Carlitos el Tramposo estaba feliz en Finlandia. Aquel jueves de marzo hacia mucho frío en Helesinki, pero se ampliaba la internalizacion del "proces", le habían invitado unos diputados amigos y había expectación por su charla-conferencia de prensa. Deseaba visitar toda Europa con grupos afines y encontrarse con la prensa local. Le halagaba sentirse llamar President y ver tantas manos tendidas. Claro que sus mítines no eran multitudinarios pero, no importaba.
Amaneció el viernes y tenía ante si unos encuentros con simpatizantes. Helsinki le parecía una ciudad fría y desangelada. Echaba de menos el clima mediterráneo pero, a las cuatro salía su avión para Bruselas, para su Waterloo donde pensaba instalar el Consejo de la Republica, su Reino catalán de Camelot, como hicieron los Kennedy en Washington.
Su fiel acompañante, su edecan como dicen los mexicanos, castellanizando su aid-de camps, le amargó su conversación con una joven gigantesca, pelirroja, que lo miraba con arrobo, como si fuera el mismísimo Che Guevara, cuando se permitió interrumpirle "Carles, que el juez ha activado la euro orden y que te tienes que presentar a la policía finlandesa!" Fingio no haber oído y siguió con su narración sobre la historia y opresión de su Cataluña.
La jovencita se fue, no sin antes pasarle su número de teléfono, que guardó discretamente aunque, las mujeres no eran ni su tentación, ni su preocupación, ahora que estaba instalado en la vía heróica, la que lleva a la gloria.
Se alarmó ante la presencia de su abogado, otro más de su larga lista de leguleyos que, le aburrían muchísimo con sus cortapisas y falta de perpectivas pero, había que oírlos.
Con su voz metálica y su corrección de manual este abogado de turno respondía a los periodistas 'el president se presentará a la policía finlandesa para cumplir con las leyes de este país nórdico '. Torció el gesto, se arregló el flequillo y tranquilizó a sus amigos finlandeses 'es un asunto de trámites', basta con ir a saludarles y firmarles algún autógrafo. 'Pero podrían detenerte!, metió cizaña un aguafiestas.
La perspectiva de una prisión en Helsinki no le gustó nada. Había que zafarse de esta inoportuna euro orden, de ese zorro que es el juez Llarena.
Había que preparar un dispositivo de fuga como ya hizo cuando se fue de Gerona. Aquí es más complicado porque las distancias son mayores. Había que tomar un ferry que desde Finlandia le llevara a Dinamarca, allí pasara el puente y llegar a Dinamarca. Unos kilómetros más y ya en Alemania y rápidamente llegar a Bélgica. Sus dos escoltas, mosos de escuadra de la Generalitat, eran grandes conductores y podían turnarse. Coser y cantar. Otra treta más de mi fecunda imaginación...
'Papeles por favor!' Unos policías alemanes rodearon el coche en una estación de servicio muy cercana a la frontera. Había caído en la trampa...
No le gustó el aspecto de la cárcel alemana que parecía sacada de la familia Monster. Su presencia levantó mucha expectación entre sus nuevos colegas. Uno de ellos, un joven informático, preso por delitos informáticos, lo describía como un lugar muy aburrido, y solo un poco de deporte y tele aliviaba el aburrimiento de los presos que no llevaba ni a cincuenta.
Le informaron cuál iban a ser sus tareas, que incluyan la limpieza de las celdas y de los corredores. No había derecho a visita, salvo la de los abogados. Había caído en el marasmo... En la cárcel más gris de Europa... Se había pasado de listo... Los problemas de comunicarse con los demás se dificultaron debido al idioma. Se preparó para las jornadas de tedium y esta vez era difícil escaparse... Sus mentiras, sus tretas, sus alegazas no le iban a servir de nada... Sudo frío, cerró los ojos...
Se había pasado de listo...
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
