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Hamlet en La Moncloa

martes, 10 de octubre de 2017
Vivimos días de aparente tranquilidad ‎tanto en Madrid como en Barcelona. Escribo antes de los acontecimientos del lunes 9, que llevarían al apogeo, al clímax orgiástico, a esta asonada revolucionaria, la proclamación de la República catalana. Hoy en Madrid en una jornada radiante de sol se celebra la efemérides, ya casi no alcanzan los días del año para tanta celebración, del quiosquero, que me regala un clavel, que simbólicamente dedico a Victorino, el inventor del toro milagro, que se consagró en Las Ventas el 1 de junio de 1982, con tres salidas por la puerta grande de Ruiz Miguel, Palomar y Espla y que acaba de fallecer. Siguiendo con el símil taurino, que tanto ha impregnado nuestro idioma, los tres espadas de la Generalitat, Puigdemont, Junqueras y Forcadell tratan de que no les coja el toro y no les empitonen destrozando sus carreras de reinas por un día, hosanados por las masas patrióticas, al estilo de las óperas de Verdi. Han desafiado al Estado, convocado un referéndum ilegal y organizado una gran pantomima y se han envuelto en la capa del victimismo, aunque les hayan faltado los mártires, con esas palmas tan rentables en politicay ahora desafían de nuevo a la Constitución y al Estatuto de Autonomía y rompen con España para ser la República catalana. Para evitar su defenestracion invocan la palabra mágica, la mediación de cualquier tipo que los convierta en gobierno legitimo, no se paran en barras,tienen en Iglesias y la Colau los máximos valedores, apelan a las instituciones europeas. Todo vale para salvar el gaznate. Juegan la carta de la ambición de Pedro Sánchez, para debilitar al arco constitucional. A Rajoy que se profesa católico le rodean del incienso de los arzobispos de Madrid y Barcelona, con su Paz y Concordia. Alientan a toda una serie de organizaciones, que ninguna de ellas protestó por la violación de la Constitucion y ahora se rasgan fariseicamente las vestiduras por la brutalidad de las cargas policiales perfectamente orquestadas por los agitadores de la Asamblea Nacional Catalana y del Omnium Cultural, se trata de socavar el prestigio de las fuerzas del orden y justificar la independencia demonizando al gobierno español. Por si faltará poco el inefable Puigdemont protagoniza un mensaje de opereta vienesa remedando a un Rey de Cataluña, que reprocha a su par Felipe su incomprensión y sus descalificaciones. Ante este panorama digno de Muñoz Seca o de una astrakanada chabacana al máximo, el Sr. Presidente del gobierno Mariano Rajoy y Brey permanece en silencio, aparentemente inmóvil y como el Papa Pablo VI al que llamaban Hamlet en el Vaticano, se está ganando a pulso ser llamado también el Hamlet de Pontevedra, Hamlet en la Moncloa. Hace falta ser marianologo para saber lo que quiere hacer, si tiene una estrategia o se deja mecer como en la canción por las "ondiñas veñeny van" de su Galicia natal. Estoy en un cajero automático y por la calle viene un vecino, que tiene y ha ostentado cargos muy importantes en el Partido Popular. Le abordo y le pregunto cuando va a actuar Rajoy como le solicita el Rey, me dice que es un hombre pusilánime, que calibra al milímetros los pasos que da, me asegura que entre los diputados y senadores del PP esta cundiendo el nerviosismo ante el inmovilismo del Presidente, pero que al final se decidirá y actuará. Me habla del artículo 155, le pregunto por el 8, no responde con claridad. Es partidario de elecciones generales para toda España y autonómicas para Cataluña. Se me escurre y se va con paso rápido. Se ve a la legua que no es un marianólogo. Asi que tengo que hacer mis propias cábalas, Rajoy quiere dejar pudrir la situación Hamlet en La Moncloacatalana, desea exasperar con su silencio a tirios y troyanos. Mide los tiempos y desea cargarse de razón para cogerlos con las manos en la masa y no tiene prisa. Sus partidarios su muerden y comen las uñas y sus hermanos separados, los virtuosos Ciudadanos están que trinan y tienen miedo que a esta paella se le pase el arroz. Rajoy piensa en cambio que a más tiempo, más bueno sabrá "el socarrat". Iglesias y los independentistas le bailan la danza de los siete velos al Divino Sánchez y este se deja querer, calmando a su bella esposa Begoña, que le atormenta con el asalto al poder, amenazándole con la huelga de Lisístrata. Es la letra menuda de la historia, la que no pasa a los manuales. Todo el Madrid político hierve, en un mentidero constante y agotador, mientras Puigdemont duda entre recortarse o no el flequillo para ganar en empaque presidencial. Su edecán Trapero, sueña con desdoblar su nombre como ha visto en una pancarta. Trap-Heroe. Un circo, una hoguera de vanidades, la Forcadell planea cirugías para alargarse las piernas y usar taconazos, para cuando le toque atacar las barricadas de sus aliados actuales los violentos anarquistas de la CUP, que siguen al pie de la letra la teoría del golpe blando ideada por un yanqui hace más de medio siglo. Nuestro Hamlet rodeado por Moragas, que parece su motorista o un fornido guardaespaldas, consulta al guru Arriola y a algún que otro fontanero. Después de comer se fuma un puro, apura un castizo Fundador y se sume en un letargo placentero, tal vez las meigas le inspiren. Esperemos que no se le aparezca la Santa Compaña.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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