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Esa gente con piel de salitre y el temporal

sábado, 04 de febrero de 2017
Esa gente con piel de salitre y el temporal Esta noche cayó el diluvio y Eolo se enfureció con nosotros a toda mecha, mientras nubeiros y tronantes se asomaban a la cumbre del San Marcos para enviar rayos y truenos. Nadie de la mitología climatológica faltó a la cita con un temporal sobradamente anunciado. A pesar de ello, aún al atardecer de ayer veías barcos bailando sobre olas de diez metros y percebeiros aferrados a las rocas muxíanas mientras venían… e intentando capturar percebes cuando se iban. Porque las olas son como los temporales, vienen y se van.

Como el sol nos está enviando una y otra raioliña, en este momento, supongo que el temporal de esta noche va camino de otros lares ibéricos, para seguir tirando árboles, levantando tejados mal construidos, dejando sin luz a los pueblos para que ahorren energía y haciendo todo el daño que le apetece al muy cabrón.

Pero yo te invito a pensar en que estas cosas sucedieron siempre y no son fruto del cambio climático, que otras relacionadas con el tiempo sí lo son. Lo de esta semana no llega ni a la categoría de galerna, es solo una sucesión de borrascas como ocurre todos los inviernos en Galicia.

Esto, mi gente, es lo normal que pase en el mes de febrero, por eso mis viejos le apellidan “O Tolo”. Lo anormal es estar como estuvimos en enero a 20 grados y paseando tan tranquilos por la playa, con el torso desnudo.

Para algunos mariñeiros de esos que tienen la piel de salitre capear el temporal va en la locura de sus faenas, que a mar revuelto ganancia de pescadores. Para unos cuantos atletas del percebe, saltimbanquis de acantilado, estos vientos, estas lluvias y estas tormentas son como el pan de cada día, que dice mi amigo Juan…

—- La mala ola es la que no se deja ver.

Si te cuento todo esto es porque algunas personas, de esas que se dedican a la política y al periodismo de salón, pusieron el grito en el cielo porque algunos mariñeiros y algunos percebeiros no hacen caso de las alertas, ni siquiera cuando son rojas como hoy.

Y fíjate en un detalle, son escasos los percances que se producen en la mar cuando hay temporal. La Muerte elige muchas más veces la buena mar para llevarse en su barca negra a quien caprichosamente elige.

A los sabiondos del tiempo yo quiero decirles que a mí, quienes mejor me alertan, son aquellos que llevan toda una vida jugándose el tipo para comer, no dictando pronósticos desde los despachos y con el ya caduco Meteosat a la vista. Es decir, que cuando quiero saber de verdad como viene el asunto meteorológico, llamo a mis amigos de Fisterra y sé lo que me espera al día siguiente.

Y con Trump en la Casa Blanca, un loquillo bajito en el Kremlin, y cientos de iluminados matando por los desiertos no me va a asustar a mí un mar con “forsa nove”. Y muchos menos a quienes como te decía, ya tienen la piel de salitre.

Dicho sea todo lo anterior con todos mis respetos para los científicos que nos anuncian de que manera nos vamos a mojar.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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