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Galicia I

sábado, 19 de mayo de 2001
Galicia I GALICIA PRERROMANA
-Las primeras noticias seguras que tenemos de Galicia se remontan al año 138 de esta Era, y se trata de referencias sumamente vagas acerca de pueblos habitantes de un país todavía no visto por ojos de romanos. Se deben a Estrabon, que probablemente las recogió del historiador y geógrafo griego Poseidonios, quien, a su vez debió recibirlas - sólo de oídas - durante su estancia en el Mediodía de la Península, hacia el año 100 a.C. Este autor, que probablemente contaba también con otras fuentes, como los militares y empleados romanos que habían estado en las guerras del norte peninsular, menciona como pueblo más occidental a los Kallaikoi, Galaicos, o Callaeci y afirma que Gallaecia es una parte integrante de la Lusitania, y se extiende desde el Duero al Mar Cantábrico.
Este pueblo no debe de ser considerado como un grupo compacto, sino una amalgama de diferentes pueblos, cuyos elementos más meridionales tienen analogías con los lusitanos, de los que deben considerarse parientes próximos.
Es posible que los romanos hayan generalizado para todo el Noroeste Peninsular el nombre de una de las primeras tribus que conocieron en aquel territorio, quizá por haber sido la que más resistencia ofreció a sus primeras acciones militares, especialmente a la expedicción de Décimo Junio Bruto al Norte del Duero y Sur de Galicia.
Poco se sabe de la población autóctona que hallaron los celtas a su llegada a Galicia, quizá un pueblo tipo argárico, de características no homogéneas, pero quizá con el rasgo común de la baja estatura y predominio resuelto de dolicocéfalos, tipo semejante al mediterráneo actual, con mezcla de braquicéfalos. La zona NO. había permanecido, sin embargo, fuera de la esfera de influencia de la cultura mediterránea (culturas ibérica e ibero-tartésica), pero constituyendo un importante eslabón en la serie de países que participaron en el fenómeno llamado Cultura Atlántica Occidental.
-El trasfondo cultural de las poblaciones indígenas, antes de la llegada de los indoeuropeos - los celtas y después los romanos – se engloba, por lo tanto, en la llamada Cultura Dolménica o del Megalítico (4º al 2º milenio a.C.) y la del vaso campaniforme – que empezó antes del 2500 a.C. En esta época, Galicia ya se relacionaba culturalmente con la Bretaña e Irlanda, en torno al comercio del estaño y la elaboración del metal (cobre, bronce, oro). En el campo mítico-religioso, se integraba en las creencias y el ritual propios de esta cultura – la primera religión universal – con un sorprendente grado de unidad dentro de las variedades locales, tras una lenta gestión que posiblemente comenzó en el Paleolítico y tuvo su apogeo en el Neolítico y Bronce: De hecho, muchos de sus esquemas básicos: mitológicos-religiosos, cosmogónicos y escatológicos continúan en cierto modo vigentes en nuestros días.
-La población preindoeuropea de Galicia, imprimió muchos de sus rasgos, tanto étnicos como culturales, a las poblaciones protoceltas y/o celtas que posteriormente se establecieron esta región. Es de suponer que se haya producido un proceso similar al ocurrido en la Galia, Islas Británicas, etc., donde la investigación actual ha detectado una continuidad cultural desde la Edad del Bronce hasta la ocupación britano-romana. A los aspectos culturales hay que añadir los religiosos e incluso otros de orden social, incluído el Matriarcado.
A su llegada al Noroeste Peninsular, los celtas se encontraron allí a una población densísima, que quizá nunca llegaron a sojuzgar o asimilar totalmente. La cultura autóctona ejerció una gran influencia sobre el patrimonio cultural y artístico de los recién llegados y de un modo muy particular sobre su vida espiritual y creencias religiosas, dando lugar al carácter singular de esta región, que siempre conservó muy marcada su personalidad lingüística y cultural.
