No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Este parece ser el leit motiv, el lema de la politica del gabinete del Divino Pedro. No es una mala treta fingir no darse por aludido cuando te provocan. El Iluminado de Blanes, el simpar Torra, el lacayo de Carlitos el Tramposo, ya no sabe que hacer, se desgañita, se pone de puntillas para insultar con garbo, rebusca su catalán más encanallado para encontrar los adjetivos más hirientes, especialmente contra el monarca,pero se queda con las ganas de la airada respuesta y enceder la mecha de la polémica.
El Divino impasible, no mueve ni un músculo de su rostro tan admirado por Angela
Merkel, asi detiene las inevitables arrugas que un día surcaran su rostro. Su ministro del Interior se refugia en algún subterfugio verbal para no dar la cara. A Grande Marlaska no le acompaña la voz, demasiada débil y quebrada. Sale siempre airoso aunque los catalanes derramen sus invectivas, violen la ley o la ignoren más que mejor. Nada, no se entera. Les deja a los de la butifarra con las ganas de enfrascarse en la greña.
Carmen Calvo, con su inclusividad a cuestas, no entra en el leguaje machista de Torra y complices. El catalán no se toca, aunque disparaten más y mejor en sus filipicas que rezuman desprecio hacia las féminas hispanas. Aqui no hay nada inclusivo. A los indepes no se les toca.
El astronauta está permanentemente en las nubes, por lo que no entiende de mezquindades terrenas. Asi que no plantea problemas al Divino. Con ministros así se duerme tranquilo. Estan en la luna y dan brillo con luz propia al gobierno.
Las bellas damas que dirigen los diversos ministerios, están en otros menesteres, aunque la Montero frunza el ceño ante las peticiones de dinero que llueven desde Cataluña y la de administraciones públicas procure arrimar el ascua a la sardina sin descompensarse demasiado. La madre superiora de educación la de la doble aa, que parece muy suelta, siempre tiene la palabra diálogo al quite,asi que no se embarra ni un ápice en su siempre pulcra presencia.
El verso suelto, sin pelos en la lengua es Borrell, que arremete una y otra vez contra los groseros indepes y les pone las peras, siempre de Lleida claro, al cuarto. Poca cosa para los dislates de quienes hablan de presos políticos y no se apean de su República de opereta.
En resumen a los escupitajos limpiarse las mejillas, sonreir y seguir con el pañuelo en la mano por lo que pueda venir. Ya se aburrirán, palabra que recuerda al simpático asno. Es una buena formula, morderse el labio, contar cien antes de contestar y luego no darse por enterado. Paciencia a destajo. No está mal, aunque a algunos nos bulla la sangre.
Joaquín Antuña
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