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A guerra de Ifni (16)

martes, 28 de agosto de 2018
Escena 2ª

Entra el Alguacil con un rollo de papel enorme, como de tres metros de largo, y se lo entrega al Secretario, quien, para leerlo con más comodidad, se sube a un taburete.

Todas las actuaciones deben tener un punto de comicidad, y la ironía será el denominador común de todas y cada una de las intervenciones de los distintos personajes, en todas las escenas, cualquiera que sea su bando y/o su ideología.

Que sea constante el ambiente de tragicomedia.

Secretario
-¡Señoría, Eureka! Aquí lo tengo; esta es la inducción...; ¡goce con ello, que no es para menos!

Historia, autoritaria:
-¡Secretario, no prejuzgue! Limítese a leer, que tal es su oficio: Leer los secretos..., ¡de los otros!

Secretario
-Eso hago, Señoría, leer, que aquí mismo, aquí abajo, dice, literalmente, No cejeis en la conquista de África... ¡He aquí la clave! Aquí está; este es el secreto de los imperialistas, el secreto de aquel Superministerio de Marruecos y Colonias...!

Zamalloa, que se dirige colérico, irrespetuoso, al Tribunal de la Historia:
-¡Lo veis, pleiteantes del carajo! ¡Cinco siglos, cinco, obedeciendo esta orden, este codicilo de la Reina Isabel, y nadie lo revocó! ¿Entonces, cómo os atrevéis a juzgar una espada obediente, la más limpia de Occidente?

Si Allal el Fassi, en un aparte:
-¿Limpia, limpísima...? ¡Ja! Esto, por poder, pudiese ser, pues Franco tenía un Asistente para cada cosa, siguiendo los usos y costumbres del imperialismo español más recalcitrante: Un ciento, cien Asistentes, además de aquel cocinero - catacaldos, que lo seguía a todas partes, aquel Pérez González, que lo llevaron de su Pradillo de Cameros, hijo de un Guardia Civil, pues para el Excelentísimo era la mejor de las credenciales; ¡igual ocurría con el Ministro Arburúa, que también lo era, eso, hijo de un guardia! Don Teódulo sólo se fiaba de sus guardias, de la Civil y de la Mora. ¡Como veis, de España lo sabíamos todo, pues para CIA, la mía! ¡Y para historiador, yo, que también me tengo por Geógrafo Mayor del Gran Magreb!

Después de una pausa, con flema y con suficiencia, doctoralmente:
-Señoría, permítame una cuestión de orden, una mera puntualización; digamos que, un matiz!

Historia
-Lo siento, Si Allal, pero no puede hablar hasta ser presentado; por lo menos, biográficamente. Cuestión de preceptiva literaria, ¿sabe? ¡Y luego está la rigurosidad histórica! Usted, a los efectos, y con respecto a España, fue un afrancesado, por más que lo disimule, así que providencio que lo acredite, antes, este Secretario de las Actas en Francés. Y hágase una traducción simultánea al gallego, para que vea Zamalloa con quien se enfrenta..., ¡que siempre funcionó mejor el Servicio Secreto del Istiqlal que el español! ¡Histórico!

Secretario, con el expediente personal de Si Allal en la mano:
-Sí, con mucho gusto. Sidi Allal, o Al-lal, el-Fassi, o, El Fassi; de aquí en adelante, El Fassi, fue Profesor de la Kairaouine ; y también, ¡también!, líder del Istiqlal, aunque por veces disimuló ese cargo; ¡mejor dicho, esa carga! Asumió plenamente la Jefatura del Movimiento de la Resistencia Marroquí, si bien, en algunos aspectos, se escudó en su portavoz, el alfaquih de Rabat, Al Bassri...

Organizó aquellas bandas armadas, aquellas harcas que atacaron simultáneamente en Ifni y en el Sáhara en la noche del Veintitrés de noviembre del año cincuenta y siete... A mayores, fue el gran soñador, ¡otro Abdelkrim! O mejor que él, pues imbuyó en las juventudes marroquí - argelinas la fiebre imperialista de un Gran Magreb, un Imperio Noroccidental que englobase Argelia y el Sáhara, confinando por el Sur con la propia Mauritania, y subiendo por el Norte hasta Córdoba. También se dijo que pretendía llegar a Toledo, cosa que seguramente sea cierta ya que fue un dulzainas, un devoto del mazapán, ¡o lo que es igual, que gozaba mazándoles el pan a los españoles!

