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Morante de la Puebla

miércoles, 15 de agosto de 2018
Morante de la Puebla En todas las profesiones, incluso las de simplemente vivir, hay personas que rompen las reglas y se convierten en personajes.

En un día muy soleado en que la ciudad de Gijón lucia en todo su esplendor en el centenario coso de El Bibio ocurrió algo insólito. No sólo que un torero se paseará con la bandera del pirata sino que otro, famoso por sus desplantes, se desentendiera del toro después de recibir un aviso , muy guapamente, con su cuadrilla, se refugiara en el callejón.

Estupor... Un único cabestro, que el presupuesto no da para más, que sale a buscar al toro y sin que suenen más avisos se acaba la función del quinto de la tarde en una corrida en que tuvo como triunfador a un joven peruano de Roca Rey por nombre.

Mientras tanto, el Divino, en Sanlucar de Barrameda se extasiaba con la Merkel. Casado hacía jerribeques con su máster y las pateras seguían llegando a las costas andaluzas.

El Iluminado de Blanes consultaba a Carlitos el Tramposo, siempre en su casoplon de Waterloo las Mil y Una Trétas para poner en solfa al odiado Borbon. El Divino miraba para otra parte. La consigna era dialogar y... más dialogar.

Los antitaurinos se preparaban para hacer su numerito de violenta protesta contra lo que ellos calificaban de maltrato animal. Entre ellos, algunas militantes se lamentaban de la mala suerte de las vacas que en vez de alimentar a sus terneros se las explotaban sin conciencia para el uso humano.

La primera ola de calor de verano trajo consigo los habituales incendios casi siempre de la mano de piromanos hambrientos de lucro y de odio al mundo. Muchos turistas vieron frustradas sus vacaciones por las huelgas de compañías de bajo coste. Esas que nos permitían viajar muy barato pero a costa de todo tipo de triquiñuelas para explorar a pilotos y personal de vuelo.

La vida política había entrado en un gran marasmo... Salpicado tan solo por los lamentos de los cesantes y los gritos de júbilo de los que pisaban la moqueta, disponían de coche oficial y de nombramientos rimbombantes.

Por eso la atonía se rompía con un gesto insólito como el de Morante. Sus rivales en las ocurrencias estaban paralizados. La Colau con sus manteros a cuestas. Carmena sabe Dios dónde y El Coletas y su pasionaria tratando de salvar a sus hijinos. Rivera meditando en cómo salir del golpe bajo que le había propinado el Divino con su audaz toma del poder. Rajoy ya destinado en Madrid abría un capítulo nuevo en su vida mientras que los narcos de La Fariña seguían haciendo de las suyas, el oro blanco del que escribió Sabiano.

El Rey emérito, Don Juan Carlos, escondido debajo de una mesa camilla, hay que respetar la tradición, para que las revelaciones de Corinna le salpicaran lo menos posible mientras que Villarejo entre rejas preparaba infundios sin fin y Ana Rosa consolaba a su maridito que andaba muy afligido.

Durante mucho tiempo se habló de refugiados pero, al calmarse la atribulada situación de Siria y Venezuela caer muy a trasmano se extinguian la mayoría de ellos y aparecían los emigrantes con sus dramas a cuesta y sus arriesgados rescates perpetuados por los nuevos y generosos piratas del Mediterráneo. La cuestión dividía a Europa entre quienes los rechazaban y quienes fingian aceptarlos. Morante de la PueblaFrancisco se quedaba solo...

Por todas estas razones ayer en Gijón aplaudi al único pirata con su parche en el ojo y su toca para cubrir su cuero cabelludo hecho trizas por un feroz morlaco luciendo y blandiendo su bandera negra con la calavera y las tibias. Y también al iconoclasta Morante mientras una damisela extravagante se quitaba y se reponia los refajos para llamar la atención de esta vez cuatro mozos de una peña, no como los de la Manada, y un caballero con camisa rojala fotografiada a hurtadillas...Este cuadro tan normal y tan ridículo regocijaba a un tendido de sol mientras el pirata y Morante excitaban al público y conseguían su momento de gloria.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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