Guerrero de luz

Pedro Sánchez dejará España quizás arruinada o sin ser España, pero él ya ha comenzado a darse momentos de gloria sólo comparables a los de Vladimir Putin retratándose con tigres siberianos y nadando en caudalosos ríos helados para demostrar la potencia de su corazón y de sus músculos.

Sánchez es nuestro Putin, superatleta que en su campaña autopublicitaria, aprovechando que “TVE ya no hace propaganda política”, exhibió cómo dominar un tigre siberiano como Putin, aunque era una perrita corriendo por su nueva finca, el palacio de La Moncloa.

A los 18 días de llegar al Gobierno sin programa --aunque se reunió en secreto con Pablo Manuel Iglesias para “coordinar proyectos”, según Podemos--, hizo una declaración televisiva que desdecía su solemne promesa en el Parlamento de que convocaría elecciones “en cuanto recuperemos la normalidad”.

Más normalidad es imposible. España tiene una democracia ya veterana 43 años después de la muerte de Franco, como la alemana o francesa en 1988, el mismo tiempo después del final de la II Guerra Mundial.

Por lo que debería convocar elecciones inmediatamente, como prometió, pero lo dominan sus cercanos hados de espíritus insaciables y su ambición desenfrenada.

Sin sonrojo alguno admitió en TVE su mentira en el Parlamento porque “Ahora aspiro a convocar las elecciones en 2020 y agotar la legislatura”.

Su falsedad cambió un gobierno y el sistema de gobernar un país: convierte ya España en confortable para el separatismo y objetivo de una “operación llamada” con fronteras desprotegidas, sanidad gratis y sueldos fijos para los inmigrantes que lleguen aquí.

Propaganda buenista y populista durante dos años de impactante márquetin televisivo, con magia que resucitará y desenterrará a Franco todos los días.

España, gobernada por un Guerrero de Luz más intrépido que Putin.