ante la tosca imagen, / mi espíritu, abismado en lo infinito, / impía acaso, interrogando al cielo / y al infierno a la vez, tiemblo y vacilo.” (Poesías, 319-320).

Esperanza comunal de inmensidade e infinitude é a que crea o “soñar” de Rosalía nunha eterna e futura conxunción da aparentemente efémera realidade toda: “Pero llegará un tiempo quizás, cuando los siglos / no se cuenten y el mundo por siempre haya pasado, / en el que nunca tornen tras de la noche el alba / ni se hunda entre las sombras del sol el tibio rayo. / Si de lo eterno entonces en el mar infinito / todo aquello que ha sido ha de vivir más tarde, / acaso alba y sepulcro, si en lo inmenso se encuentran, / en uno se confundan para no separarse. / Para no separarse... ¡Ilusión bienhechora / de inmortal esperanza, cual las que el hombre inventa! / Mas ¿quién sabe si en tanto hacia su fin caminan, / como el hombre, los astros con ser eternos sueñan? (Poesías, 350).

Os soños son porén en Rosalía, alén da súa relación cosmolóxica ou epistemolóxica, un asunto eminentemente antropolóxico, ancorado xa que logo na existencia humana mesma, que sen eles fica baleira de contido e plenitude vital: “No importa que los sueños sean mentira, / ya que al cabo es verdad / que es venturoso el que soñando muere, / infeliz el que vive sin soñar” (Poesías, 321-322).

Coido que o seu mellor canto ós “soños” podería ser aquel que ela formula neste inigualábel texto:

"Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, / ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros: / lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso / de mí murmuran y exclaman: - Ahí va la loca, soñando / con la eterna primavera de la vida y de los campos, / y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, / y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. / - Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha; / mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, / con la eterna primavera de la vida que se apaga / y la perenne frescura de los campos y las almas, / aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. / Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños; / sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?” (Poesías, 370).

De modo que para Rosalía a auténtica “verdade” toma asento, non no “real” (como predicaría unha filosofía “realista”), senón xustamente nos que semellan ser os seus directos opoñentes, os soños, a fantasía: “Pensaban que estaba solo, / y no lo estuvo jamás / el forjador de fantasmas, / que ve siempre en lo real / lo falso, y en sus visiones / la imagen de la verdad.” (Poesías, 377). En tal sentido, Rosalía criticará tamén algo máis adiante aquela “outra voz” que, en contra da “virxe pobre”, considera “venturosa aquella [vida] que en vez de sueños realidades ama” (Poesías, 382).

Galicia foi así para ela o seu auténtico “soño”, é dicir, máis verdade e máis relevante que a “realidade” dos realistas. É así como Rosalía constrúe nación. Dende a nidia protesta súa contra “el inmenso caudal de los agravios” a esa “patria”, Galicia, “siempre oprimida y siempre / de la ruindad y la ignorancia pasto” (Poesías, 341). Non nos pode, xa que logo, estrañar a rebelde oración que da pluma de Rosalía abrolla no medio e medio de En las orillas del Sar:

“Yo inclino / la frente al suelo [...] / mas ¡oh, Señor! a consentir no vuelvas / que de la helada indiferencia el soplo / apague la protesta en nuestros labios, / que es el silencio hermano de la muerte / y yo no quiero que mi patria muera, / sino que como Lázaro, ¡Dios bueno!, / resucite a la vida que ha perdido; / y con voz alta que a la gloria llegue, / le diga al mundo que Galicia existe, / tan llena de valor cual tú la has hecho, / tan grande y tan feliz cuanto es hermosa.” (Poesías, 340).

Este é o legado “nacional” que fai público Rosalía no ano mesmo que antecede ó seu pasamento.



[1] Follas fai referencia á súa obra Follas novas (ed. por Anxo Angueira), Vigo, Xerais de Galicia, 2016.
[2] Poesías é o volume editado en 1973 polo Patronato Rosalía de Castro. Del tomo as referencias a En las orillas del Sar.
Cabada Castro, Manuel
Cabada Castro, Manuel


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