-A pesar de la celtización, el factor indígena pesó considerablemente en la población de Galicia, por lo que son muy abundantes los restos toponímicos y antroponímicos de las lenguas y de la cultura original de esta región. Es muy probable que todo el misterioso mundo druídico, recogido por César y los demás historiadores romanos, se basaba – en buena parte - en la religión de los pueblos de la cultura Megalítica, procedente quizá del Sur, que fue adoptada y posteriormente reelaborada por los celtas.
-Galicia está dentro de la esfera cultural celta, aunque ha sido generalmente olvidada por los filólogos y tratadistas que – especialmente fuera de España – estudian estos temas. La etnología de Pomponio Mela es clara y precisa, dando como territorio céltico -totam Celtici- a toda la costa desde el Duero a los Astures. Más adelante dice, hablando de los pueblos ribereños de la parte cantábrica de Gallaecia: etiam nunc Celticae gentis.. todos son gentes celtas hasta el río Navia y los Astures, que ya no lo son. La razón estriba seguramente en que los galecos son tenidos por celtas o celtizados y los astures no.
Herodoto afirma en dos lugares (II, 33 y IV, 49) que los celtas son vecinos de los cinesios, el pueblo -según él- más occidental de Europa. Para Éforo (In Escimno, frag.162) la Céltica llegaba hasta Gades, y por último Eratóstenes asegura (In Polibio XXXIV, 6) que la periferia de Iberia, por encima de Gades, está habitada por galos. Las noticias de Eratóstenes, relativas al Occidente de Hispania, tienen el valor de proceder –con toda seguridad– de Piteas de Marsella, que navegó y exploró personalmente aquellas costas.
-Es muy probable que la presencia de rasgos celtas en la Toponimia, testimonios epigráficos, alusión a divinidades, etc., en muchas zonas, tanto de Gallaecia como del resto de la Península, no implique necesariamente su ocupación física por una etnia celta, sino solamente el fuerte impacto que su cultura produjo en muchos pueblos vecinos, tanto en Hispania como en el resto de Europa. Se sabe, por ejemplo, que alrededor del año 100 a.C. los germanos occidentales, impresionados por el esplendor de la cultura de La Tène, se convirtieron masivamente a la religión celta, adoptando muchos aspectos de la civilización y la organización social de este pueblo, hasta el punto de dar nombres celtas a sus hijos. En lo institucional, se adoptó la “legitimización” del Caudillo-guerrero como rey, mediante un ritual de soberanía, a cuyo fin se adoptaron también las divinidades celtas que presidían dicha ceremonia. Hoy se cree probable que el dios germánico Wotan u Odin sea una adaptación deliberada el celta Lugus, que tendría lugar en las zonas septentrionales de Germania alrededor del s.I. Es muy probable que este fenómeno se haya producido también a cierta escala en la Península Ibérica.
La posibilidad -en muchos casos- de una presencia cultural, más que racial, nos ayudaría a ver bajo otro punto de vista el debatido tema del celtiberismo, que las fuentes antiguas no aclaran satisfactoriamente. La eterna disyuntiva en torno al nombre de los celtíberos, ¿íberos en territorio celta?, ¿celtas en territorio íbero?, adquiriría así un nuevo aspecto.
La extraordinaria extensión de esta cultura, que supondría la presencia física de una enorme masa migratoria celta, quizá se deba en gran medida – como decimos – a factores culturales más que étnicos, irradiados desde una serie de puntos de asentamiento.
Se sabe, por otra parte, que los celtas tomaron, a su vez, importantes préstamos de las culturas y las expresiones artísticas de sus vecinos, si bien adaptándolos, en general, a sus propios gustos y valores nacionales.
Parecido fenómeno se dio en España con la cultura gótica: en un determinado momento (siglos 9 al 11), la “moda” germanizante hizo que los nombres que aparecen en los documentos, antes mayoritariamente hispanos-romanos, pasaran a ser germánicos casi sin excepción (junto con otros aspectos en lo artístico y cultural). Esta superabundancia no se debió a un cambio racial, ya que la masa germánica emigrada constituía una parte mínima de la población, sino a que constituía una élite dirigente. Puede hablarse de una moda gótica.
