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Suiza tentada por el diablo

miércoles, 17 de octubre de 2007
La democracia suiza, que rozaba la excelencia, está tentada ahora por el diablo de la xenofobia, y por el rechazo al extranjero. Cae un mito, el de haber sido durante años el arquetipo a seguir de tolerancia entre distintas culturas muy citado por los autores. Veamos lo que está sucediendo: el 21 de octubre próximo los siete millones y medio de suizos en edad de votar renuevan a sus 200 diputados y a casi todos los senadores de la Asamblea Federal y ésta será dirigida con toda probabilidad nada menos que por Christoph Blocher, ministro de Justicia y Policía en el último ejecutivo y empresario multimillonario de ideas reaccionarias, cuyo talante recuerda al de los racistas Jorg Haider en Austria o Jean-Marie Le Pen en Francia. Con un 30% del electorado, Blocher da así un paso importante en su ascensión hacia la presidencia de la nación y hoy por hoy parece imparable. Señalemos para tranquilizarnos que en el peor de los casos y por calendario político suizo, la ultraderecha de Blocher sólo podría alcanzar su objetivo en el año 2009. Aún queda tiempo, pero tal posibilidad en un país tan plural y tolerante, qué quieren que les diga, nos deja perplejos. ¿Qué ha pasado? Con un 22%, Suiza bate en Europa el récord de extranjeros sobre su territorio; en la ciudad de Ginebra, por ejemplo, más del 40% de los residentes no han nacido en la Confederación Helvética. Turcos, africanos, musulmanes, croatas, serbios, ex yugoslavos en general de distinta religión y costumbres no son especialmente bienvenidos al próspero país, uno de los más ricos del mundo, que quiere poner coto a la inmigración para mantener intacto su alto nivel de vida. Se trata de un temor exagerado sin duda pero no se razona con lo irracional. Los ultras suizos agitan este espantajo de la “invasión”,que resulta paradójico pues Suiza fue siempre un almirez de culturas e idiomas, el alemán, el francés, el italiano y el minoritario romanche, que hasta ahora han cohabitado pacíficamente. Sin caer en angelismos ya que Suiza representa una fría y despiadada concentración bancaria y es refugio de las fortunas del peor origen, hay que resaltar la singularidad del estado alpino, paradigma de la neutralidad militar y política a través de los tiempos. Tanto es así que el puzzle de consensos suizo se propuso muchas veces como ideal para otras naciones. Pues bien, ahora se topa con un bache de la historia capaz de provocar un grave accidente en su camino: el peligro racista, la xenofobia. Durante años, se exhortó a los europeos a esforzarse “en ser suizos”, tal era su buen sentido y ecuanimidad. Ahora ya no.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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