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Mi Buenos Aires querido

lunes, 21 de noviembre de 2016
Desde San Martín, esquina a Corrientes y a Lavalle el corazón de Buenos Aires, con sello Melia, escribo unas Mi Buenos Aires queridolíneas un poco sorprendido por lo que veo. Llevaba muchos años sin venir a Argentina‎ y mi estupor ha sido encontrar una ciudad que se resiste a salir a los tiempos del tango, del francouruguayo, el inmortal Carlos Gardel. La zona del Obelisco no ha cambiado de estética, per se ha visiblemente envejecido, se ven edificios a los les falta ser remozados y urge una limpieza de fachadas. Macri el flamante Presidente debería emprender lo que el General Degaulle encargo a Andre Malraux, un saneamiento integral. Se ven desconchones y grietas. Los antiguos cafés y librerías se han sustituido por comida rápida e incluso en Lavalle han surgido dos teatros templos protestantes con denominaciones tipo Halloween! Se ve que Buenos Aires ha seguido la deriva norteamericana de empobrecer los centros, el down town y relegar buenas viviendas y centros comerciales a las afueras. La retórica del peronismo de Kirschner y esposa no ha sentado bien a esta ciudad un poco empobrecida y deteriorada. Recuerda a la España de cuéntame como paso y su mítico barrio de San Jenaro. El aeropuerto de Eceiza es muy modesto, hay una parte nueva, pero la impresión para quien llega de Europa deja mucho que desear. Es como si el tiempo repleto de retórica no hubiera utilizado la brocha y en cincel para embellecerse. Se ve mucha presencia comercial española Santandes, BBVA y Telefónica por todas partes. Zara y Mango no han impregnado a estas zonas céntricas. Ayer a veces creía ver al añorado Landa o a Martínez Soria por las calles, que algunas son peatonales. Sin embargo el bullicio de la gente, la simpatía quejumbrosa de los argentinos convierte a esta ciudad en un Napoles o en una Valencia de antes de Rita Barbera y Zaplana, con encanto desvencijado o un Barrio Alto de Lisboa. Aquí si se vive la nostalgia del tango de la época del esplendor argentino en su belle epoque de comienzos del siglo veinte que atrajo a emigrantes de toda Europa y de Turquía, sobre todo gallegos y asturianos, calabreses y campanos. Luego llegarían los tiempos larguísimos del peronismo, con un Peron que se soñaba Mussolini y su justicialismo con su cristianismo y sus piqueteros. Buenos Aires se inmortalizó en sus tangos, en sus deportistas, que ya desde el extranjero extienden una insatisfacción y un añorar tiempos mejores, pero para un asturano sienpre quedará en el recuerdo "mi Buenos Aires querido".
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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