-No se conoce con exactitud la fecha de la entrada de los celtas en España, pero sí que corresponde a la fase más antigua de su expansión. Actualmente, se supone que se produjo en varias oleadas, en el intervalo comprendido entre los siglos 8 y 5 antes de Cristo. En cualquier caso, se había consumado ya en tiempo de Herodoto -sobre el 450 a.C.- como se desprende de sus noticias (IV, 49 y II, 3). El hecho es que en la Península Ibérica y parte de Aquitania parece haberse desarrollado una especie de Cultura de los Campos de Urnas, propia de estos pueblos.
Los factores diferenciales con las culturas hallstáticas centroeuropeas son más acusados en el Norte de Portugal y Galicia (Cultura del Duero, Cultura Castreña), sin duda por una mayor influencia ejercida por las antiguas culturas indígenas en esta área. Tanto la lengua galaico-lusitana como la celtibérica acusan peculiaridades arcaizantes, como la conservación del sonido k indoeuropeo en lugar del p.britónico.
LOS CELTAS Y SU ENTORNO
-El pueblo que hoy llamamos “celta” -a falta de una información más exacta- se componía de un conglomerado de gentes de diversa procedencia, que se mantenían unidas dentro de las pautas de una civilización extraordinariamente original, a pesar de que su área de asentamiento se extendía desde Hungría hasta las Islas Británicas y desde el valle del Po a la desembocadura del Rin, llegando hasta el confín occidental de Europa, y por el Este al Mar de Azov y al interior de la actual Turquía.
Hacia el siglo 5 antes de Cristo la civilización celta había alcanzado una fisonomía bien definida, cuya característica más sorprendente habría de ser, quizá, su extraordinaria unidad y al propio tiempo su increíble variedad en el tiempo y el espacio, todo a lo largo de su existencia. Desde aquí hasta el siglo 1º a.C., los celtas fueron el pueblo más poderoso de Europa.
-Tras la conquista de la Galia por César, ésta se convierte en una provincia del Imperio Romano y la cultura celta va desapareciendo gradualmente en la parte continental. En Britania se mantiene hasta el siglo 6 de la Era; en Gales y la Bretaña francesa continúa en cierto modo hasta hoy. En Irlanda nunca ha dejado de existir, a pesar de todos los avatares de su historia.
-En el primer siglo del Cristianismo, los Gálatas de Asia Menor son absorbidos por el Helenismo, a pesar de constituir un grupo homogéneo y cerrado en sí; los galos de la Galia Cisalpina (valle del Po) se convierten en ciudanos romanos; los de la Galia Narbonense (Galia Meridional) se hacen viticultores, mercaderes o legionarios romanos; los de la Galia Céltica – la actual Suiza y el territorio de las Landas entre el Sena y el Garona – se hacen agricultore, dejando casi de lado el sistema monárquico. Los de la Galia Bélgica, que se extiende desde el Sena al Rin, se convierten gradualmente en una población agraria, aunque siguen conservando una faceta guerrera, más acusada que los otros pueblos. Los bretones y britanos son predominantemente ganaderos y se aferran más que nadie a las viejas tradiciones y al sistema monárquico. Los gaels de Irlanda hablan su propia lengua y se diferencian de todos los demás en un hecho esencial: como no han sufrido el impacto de la romanización, evolucionan dentro de pautas autóctonas hacia una sociedad ganaderil, que conserva su identidad hasta el siglo 12, a pesar de la cristianización.
-Los galaicos o calaicos de Galicia parecen haberse decantado rápidamente, tras la romanización, en una sociedad mixta de agricultores y ganaderos, casi como hoy, en la que algunos grupos concretos, de fisonomía claramente celta o germana (lemavos, seurros…) tuvieron contingentes integrados en el aparato militar romano.
