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Patria y vergüenza

lunes, 17 de septiembre de 2018
Hay ideas como Dios, patria… y conceptos éticos y morales que conllevan a uno a acatar normas de convivencia dentro de la sociedad en que se desenvuelve.

Sin embargo, cuando la vida y el estudio nos proporcionan otros conocimientos, es posible que nuestras verdades, aceptadas hasta entonces a pie juntillas, se desvanezcan y nuestra percepción de las mismas, ya sea por evolución, ya por formación, difieran enormemente de aquella que nos inculcaron en la infancia. Me refiero concretamente al concepto de patria.

Viviendo en la España de la postguerra, la democracia y la situación actual dentro de la misma, uno no puede por menos que entender el enorme amor de Machado, ante la deriva de la sociedad en la que le tocó vivir, y el profundo dolor sufrido ante la impotencia que supuso una guerra fratricida, donde la barbarie acalló a las voces más sinceras, sensatas y cultas como suya. Él, que sufrió una España dividida por la brutalidad, la ignorancia, la religión, las ideologías, el odio, la avaricia…y esa inconmensurable agresividad del ser humano, nos enseñó, con su ejemplaridad, un camino de concordia escaso en eco y despreciado en procederes.

Viene esto a colación porque, sintiéndome machadiano, nunca me sentí identificado con banderas y demostraciones de exaltación patriótica de mis conciudadanos y, sin embargo, sufro con sincero dolor los avatares de mi País. Y es por ello que, consciente de mis limitaciones y el escaso eco de mis lamentos, trabajo cada día para poner mi grano de arena, aunque dude –la experiencia lo demuestra- que la esperanza pueda dar sus frutos. Ciertamente, puede que mis sueños puedan resultar palabras bonitas; pero eso no puede evitar que los sinvergüenzas de toda estirpe, que pululan por doquier, la saqueen con toda su avaricia cual buitres depredadores.

Ajenos viven ellos a los niños que pasan hambre, a los ancianos que carecen de residencia y calefacción, a los parados que piden en las puertas de los supermercados… y a ese descomunal número de reformas que se requieren en aras de una sociedad más igualitaria y , por tanto, más justa.

Desgraciadamente, vivo impotente ante el desenfrenado saqueo de las arcas públicas y las filosofía justificativas de tamaño atropello. Y añoro a los políticos que debieran ser ejemplares en su proceder para corregir tantos desmanes, aunque la experiencia me muestra, a mi pesar, que la clase política es una caterva de voraces depredadores, vividores de la demagogia, serviles títeres de las grandes fortunas y lobis empresariales. Y esta irresponsabilidad la observo en las más elevadas instancias. Desde la cúpula, hasta el último patán. Aquí tanto da que la Casa Real produzca escándalos, que los políticos nos mientan y falsifiquen titulaciones, que la leyes sean los juguetes de los ricos para realizar la depredación de los humildes, que los jueces se conviertan en meros funcionarios más pendientes de los ascensos u otra dádivas que de repartir justicia. Eso es España. No la piel de toro de fútbol y comilonas, que también, sino la despensa de la juventud para ser explotada en cualquier lugar.

Pero es que aquí se implanta la reforma laboral de Kunta Kinte con la complicidad de unos sindicatos acomodaticios; se permite la explotación laboral sin límites justificándola con el paro; aquí se permite la deslocalización de las empresas que reciben subvenciones y no pagan a la Seguridad Social; se consiente el mercadeo a empresas que se deslocalizaron y obtienen ventaja fiscales en países adaptados a tal fin; aquí se permiten amnistías fiscales a los grandes defraudadores; aquí se llega a acuerdos con ellos y se consienten rebajas que al resto de los ciudadanos no se les dan; aquí se conceden licencias y espacios públicos a importantes empresas a cambio de nada, aunque la certeza popular sepa que existen comisiones escondidas; aquí muchos, no todos, los funcionarios realizan una labor muy deficiente;… y aquí uno puede ser castigado con la ley Mordaza por decir verdades que ampara la libertad de expresión.

Aquí no funciona una sanidad, que era puntera, y a la que la avaricia de la empresa privada se encarga día a día de desmantelar; aquí se protege a la escuela privada, en detrimento de la pública y se usa ésta como gueto para emigrantes; aquí la política energética, sin sentido alguno, sigue dependiendo del petróleo y el carbón; aquí sólo se industrializa con geriátricos; aquí se seguirá mimando a Cataluña en detrimento de las demás comunidades; aquí las infraestructuras, que apenas se construyen, son sólo para el Mediterráneo;aquí nos vendieron la moto de la globalización y obligan a nuestras industrias a competir en sueldos con sueldos de China, Corea del sur o Marruecos; aquí no hemos querido buscar soluciones para estos problemas y hemos dado alas a los extremistas de derechas, que proliferan cada día más con sus medidas “salvadoras” de racismo e intolerancia.

Por eso hoy, mi Patria, ahuyentó a sus hijos y los abocó al destierro más doloroso. Y aquí quedaron sus padres sobreviviendo, en este inmenso geriátrico de pensionistas que rezan –sabe Dios a quien- para que no se acabe la paga. Ya el campo se abandonó, la pesca pega sus últimos coletazos y los parques empresariales se convierten en enorme descampados.

Hasta aquí, una pequeñita foto de mi dolor, madre Patria. A Machado, en Colliure, no le conté nada de ese dolor mío, porque bastante tuvo con una España todavía sumergida en el abuso y el rencor. Una España que requiere, igual que mil primaveras, mil Machados. Que en paz descanses, Maestro. Y tú, mi Patria, que tengas suerte que mucha falta te hace.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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