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La guerra y la paz

lunes, 09 de enero de 2017
“La paz se entiende como un estado de bienestar que permita desarrollar capacidades y conquistar sueños”, fueron las palabras del Presidente colombiano en referencia al largo proceso de conversaciones que ha culminado con la firma del Acuerdo de Paz con las FARC. Reconoció también que la construcción de la paz será una tarea aún más difícil que afrontar una guerra.

Estas reflexiones fueron parte del discurso del Presidente colombiano Juan Manuel Santos al recibir el premio Nueva Economía Fórum de manos de Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno de España, en el acto que tuvo lugar en el emblemático Teatro Real de Madrid.

Entregados a mediados de pasado mes de diciembre, como cada año, los premios que anualmente otorga la organización privada Nueva Economía Fórum, presidida por José Luis Rodríguez, son un reconocimiento al trabajo colectivo encarnado en diversas personalidades mundiales. Entre los premiados en las ediciones anteriores se encuentran Ban Kí-moon en representación de las Naciones Unidas, Ángela Merkel y Lula da Silva.

El año pasado, por sus esfuerzos en la construcción por la paz, los premios han mirado el horizonte colombiano, porque como es de público conocimiento, Juan Manuel Santos, en representación del pueblo colombiano, también fue reconocido con el premio Nobel de la Paz concedido por la Academia Sueca. En el 2017 se presenta un desafío mayor, construir la paz.

Hace años era impensable imaginar un escenario como el actual, por ello nos retrotraemos al año 2012, en el cual realizamos una entrevista para un diario peruano al escritor colombiano Santiago Gamboa. Las preguntas tenían, como es lógico, un carácter literario pero antes de finalizar la entrevista le preguntamos sí vislumbraba un final en el conflicto interno colombiano y nos respondió que aunque se mantenía en secreto se sabía que habían conversaciones entre el gobierno y la guerrilla.

En aquel momento aquella clarividente respuesta nos sorprendió y cuando fue publicada pasó desapercibida porque aludía a un hecho que aunque factible parecía muy lejano. La posibilidad abierta del cese del conflicto a esas instancias prematuras dejaba cierto sinsabor por la lejanía en la que se encontraba el objetivo final, que era la finalización de un conflicto de larguísima duración. En términos literarios parecía dejar expuesto el nudo sin desenlace final que lo esclarezca.

Conforme pasó el tiempo la solitaria mención comenzaba a cobrar forma, en los medios de comunicación internacionales se empezaba a hablar del tema y ya los titulares aludían unas conversaciones con sede en La Habana y más adelante hasta referían un final pactado del conflicto. Hoy en día, con referéndum y renegociación del Pacto incluidos, la firma de la paz es una realidad que empieza a ver la luz.

No fueron cien años de soledad pero si fue más de medio siglo de conflicto armado interno enquistado en la agreste geografía colombiana como epicentro y extrapolado a la urbe, que causó mucho sufrimiento, con miles de víctimas y con una dinámica de violencia que integró muchos frentes y originó la migración forzosa de muchas familias, entre otras nefastas consecuencias. A través del proceso de paz, este largo episodio de conflicto interno, que representa también un vestigio de la guerra fría, llegaba a su fin de manera pacífica, es decir con el dialogo y el entendimiento de la razón antes que de la fuerza ciega del fusil, y aunque hay quienes aun no están muy convencidos, esta firma representa un triunfo de la voluntad por la paz consensuada en pro de un futuro venidero que cambie la destrucción por la construcción y el dolor por la esperanza.

Es importante destacar que la paz no solo beneficia al pueblo colombiano, sino beneficia también a los países vecinos, y en general a la región entera. Gran parte de Latinoamérica convive con una inseguridad estructural de compleja solución, pero con procesos como este se instala un importante precedente de paz, que es definitivamente el camino a seguir.

Una vez acabada la guerra interna, para el pueblo colombiano se presenta un desafío mayor, apuntalar la paz. El gobierno central tendrá que cambiar una estrategia militar por una estrategia política y social inclusiva.

El mandatario colombiano mencionó en su discurso que el siguiente paso a seguir es la construcción de la paz y para ello será necesario brindar empleos dignos, educación y alternativas laborales, techo con servicios públicos y acceso a la salud para los sectores más desfavorecidos. Esa visión se hace necesaria e imprescindible porque la paz empieza, sin duda, reduciendo los niveles de desigualdad de gran parte de la población. Este será un esfuerzo compartido de muchos actores, por su parte, la Unión Europea, con España como socio en el Parlamento Europeo, implementará un presupuesto para programas que reactiven en diversas áreas el territorio otrora campo de batalla.

Trabajar por la paz, sin duda, es un enfoque que debe extrapolarse a otros países de la región donde la inequidad ha generado en el pasado muchos conflictos que felizmente han sido conjurados pero que siempre están latentes de renacer si no se brindan oportunidades a la población. El estado de bienestar, a diferencia de algunos países europeos donde éste se reduce, en América latina debe tener su espacio ahora que algunos países como Colombia, Chile, Perú y México tienen sus dinámicas economías en franco crecimiento. Es un esfuerzo que no será fácil porque sí se prioriza el área macro económica sin contar con la mayoría de la población, los fantasmas del pasado pueden aparecer. Desde nuestro punto de vista, la clave puede ser trabajar en la educación y propiciar la cultura, porque frente a una globalización que todo lo vuelve homogéneo, los múltiples rostros de la diversidad cultural pueden crear un ambiente de respeto y paz que cohesione las sociedades en busca de un fin común a todos, la prosperidad tutelada por la paz.

Sí este capítulo de la historia contemporánea colombiana se cierra porque el epílogo de la paz desanuda la violencia, entonces una próxima etapa se abre con el camino de la concordia. En el siglo XIX, el escritor ruso León Tolstói escribió el monumental libro “Guerra y paz”. Hoy en día, Colombia, entrando de lleno al siglo XXI, tiene la oportunidad de reescribir su propia versión de una guerra que se ubique anclada definitivamente en el pasado y una paz que se instale en el horizonte, al amparo de los paisajes y personajes que representan el carácter colombiano que tan bien describieron García Márquez, Álvaro Mutis y pos supuesto, Santiago Gamboa.
Castañeda, Juan Manuel
Castañeda, Juan Manuel


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