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El Muecas

lunes, 07 de mayo de 2018
El Teatro de la Abadia en Madrid con sus dos salas constituye un templo del mejor teatro, donde José Luis Gómez ‎en 2018 su factotum ha El Muecasinterpretado a Unamuno y a Azaña, dentro de su recreación de la Memoria Histórica y que presenta como novedad un musical inspirado en la vía de una mujer de Stefan Zweig, cuya crítica ya hicimos, y como espectáculo estrella la versión teatral del Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos.

Ocho actores durante dos horas delante de un telón negro y una plataforma giratoria dan vida a una obra que en los años 60 como reza el programa de mano "constituyó una enorme sorpresa literaria y marco al mismo tiempo el punto de inflexión para el progresivo abandono del realismo social de la novela española".

Existencialismo, psicoanálisis, fracaso, frustracion se mezclan en una verdadera bajada a los infiernos, en aquella España de la autarquía, replegada en sí misma, alternando soflamas patrióticas y sermones religiosos, con una realidad tétrica de un chabolismo, de una penuria, de una gran pobreza. Un ambiente sofocante en lo cultural, aislados, con una ventana semi abierta solo hacia Francia.

Un investigador que estudia el cáncer necesita ratones para sus experimentos y como no los consigue por vía oficial los busca ayudado por un auxiliar en la chabola del Muecas, el conseguidor, rodeado de un ambiente de miseria moral y material similar a la precariedad de la ciencia.

Se parece al viaje de Dante y Virgilio a los infiernos‎, aquí no hay círculos como en la Divina Comedia y en Podemos, sino seres hacinados, malolientes, promiscuos, pobres de solemnidad, guiados por las leyes de la supervivencia y del sexo. Un mundo muy alejado del protagonista un atildado doctor peremnemente vestido de gris, que sucumbe a la tentación de una joven moza de burdel.

Embarazo, aborto, muerte, se suceden en un trágico carrusel, interpretado en forma vibrante por Lola Casamayor‎, Lidia Otón y Carmen Valverde, rostros muy conocidos de las telenovelas costumbristas de las sobremesas.

Quiero destacar al Muecas, un Fernando Soto, bronco, autoritario y muy ingenioso. Este personaje salido de la mejor picaresca española es el vendedor de ratones a quienes dan calor los pechos de sus mujeres, de esta bizarra familia‎. Este superviviente nato con el paso de los años se convertirá en los Granados, González y demás chicos listos de la marquesa de la sin par Esperanza Aguirre y de todos los conseguidores de los eres andaluces.

Recuerdo en mis primeros pinitos radiofónicos mi colaboración en Radio España con el padre Laureano de las muñecas, un capuchino que tocaba temas, que al régimen de Franco, no gustaban, el chabolismo que desbordaba Madrid. El Manzanares, el aprendiz de río, estaba rodeado de chabolas, inundado. Se hablaba de miseria y de asistencia, aquello grupos de chicos de las catequesis, pero sin la monserga, que a mi me escandalizaba, de su inmoralidad, de estar todos rejuntaos, el escandalo era su pobreza extrema.

En Tiempo de‎ Silencio se mezclan ambos mundos el de los normales y El Muecaslos sin moral, los ricos y los pobres, en una difícil mezcla, de acalorados diálogos, de agarrones, de efusiones, de gritos y lamentos. Nuestro héroe, el doctor, se ve abrumado ante la paulatina desilusión de un entorno mezquino y absurdo.

Es una situación que se repite en las capas bajas, en los basureros, las cloacas del mundo, a las que gusta visitar el actual Papa Francisco. Para Marx se piensa como se vive. No estoy de acuerdo. Lo que se experimenta cuando se tiene sensibilidad social es una gran frustración.

Durante dos horas, sin interrupción se suceden las escenas del laboratorio, de la chabola de los ratones, del ínfimo burdel, de la cárcel en una zarabanda continua. El espectador no puede respirar, se siente ahogado, por tanta intensidad, consiguiendo contagiarnos la sordidez de aquellos tiempos de silencio.

El protagonista de esta Odisea, con ribetes barojianos y de Joyce, forzando la imaginación, el teatro nos hace pensar, conmueve nuestras fibras más nobles, es el Muecas, el gran protagonista de la obra y el precursor de todos los logreros y pillos del milagro español, incluyendo a atractivas rubias robando en el súper, a los recalificadores de terrenos, estafadores engominados, enchufados, embrollones y follones y demás actores de nuestra Comedia humana, de la política y de la sociedad.

Joaquín Antuña‎
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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