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La agonía del Divino Pedro

lunes, 31 de octubre de 2016
Quien haya tenido la paciencia de leer mis artículos o revisar alguno de mis cuatros libros dedicados a la Sinfonía española, que va a estar accesible en la Biblioteca Virtual de Galicia Digital,‎ conoce al dedillo las peripecias del Divino Pedro y su imparable marcha hacia La Moncloa, sus desvelos y quebrantos, sus ansias irreprimibles de gloria y sus permanentes acertijos, que lo convierten en un thriller viviente y en un maestro del suspense. Se sabe una estrella mediática, las cámaras le buscan y los periodistas le asedian. Como al Divino Calvo, reflexiona en Pozuelo, sin ningún empacho con la comparación, le han sido fatales también sus idus de marzo, en su caso de octubre, en que los conjurados lo apuñalaron sin piedad, sus Brutos particulares aquellos que se arrodillaban suspirantes ante él pidiendo, soñando en cargos y regalías, le daban ahora la espalda y querían arrojarlo a los perros famélicos en busca de un nuevo amo, que les proporcionará un suculento hueso.
La agonía del Divino Pedro
En su delirio de maratoniano que se desfonda a medio kilómetro de la meta cuando viajaba destacado, serían piensa el Divino Pedro, huesos de Santo. No es dado en religiones pero durante su periplo americano, en Disneylandia, ha releído el martirologio de un libro que encontró en la Cuesta de Moyano, que le había llamado la atención por las imágenes un poca burdas de las afligidas doncellas como Santa Cecilia e Inés sometidas a bárbaro suplicio y recreaba cuando cerraba los ojos a los verdugos,a veces con cara de Hernando o de Susana y sus malvados andaluces, de nada le servía los mensajes de su fiel, aún, escudero Luena, que le daba ánimos. Comprendía al Papa Francisco y su Cristo crucificado. Interiorizaba que le había llegado la hora de la agonía, de apagar sus desatadas ansias, pero como estrella mediática, preparaba una traca final digna del éxtasis que había vivido durante dos años frenéticos. Una rueda de prensa, con toda la prensa rosa de la política, sus adoradas Cuatro y Sexta y una cita en Salvados para poder entrar dignamente, cual traca fallera, en la pequeña historia del Panteón de las ilusiones perdidas, de los sueños irrefrenables convertidos en dolorosas pesadillas. Como siempre había sabido crear la atmósfera, que tanto le gusta de suspense, de incertidumbre y por si acaso pensaba en apuntarse a un Máster sobre el Ave Fénix, ese pájaro mítico que renace de sus cenizas. Le vino a la mente antes de comenzar su conferencia de prensa un aria de La Traviata, la de los delirios, y se hizo el silencio mientras los fotógrafos lo asaeteaban.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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