El Fassi, aunque internacional por nacimiento, ¡nació en Tánger!, resultó un auténtico Califa: ¡Del saber, de la religión, de la guerra...! Un Califa con mayúsculas, aunque sin califato. Quiere decirse, un Califa caviloso; séase, un ultra..., cabileño!

Por otra banda, ya que tanto se encomió en esta Sala el lustre de la laureada de Zamalloa, permítaseme darle el betún que le corresponde a este eximio Professeur del susodicho Karuin, también conocido como la Kairouan , o la Kairaouine , según en qué idioma se escriba o pronuncie, que trae su ilustre renombre de aquellos refugiados cairotas del siglo IX ¡Con decirles que el ilustre Papa Silvestre II, siglo X, fue allí, precisamente allí, en esa Escuela, donde aprendió aquellas matemáticas, árabes por supuesto, que les llevó a los Europeos, pues en tal época aun contaban por los dedos, de Toledo para arriba!

Historia
-Señor Introductor, como pretendemos ser equitativos, en estos antecedentes le queda por referir un gran expolio padecido por la vieja Spania: ¡Que casi todos los libros de la biblioteca medieval de Córdoba fueron parar a esa Kairaouine tan celebrada, pues el obispo gallego, Gelmírez, no fue el único que robó reliquias!

Secretario
-¡Cierto! Y tampoco dijera que su gran minarete es la admiración de medio mundo mundial... Admirada la Universidad, admirado su minarete, pero más admirable este ilustre Professeur, este Si Allal el Fassi, que no le dieron el premio Nobel..., ¡por tratarse de cuartos que vienen de la pólvora, y de eso ya tenía el!

Historia
-Así acreditado, y con todo en regla, hoy nos toca hablar, precisamente, de pólvora, ¡pues el arte lo dejamos para otro día!, Si Allal ya puede intervenir, pero le ruego que sea concreto y directo, s'il vous plâit! Quiere decirse, más en galo que en galaico, más en galo que en suevo, pues para suaves nos llega con los gallegos, con los del mestizaje universal, con estos inseminadores que repoblaron, entre ellos y los portugueses, los cinco continentes, ¡que si llegan a ser caballos árabes...!

El Fassi, que abre su Corán, y lee despacio, calmoso, doctoral, solemne:
-El que cree, ese tal combate en la senda de Dios... ¡Inch´Allah!

Cierra el libro sagrado, con reverencia.
-¡Eso es precisamente lo que hacemos nosotros, y lo hacemos por Alá! ¡Eso, que siempre combatimos por imperativo de Alá! ¡Así que, Dieu et mon droit! En definitiva, y para abreviar, que aquí todos somos muyahidin, que viene a ser, dicho en castellano, ¡combatientes de la fe!

Historia
-Mon cher ami, siga despacio, tal y como empezó, y no se emocione, que su combate, su barud, ya está hecho. Ahora se trata de historiarlo, de hacerlo inteligible para las generaciones venideras...; ¡si es posible! ¡Y que les sirva de escarmiento! ¡Inch´Allah!

El Fassi
-Decía aquí mi contrincante, este guerrero tan..., ¡correúdo!, don Mariano, refiriéndose a su Caudillo, aquello de, la espada más limpia de Occidente... Pues bien, esa calificación se descalifica de suyo por venir de quien viene, por venir de Petain, que fue quien se la aplicó; ¡gratuitamente por cierto!

Zamalloa
-¡Por venir de De Gaulle, dirás, que menudo galo...! Mas, como dijo Mateo, que también te lo voy a traducir, Fas est et ab hoste doceri! Lo que significa, dicho por libre, ¡que hay que aprender de los enemigos! Aunque la verdad completa es que el muy astuto lo dijo en arameo, que después del gallego es la lengua más parabólica de este mundo. ¿Lo sabías, viejo sabedor?

El Fassi
-¡Así que, dándose de erudito, eh viejo Marte! En ese caso también sabrá aquello de, Ex abundantia cordis os lóquitur; que no se lo voy traducir, ya que tanto sabe! No, no es eso, que usted, bien pensado, en el sitio del corazón lo que lleva es una laureada..., ¡de cuatro espadas!