La cultura celta no alcanzó en Galicia el -relativo- nivel de supervivencia que se dió en otros lugares, quizá por no haber alcanzado nunca la hegemonía política y cultural que tuvo en ellos.
-Aparte de los datos que nos proporcionan la Arqueología, la Epigrafía y la Toponimia, disponemos de muy escasas noticias históricas en que apoyarnos; lo poco que sabemos lo debemos a autores como Apiano, Avieno, Estrabon, Floro, Plinio, Ptolomeo…, siempre escasas y fragmentarias, que frecuentemente se refieren a la sociedad y a la forma de vida de las poblaciones del Norte de Hispania en general. De sus gentes y pueblos sólo nos han quedado algunos escuetos nombres tribales y locales, casi sin relación a hechos históricos concretos, si exceptuamos la citada expedición de D. J. Bruto desde el Sur del Miño hasta zonas del SO. de Galicia (último tercio del siglo2º a.C.), o lo relativo a la Guerra Cántabra (29-19 a.C.), que sólo afectó parcialmente a Galicia. De la vida en la Gallaecia romana, sus personajes más destacados, la fundación de sus ciudades y otros eventos (por no hablar de los personajes y hechos históricos anteriores), no sabemos prácticamente nada.
-ANTIGUOS NOMBRES ÉTNICOS DE GALICIA
-Uno de los aspectos más característicos de la antigua población gallega es su extraordinario fraccionamiento en pequeñas tribus y grupos, que a veces representan una disparidad étnica.
Por los autores antiguos conocemos los nombres de algunos de estos grupos y poco o nada más. Agrupados según su adscripción a los dos conventos jurídicos romanos, son los siguientes:
-Convenio jurídico bracarense:
-Aebisocios, civitas citada en la piedra honorífica de Ponte de Chaves (Portugal), de localización incierta.
Anfiloquios (Estrabon). Localización incierta.
Aobrigenses, con su ciudad Abróbiga (Plinio), posiblemente la actual Bayona, en Pontevedra.
Aquiflavienses, de Aquae Flaviae, de las lápidas de Ponte de Chaves. Nombre latino que no nos dice nada del nombre original. Ciudad de Ad Aquas. Zona de Chaves.
Bíbalos, en el Forum Bibalorum o “mercado de los bíbalos”, cerca del río Bibey (Plin.,Ptol.), en la Serra de Larouco y valle alto de Búbal (Orense).
Brácaros (Plin.), en la zona de Brácara (Braga, Portugal).
Celerinos (Plin.), con capital en Caeliobriga. Probablemente vivían en la sierra de Barroso y valle alto del Cábado.
Elenos (Estrab., Plin.) nombre helenizado como Helenos8 por Asclepiades. Situados al S. de la ría de Vigo.
Equaesios (nombre tipo celta arcaico con “q”), mencionados por Plinio. Posible localización en el valle del Salas y la estribación occidental de la Serra de Larouco.
Galaicos, Calaicos o Galecos, al N. de Braga (Plin). Quizá dieron nombre a todo el territorio al N. del Duero, hasta los Astures. Relación con el nombre Cale, el antiguo Oporto?.
Grovios o Crovios (Plin, Mela, Ptol.), pueblo importante, con capital en Tude (Tuy)
Interamnicos (nombre latino), cerca del río Támega.
Leunos (Plinio), quizá los Lubenos de Ptolomeo, al S. del Miño.
Límicos-Sarreas, en Orense.
Luancos, con su ciudad Merua – en el valle del Limia.
Narbasios, en la zona E. de la región de Braga (Bracarenses).
Nemetates, pueblo importante, con su ciudad Balábriga o Valábriga, quizá Viana del Bollo.
Querquernos, Quarquerni o Cuacernos, que Plinio cita en la comarca de Bande, de la Baja Limia (Orense). Otra palabra celta arcaica tipo “q”.
Tamaganos, junto al río Támega.
Turodros con su ciudad Aquae Lae (reg. de Braga).
