Rusia, de vuelta

Rusia, el país más extenso de la Tierra, con más de 144 millones de habitantes, superpotencia nuclear, vuelve, desafiante, por sus fueros. En una serie de iniciativas acaba de mostrar, ufana, sus triunfos. De momento, baste con citar dos muy recientes: haber fabricado y probado la bomba de vacío más potente del mundo, cuatro veces superior a la nuclear, y haber “tomado posesión” del Polo Norte. Esta superbomba rusa, detonada hace unos días, reduce a cenizas todo lo que está vivo en un vasto radio de acción, según los escalofriantes detalles que difunde la agencia de prensa rusa Itar-Tass. Y el anuncio añade, no se sabe si con una punta de sarcástico humor negro, que tal deflagración no resulta perjudicial para el medio ambiente pues no causa contaminación radiactiva en las inmediaciones... “Estos son mis poderes”, parece decir Vladimir Putin al hacer estallar el ingenio, que fue como un relámpago más en las ya encapotadas relaciones internacionales. ¿Entramos, pues, en una nueva “guerra fría”? No, la “guerra fría” (1948-1992) pertenece al pasado: fue un periodo tenso de ten con ten en que se disputaban el mundo dos potencias antagónicas, de ideologías opuestas, capitalismo y comunismo; era la rivalidad este-oeste; en estos momentos la cosa se complica con el enfrentamiento Norte-Sur, norte rico y sur pobre para decirlo esquemáticamente. Ahora los problemas se entremezclan, son más complejos, más arduos. Entretanto, la mayor expedición al Polo Norte de la historia zarpó del puerto ruso de Murmansk con un centenar de personas, geólogos, científicos y técnicos que explorarán una sima marina de más de 4.000 metros de profundidad y depositarán en el fondo una cápsula de titanio con la bandera rusa. Por hallarse en la prolongación de la plataforma continental de Siberia, Moscú reivindica en el Océano Glaciar Ártico un área de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, rica en petróleo y gas, pero Canadá, Dinamarca y EEUU también la reclaman.

Al mismo tiempo -y todo esto nunca es casual-, el presidente Putin, provoca la caída del gobierno en pleno y nombra primer ministro a Victor Zubkov, un economista de 65 años que le es fiel, para preparar el futuro inmediato y perpetuar su propia influencia entre bastidores a pesar de no poder presentarse en marzo a un tercer mandato. Y frente a Occidente, el dirigente ruso, a cara de perro, endurece el tono con una traca de noes: No al escudo antimisiles propuesto por George W. Bush, no a la renovación del Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa, no al plan europeo de independencia de Kosovo...

Resulta difícil elegir entre Putin y Bush, antimodelos a la cabeza de sendos imperios que rivalizan en arbitrariedad e injusticias, personajes ambos muy controvertidos. Limitémonos a describir su enfrentamiento sin entrar en consideraciones morales. Decíamos que Rusia despierta ahora y lo hace con tiempo pues será en 2008 cuando tanto rusos como norteamericanos, que se disputan el liderazgo mundial, cambiarán de presidente...