Historia, que interrumpe aquellas disquisiciones:
-Ténganse vuesas mercedes, y usen términos apropiados, que no es lo mismo decir polo que galo. Con la semántica están los orígenes, y luego que, de latines, de trolas desviacionistas, de lavados cerebrales..., ¡estoy harta! Prosiga, General, pero hágalo con generalidades de general entendimiento, que me están liando con sus rollos macabeos. ¡Ambos, los dos, a cual más!

Zamalloa
-Señoría, si la orden de conquistar África procede, como quedó probado, de la Reina Católica, aquel católico, el tal Capaz, entonces coronel, hizo lo que debía hacer: Desenvainar la espada para que entrase en Ifni la Santa Cruz; ¡por lo menos, la de nuestra Mar Pequeña!

El Fassi
-Doña Historia, aquí tiene al gallego en su propio caldo; ¡séase, en la escalera! ¿Sube o baja, enguedeja o se está quieto? Pero aquí no se juzga a Capaz, que ya tuvo su amonestación, aquella de Lerroux, por abandono del Servicio al irse de Villa Bens para ocupar Ifni sin permiso de Madrid. Señoría, repare en la gravedad del caso, ¡sin permiso de Madrid!

Historia, hablando sola:
-¡Capaz, lo que es Capaz, era capaz de todo, o casi! ¡Demasiada capacidad, demasiada iniciativa, que bien lo sé! Le fusilaron en Madrid, cuando la guerra...; ¡la Incivil, quiero decir! ¿Qué más se le puede pedir; qué más que un martirio de esa manera para un conquistador de yermos? ¡Encima de bobo, mártir! Ese la merece de quercus, séase, de roble, la estaca, y no de laurus nobilis, de laurel, la corona!

Zamalloa
-Señoría, estoy viendo, aquí mismo, en este Jurado, un representante de los Contribuyentes españoles. ¡En este caso, que me sirva de testigo! ¿Fue o no fue extraordinaria la sobriedad, la precariedad de medios, del coronel Capaz, aquel héroe de las chumberas ifneñas? Solamente le faltó apurar el lápiz, tal y como hacía el Almirante Carrero Blanco... ¡A ver, que hable, que se exprese este Contribuyente, pues en España, sabido es, pagan y callan!

La Historia ladea su honorable testa y hace una espiral con el índice, enigmática.

Zamalloa prosigue:
-¿Que no, que no le deja hablar, ni aquí ni ahora? ¿Que está indicando, Señoría, que los Jurados hablarán en el segundo acto...? ¡Por mí, vale! Entonces lo diré yo: Capaz, un hombre austero, se fue para Ifni, ¡sin sumiller! Solamente se llevó un Cabo Furriel, y para eso, precisamente para eso, ¡un Paniagua!

Risas en la claque, que irritan visiblemente al General:
-¡Que no, coño, que no dije paniaguado! ¡Maldita sordera colectiva...! Y no se escandalicen si juro, que se viene jurando en la Milicia..., ¡desde los Tercios de Flandes! Si no me creen, pregunten en ese Mastricht, o Mastrique..., ¡si saben onde es!

Aquel cabo, aquel Furriel, era Paniagua; ¡Paniagua de Hoces, recoño! Después de eso, al licenciarse, montó una panadería, precisamente en la calle del Seis de Abril... Y como tal panadero ejercía entonces, cuando aterricé en el Territorio, en el Cincuenta y siete...

Es igualmente cierto que en Cabo Juby, después Villa Bens, y por último, Tarfaia, nuestra escuadrilla era de Breguets oxidados. Tan estragados estaban aquellos aviones que, cando iban para Ifni, a dar alas a Capaz, aquel Breguet del Teniente Botija y del Suboficial Labarga tuvo que ir bajito, bajito, rozando en los arganes, ¡tal que una hoz! Díganme, en tal caso, ¿qué agresividad podía haber en una visita de calzón corto, con la fusta debajo del brazo, y con aquellos aviones, con aquellos pájaros tontones, que es como les llamaban los ifneños, todos oxidados, chatarra pura?

¡Ah, calláis; luego tengo razón! Si Allal, cuando los de nuestro Capaz iban para Ifni, así, bajitos, con los motores renqueantes, los tuyos, estos correligionarios tuyos, ¡les dispararon con una fusila, a dar! Esta fue la primera de las traiciones. ¡La primera de tantas...!