Salacios, establecidos al Sur del territorio.
CONVENTO JURÍDICO LUCENSE
-Albiones (Plin.), los Calaicos más orientales, a la orilla izquierda del Navia. Pertenecen al distrito de Lucus.
Ártabros (Estrabon, Posidonio, Mela, Silio Itálico, Ptolomeo), luego Arrótrebas – Arrotrebai (Avieno), en el promontorio de Ortegal o Finisterre, con las ciudades: Adobrica (*Artóbrica?), Claudiomerium, Novium. Se llamó Ártabrus sinus –probablemente – a la ría del Ferrol y Ortigueira. Habitarían la región comprendida entre La Coruña y Ferrol. Ésta última puede ser la antigua Artóbrica (en el llamado Portus magnus Artabrorum).
Bedios (Plinio), con su ciudad Flavia Lambris entre los Lemavos y los Seurros.
Caporos (Plin.), pueblo importante. Ptolomeo les atribuye Lucus Augusti, el valle del Sar- Santiago e Iria Flavia (Padrón). Una de sus gentilidades eran los Amaeos (cf. Amahía) que ocupaban la actual comarca de Compostela.
Célticos, asentados, según Estrabon, alrededor de los Ártabros. Mela los sitúa en toda la costa del Minho portugués y Galicia. Plinio los cita también en el Convento Lucense; en otro lugar los divide en Céticos Nerios y Célticos Presamarcos.
Cibarcos (Plin.), vecino de los Albiones; zona de Ribadeo.
Cilenos o Celenos (Plin.) en el límite de ambos conventos jurídicos, con su capitalAquae Calidae o Aquae Celenae, quizá Caldas de Reis (Pont.).
Egovarros Namarinos (Plin.) en la región de Vivero-Serra do Xistral.
Iadones (Plin.), vecinos de los Egovarros.; asentados entre Viveiro y Ortegal.
Lebunos, Plinio los menciona junto con los célticos, en el convento Lucense.Situación incierta.
Lemavos (Ptolomeo), con su capital Dactonium (Monforte) en el valle del Lemus. Designados “célticos” por Estrabon. Asentados en zonas próximas a los Ártabros.
Nerios. Plinio los llama célticos. Asentados en torno al Promontorio Nerium (Finisterre).
Poemanos citados en un ara del siglo I hallado en Lugo (CIL II, 2537). Lleva el mismo nombre una tribu germánica de la Galia Bélgica.
Presamarcos o Prestamarcos. También célticos, según Plinio. Situados entre los Caporos y los Cilenos, en la península de Barbanza y entre las rías de Arosa (ribera Norte) y Noya (ribera Sur).
Suerros (Ptol.), zona de Sarria, al S. de Lugo, quizá un pueblo germánico emigrado con los celtas con quienes, en cualquier caso, les unía una gran afinidad.
Supertamáricos (Mela, Plinio), región del río Tambre, con las ciudades de Noela (Noya), Timalino y Aquae Quinctiae.
-LA CIVILIZACIÓN CASTREÑA
-El panorama geopolítico que encontraron los romanos a su llegada a Galicia debía ser bastante heterogéneo, constituído por un mosaico de pueblos celtas junto a otros indígenas, más o menos celtizados y otros donde la influencia celta apenas se habría hecho sentir.
Es característica de esta región la llamada cultura castreña, que se muestra como algo singularmente especial en comparación con los restantes focos culturales prerromanos. La diferencia estriba en el tipo peculiar de sus poblados, los castros, datados a partir del siglo 8 a.C., que responden a preocupaciones de orden defensivo y se levantan, al igual que los castros célticos de la Meseta Castellana o los poblados ibéricos de Levante, en lugares elevados y fácilmente defendibles, buscando para su emplazamiento las colinas de altura media, espolones de sierras, confluencias o curvas de ríos que realcen su aislamiento, siempre en la proximidad de zonas adecuadas para la subsistencia.
