Los días de esplendor (VI)

"Cada un fala da feira
según lle vai nela."
(Dicho popular)

A lo largo del año se celebraban numerosas ferias de ganado en todo el valle. Allí acudían los campesinos a comprar o vender el ganado a los tratantes o entre ellos mismos. Los tratos se celebraban en el campo de la feria y los paisanos decían a menudo:

"Amigos sí, pero la vaca por lo que vale."

Los tratantes de ganado eran una verdadera institución, el "alma mater" de las ferias. Había algunos muy famosos que llegaban a la feria montados en su caballo, vestían una blusa especial como si de un magistrado o de un catedrático se tratara y tenían gran facilidad de palabra. Otros no eran tan refinados y, cada vez que hablaban, para dar mayor veracidad a sus palabras, proferían gran cantidad de juramentos y maldiciones contra sí mismos que se cumplirían si lo que decían no fuese verdad. Ni que decir tiene que tenían un amplio repertorio de juramentos.

También había paisanos muy graciosos en sus respuestas a los tratantes:

- ¿Cuánto hay que darte por la vaca?
- Diez mil pesetas y pico.
- ¿Y cuánto es el pico?
- Otras diez mil...

Otros, cuando ya habían visto la misma vaca en otras ferias, decían:

"A vaca máis feireada non é a que millor se vende."

En cada feria se cerraban muchos tratos, algunos gracias a la intervención de los "mediadores" que intervenían en el trato invitando al paisano y al tratante a darse la mano y repartir la diferencia en litigio. La palabra dada en los tratos tenía el mismo valor que una escritura ante notario.

Al final de la feria, los tratantes y algunos feriantes y mediadores, se quedaban a comer en las tabernas próximas al campo de la feria. Allí corría el vino y los licores, y la juerga y los juramentos se prolongaban hasta mediada la tarde.