Bien sabíais que en nuestro Tratado de Paz con tu Marruecos, después de aquella campaña de mil ochocientos sesenta/sesenta y uno, vuestro Sultán, el de entonces, ¡que aún no conocía la existencia de Francia!, nos reconoció... ¡Reconocer no es donar, que mal se puede donar aquello que no se posee! Digo, en la costa Occidental de África, una franja de terreno, para que pudiésemos reconstruir la factoría histórica, aquella pesquería del señor Fernández de Lugo; ¡otro gallego! Entonces se consideró aquella leira, aquella franja, como de soberanía plena. ¡Española, por supuesto! Y supongo, también, que tú, un Profesor Magnífico, que así te haces llamar, sabrás leer, y, como doctor en leyes, podrás interpretar los Tratados Internacionales de tu propio país... ¡Digo que, como dijo el otro, qué menos que saberse la Cara de Cristus!

El Fassi
-¡Sin afrentas, gallego; hágame el favor! Tengo para mí que aquellos fusileros del Sur de mi Marruecos nunca vieran un monstruo volador, que les espantaba las gacelas. Pues, por eso...; ¡por eso pensaron que aquel Breguet descolorido era la madre de las cigüeñas! ¿Lógico, no?

Zamalloa, cabreadísimo, con su voz potente, todo un Marte:
-¿Y si fuese la cigüeña madre, en ese caso, qué, voto al Cielo!

El Fassi, firme pero atemperando:
-¡Hombre, casi nada, que ya estaba bien de mestizaje, y de violaciones, allí abajo, en el Sáhara, en nuestro Marruecos Sur, sin venir de aquella manera, con tal urgencia, en avión, a violar nuestro Ifni, a ocuparle! Bien pensado, ¿para qué ir en avión? ¿Acaso para bombardear las chumberas, o para dar moral a vuestros soldaditos, aquellos de los pipís sin circuncidar, que desembarcaron, y seguirían haciéndolo, quinta tras quinta, en cárabos; y del cárabo a la arena, precisamente a lomos de los nativos? ¡Esta fue la primera humillación, cargar con aquellos soldaditos del vientre flojo..., cagaditos de miedo!

¡Mucho habláis de Raza, de las virtudes de la vuestra! ¿De la vuestra, o de las vuestras? ¡Raza de conejos, tierra de conejos, que esa es vuestra Spania, una Espéride fochicona, fornicadora! Por algo dicen en tu tierra, en tu finisterrae, eso de, inda o demo ten cara de coello! Ahí tienes la que fue Zona Francesa donde los niños siempre vinieron de París, ¡que es lo propio!

Zamalloa, con sorna:
-¡Chacho, de París...! ¿Seguro? ¡Entonces sois gromos, bastardos de otra Legión, de la Francesa, y no de la nuestra, de la que fundó mi ilustre paisano, Millán Astray! Así me explico ese afrancesamiento tuyo, tan..., ¡cerril! Oh enfants terribles; oh, là, là!

El Fassi, que se enfada:
-Doña Historia, repare que este gallego chapurrea francés; ¡a su manera, con evidente fobia vecinal! Los franceses serán galos, (gallos), lo serán, que no lo discuto, pero, tanto las hechas como las deshechas del Magreb, mestizaje incluido..., ¡son de los galaicos! ¡Exijo un respeto para la noble Francia, nuestra protectora secular!

Tenga presente, y no mande al Archivo estas palabras, pues Francia, a pesar de nuestro fundamental rehúse, y dejando aparte ciertas e importantes depredaciones y aprovechamientos, que eso no entra en esta litis, trató de ejercitar, en su Zona, una política de atracción social, una protección sin paternalismos, con justicia y con orden, canalizando una substitución gradual de las autoridades militares por indígenas civiles.

Incluso muchos de aquellos franceses llegaron a interesarse por la lengua del país, tradujeron nuestro Al Qurán, hicieron por captar la psicología ambiente y lograron ciertas nociones de nuestra historia y de nuestra jurisprudencia... ¡Se lo dice un Letrado!

Por contra, ahí tenemos, en las hemerotecas, aquel dicho de su repudiado Marcelino Domingo...; ¡pero igual prefieren olvidarlo...!

Historia
-¡Ante la Historia nada se puede hurtar a su cedazo, a su debate!
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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