Su peculiaridad reside en las soluciones constructivas, los sistemas de defensas y la singularidad de sus viviendas, en las que predominan las casas de planta circular, ovalada o irregular, con empleo generalizado de los paramentos curvos, De tamaño variable, según las necesidades de acomodo humano y las condiciones topográficas, la superficie media de los castros suele oscilar en torno a una hectárea.
El número de castros es de varios millares; nunca han sido calalogados ni apenas estudiados sistemáticamente, con unas pocas excepciones. Esta densidad se debe a la increíble fragmentación de tribus, clanes y grupos familiares, sólo comparable a la de otras regiones del N. peninsular, variedad que se traduce en una increíble riqueza toponímica. 10
Muchos de estos poblados ya habían sido destruídos y abandonados antes de la llegada de los romanos. Lo más probable es que, en la base de muchos de ellos, existan asentamientos de la Edad de Bronce y de la época megalítica.
Las causas de esta densidad de población se estiman en la humedad atlántica, que atrajo a gentes de la Meseta al acentuarse la sequía en el 2º milenio a. C., y a la riqueza minera, en especial estaño y oro, que motivó el florecimiento de la gran Cultura Atlántica y su relación con centros culturales extrapenínsulares, constituyendo un gran foco de riqueza y atracción, que continuó muy potente durante la primera de Edad del Hierro.
LA LENGUA Y LA CULTURA CELTAS
-La lengua celta pertenece al grupo de las lenguas indoeuropeas. La lengua, la cultura y especialmente la religión de este móvil pueblo estuvieron sometidas a un fuerte influjo de las culturas subyacentes, a través de los matrimonios mixtos y el contacto general con las gentes que hallaron en sus lugares iniciales de asentamiento en Europa Central. Al parecer, llegó a operarse con ellas una completa fusión, desde época relativamente temprana. Es probable que la población anterior o parte de ella fuese, en esta área, la que hoy conocemos como cultura centroeuropea de la “cerámica de bandas” (a falta de otros datos identificativos), con quienes se fusionarían elementos germánicos o pregermánicos para dar lugar a la que llamamos raza celta.
Como consecuencia de la gran expansión celta de los siglos 8 al 5 a.C., que los llevó hasta sus lugares extremos de asentamiento, habrían de producirse nuevos contactos y asimilaciones con las viejas culturas preindoeururopeas que encontraron en sus lugares de arribada.
La originalidad de la cultura celta con respecto a otras de la familia indoeuropea se debe probablemente a esta integración y asimilación -quizá pacífica, en líneas generales- desde la fase inmediatamente siguiente a la ocupación, hecho que configurá como tales a este pueblo y su cultura, desde sus asentamientos iniciales en el actual SO. de Alemania, Austria, Suiza y zonas más al Este.
En otros aspectos de su cultura, el celtismo desarrolló un sistema filosófico, jurídico, metafísico y religioso de enorme originalidad, que unía a todos los pueblos celtas sin excepción, hasta el advenimiento del Cristianismo. Dicho sistema, que hoy llamamos “Druidismo”, era una institución muy compleja, típicamente celta aunque quizá con bases anteriores, que abarcaba todo el ámbito de la Religión, la Metafísica, la Política interior y exterior, la especulación intelectual, las prácticas mágicas y culturales e incluso el campo de la ciencia profana, a partir de una clase sacerdotal. Los griegos y los romanos consideraban a los druídas depositarios de la tradición pitagórica.
El Druismo no fue utilizado solamente como instrumento de un sistema religioso, sino también para la conservación y desarrollo de la dradición artística y artesanal que caracterizaba y unía a todos los pueblos celtas. Podríamos definirlo como un conglomerado de principios y conceptos religiosos, intelectuales, artísticos, sociales y científicos, propios de este pueblo antes de su conversión al Cristianismo.El sacerdocio druídico fue una institución pancéltica, base de la sociedad celta. Si no tenemos noticias de druídas para los establecimientos célticos de España, de Italia, del Valle del Danubio y de la Galacia, este silencio de los textos no parece suficiente para excluir la existencia de una organización sacerdotal en estos grupos, al lado de la autoridad de los reyes o caudillos -por fragmentada que estuviese- con potestad sobre las comunidades de este pueblo, lo mismo que ocurría en Irlanda, Britannia, Gales y la Galia. César y sus seguidores no prohibieron la religión celta,pero sí el druidismo, que constituía la fuerza de cohesión y unidad política de este pueblo, lo que al fin y al cabo tuvo los mismos efectos negativos. El advenimiento del Cristianismo habría de darle el golpe final.
