Junto a los derechos humanos tantas veces usados impropiamente para mejor poder violarlos están los "deseos humanos', que son más importantes en la vida de las personas, por no ser reinvindicativos, sino algo muy espontaneo y positivo.
Entre los deseos más relevantes esta el de la felicidad, que es más fácil cuanto menos exigente se sea. Es un sentimiento, una sensación, que puede ser fugaz o convertirse en permanente. La felicidad es un arte.
Está la salud, sentirse sano, alegre y optimista. Salud física y mental, que van de la
mano y que se echan de menos cuando se pierden.
Están la familia y los amigos indispensables para desarrollar una sociabilidad. Este deseo hay que ejercitarlo.
Hoy me quiero centrar en el universal deseo de viajar. Frente a los esclavos de la gleba soldados a un territorio, por razones políticas o económicas, están quienes viajan por la pura inquietud y curiosidad y quienes lo hacen por trabajo, turismo o simplemente aventura.
Las nuevas tecnologías han empequeñecido el mundo, lo han hecho más palpable, más accesible, más visible. No hay mayor tiranía que la de impedir a los ciudadanos viajar es condenarlo a la ignorancia, negarles la belleza y la diversidad, coartar sus aspiraciones de opciones de vida.
Es un deseo irrefrenable y tratar de impedirlo es como poner fronteras al mar. Hay excepciones como la de los venecianos embrujados por su ciudad, pero quienes no han visto nunca el mar anhelan escuchar el ruido de las olas.
Se puede viajar con la imaginación sintiéndose un Jules Verne o un Emilio Salgari y recorrer países lejanos y surcar los siete mares, pero no es igual, un alimento, por ejemplo una papaya, se saborea mejor después de haberla probado.
El amor con sus flechas de Cupido es un aliado del deseo de viajar. Redes como las de facebook y las agencias especializadas en el celestineo impulsan a desplazarse y junto al amado a descubrir otros mundos.
Las grandes migraciones llevan el deseo de viajar a una lucha por la supervivencia y la mejora de la calidad de vida.
Son ansias universales que proyectan los viajes a una necesidad vital. Excepto para quienes están obligados por su profesión. Nada es perfecto. Se desea lo que no se tiene y se padece lo que impone un deber, una obligación.
Viajemos pues, pero conservemos nuestras raíces, valoremos lo nuestro comparándolo con lo ajeno, pero tratemos de ser felices.
Viajar un poderoso "deseo humano".
Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com