-Pero una religión nunca desaparece del todo: muchos de sus elementos culturales, incluídas algunas de sus divinidades, no pudieron ser totalmente borradas, debido a su profundo arraigo en la mente popular, de modo que fueron integradas en la nueva ortodoxia: un proceso mediante el cual muchos lugares y personajes relacionados con la antigua religión, pasaron a adquirir nueva fisonomía y significado en la nueva. En muchos casos nos es posible seguirles la pista a base de la investigación lingüística, mediante el análisis comparativo del trasfondo cultural, toponímico y antroponímico de los nombres de personas, lugares y grupos humanos, una herramienta primordial – casi única – para el desciframiento de muchas incógnitas.
-CELTA CON P Y CELTA CON Q (ó K / C)
-Como ya hemos apuntado, en las lenguas celtas se distinguen dos grupos dialectales, según el tratamiento dado a la velar indoeuropea ku, pronunciada como [kw].
Se supone que al fusionarse los inmigrantes protoceltas con las poblaciones propias de aquellos territorios, su lengua, antes unitaria, se escindió en dos ramas, probablemente por influencia del sustrato,13 llamadas generalmente “celta de la Q” (Q-celt), el tipo más arcaizante, y “celta de la P” (P-celt ) resultado de una posterior labialización. Idéntico proceso sufrió la lengua pre-latina. Son lenguas célticas del tipo Q el celtibérico y el goidélico (gaélico irlandés, escocés y manx, de la isla de Man), con escasos restos en el gálico (según las zonas).
Del tipo P son: el gálico en su mayor parte, el lepóntico, lengua celta arcaica, desgajada muy pronto del tronco común, y el británico en las Islas Británicas, con trazas en Irlanda (al lado del goidélico). Comprende dialectos como el kímrico o galés, el córnico, perdido en el s.18 y restos de bretón en la Bretaña francesa o Aremónica, así como el gálata, en Asia Menor, hoy también perdido.
La diferencia entre lenguas de la P y de la Q no estriba, por lo tanto, en su respectiva localización insular o continental, como en algún momento se ha afirmado.
-Nada sabemos en concreto acerca del tipo de lengua celta que un día se habló en Galicia, pero a juzgar por la información que nos proporcionan la Toponomástica y la Epigrafía, se aprecian elementos de las ramas gaélica y britónica, si bien esto podría deberse a influencia de la romanización. Lo más probable es que la lengua galaica fuese idéntica o similar a la lusitana, a su vez inseparable de la celtibérica.
Confirma este extremo la presencia en Galicia de nombres celtas del tipo arcaico, con Q, como los étnicos Equaesios y Querquernos -que Plinio denomina Cuarcarnos-. La principal ciudad de estos últimos parece haber sido Aquae Qierquernis “las aguas de los Querquernos”, donde después hubo una mansio del la vía 2ª romana de Brácara a Astúrica, seguramente la actual Zacarrones.
Estos nombres, aunque no nos aclaran la procedencia de los celtíberos, al menos nos indican que los celtas que llegaron a España, pertenecían a una fase antigua de su cultura, el período Hallstático, que podemos llamar protocelta, cuando aún se empleaba una modalidad arcaica de la lengua celta.

(Extraído del libro de Joaquín Caridad Arias “Cultos y divinidades de la Galicia Preromana, a través de la toponimia”.)
Caridad Arias, Joaquín
Caridad Arias, Joaquín


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