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Mercado Medieval de Alfoz (II)

viernes, 09 de septiembre de 2016
Es obligado hablar del Mariscal don Pedro Pardo de Cela que, como todos sabéis, fue un caballero medieval de la Baja Edad Media, nombrado mariscal por Enrique IV, y que estaba casado con doña Isabel de Castro, hija de los Condes de Lemos.

Pardo de Cela, que señoreaba un extenso territorio de la antigua provincia de Mondoñedo, se enfrentó al Gobernador Fernando de Acuña y a la Hermandad y tropas mercenarias castellanas que dirigía para doblegar a la nobleza gallega, y perdió la partida después de una resistencia heroica. Todo ello sucedía en un escenario político donde primaban las intrigas sucesorias, el poder de los señores feudales y de los obispos, y las revueltas campesinas.

Se trata sin duda de alguien que la leyenda ha convertido en un personaje romántico, con las luces y sombras propias de un señor feudal, y que algunos han llegado incluso a considerar como un defensor de la soberanía del reino de Galicia frente al centralismo de los Reyes Católicos. En fin, una vida digna de ser novelada y llevada al cine.

Mención especial merece la Revuelta Irmandiña, una lucha contra los abusos de los señores feudales, comparable en algunos aspectos a la Revolución Francesa o a la Revolución Bolchevique, salvando las distancias en lo que se refiere a la población implicada, su duración y las consecuencias.

La vida de Pardo de Cela (1425 - 1483) transcurre en un período de la Baja Edad Media en el que tienen lugar hechos de especial relevancia: Entre 1467 y 1469 tiene lugar en Galicia la Revuelta Irmandiña. En 1469 Isabel de Castilla se casa con Fernando de Aragón. En 1474, Isabel se corona reina de Castilla y su marido Fernando rey consorte. En 1476 la guerra sucesoria por la corona de Castilla, entre Isabel y Juana la Beltraneja, se decanta a favor de los Reyes Católicos en la batalla de Toro. Y en1480 se inicia la reconquista del reino de Granada.

En las Cortes de Madrigal, de 1476, fue constituida la Santa Hermandad de los pueblos, destinada a conservar la paz y el orden en los caminos del reino, que llegó a Galicia en 1480. A finales de dicho año también entraron en Galicia fuerzas de invasión castellanas, al mando de don Fernando de Acuña, como Gobernador del Reino y Justicia Mayor, integradas por más de trescientas lanzas a caballo y algunos miles de infantes, todos mercenarios, y de las que era Capitán Luis Mudarra, un sanguinario morisco. Como Alcalde Mayor del Reino vino don García López de Chinchilla. Tanto la Santa Hermandad como las tropas de invasión, tenían la misión de pacificar Galicia (la Doma de Galicia) y eliminar la última resistencia a la anexión al reino de Castilla. La lucha duró tres años. La nobleza gallega fue sustituida por nobleza castellana.

Pardo de Cela, yerno del Conde de Lemos al estar casado con su hija, doña Isabel de Castro, se había convertido en un poderoso y temerario noble con importantes posesiones en tierra gallega y, además, sería el heredero natural del estado del Conde de Lemos, a la muerte de éste, lo que le convertiría en el señor feudal más importante de Galicia.

Por eso, tal vez la muerte del Mariscal fue la consecuencia directa de la represión centralista de la Hermandad y del gobernador Acuña, aunque Pardo de Cela ya se había ganado muchas enemistades locales en la villa de Viveiro y en el obispado mindoniense antes de la llegada de la Hermandad. Entre los enemigos de Pardo de Cela habría que destacar a Xoán de Viveiro, al que Enrique IV le retira la jurisdicción de Viveiro nombrando alcalde a Pedro Pardo de Cela, pero el apoyo económico y militar que los Reyes Católicos recibieron de Xoán de Viveiro fue pagado con creces a partir de la victoria en la batalla de Toro y el poder de este hombre aumentó considerablemente y consiguió que Pardo de Cela fuese depuesto de su cargo de alcalde de Viveiro. Para colmo de males, el gobernador Acuña era cuñado de Xoán de Viveiro lo que podría explicar que tuviese un especial interés en acabar con Pardo de Cela.

De lo que no cabe duda es de que Pardo de Cela debió de ser un caballero medieval de armas tomar, una especie de Cid Campeador, pero que tal vez confió demasiado en su enorme poder, que provocaría el recelo de otros señores feudales, y no midió las consecuencias de enfrentarse nada menos que a Fernando de Acuña, Gobernador y Justicia Mayor del reino de Galicia, dotado de amplios poderes por los Reyes Católicos.

Hoy parece probado que el gobernador Acuña se extralimitó en el ejercicio de la autoridad, porque las cartas reales que llevaba consigo no le facultaban para imponer la pena máxima a un caballero que era, además de hidalgo, vasallo de los reyes. Tal vez Acuña, actuando por su cuenta, quiso dar una lección al conjunto de la nobleza gallega en la persona de Pardo de Cela. Y en efecto, la dio, pero su acción tuvo consecuencias inmediatas, puesto que, pocas semanas después de la ejecución, Acuña era relevado del cargo.

En cuanto a la relación de Pardo de Cela con el obispado de Mondoñedo, se dice que el Mariscal se casó con Isabel de Castro, sobrina de Pedro Enríquez, obispo de Mondoñedo, y el obispo entregó a Pardo de Cela, como dote de boda, todas las rentas del obispado, incluyendo el castillo de A Frouxeira. Los obispos sucesores de Pedro Enríquez reclamarían a Pedro Pardo de Cela la devolución de la dote de su esposa. El corregidor de la ciudad falló a favor del obispado de Mondoñedo y ordenó su devolución, a lo que Pedro Pardo se negó rotundamente.

Otra versión dice que la mujer del mariscal no era sobrina del obispo Pedro Enríquez sino su prima, y que ya era una mujer viuda y que hubo ninguna dote matrimonial del obispo Pedro Enríquez a su pariente Isabel de Castro. Además, el testamento del Mariscal, encontrado en 2011, da a entender que su relación con la Iglesia de Mondoñedo no era "difícil", "sólo con algunos clérigos", porque contiene devoluciones de bienes a la Iglesia.

En el asedio de A Frouxeira, tras reiterados fracasos militares ante la heroica resistencia de Pardo de Cela, Mudarra contactó con vasallos del Mariscal dudosos del resultado final de la guerra, a los que les ofreció un gran tesoro y el perdón por su rebeldía. Los desleales vasallos, Roi Cofano do Valadouro y los 22 guerreros que guardaban la fortaleza, abrieron las puertas del castillo de A Frouxeira a los castellanos aprovechando la estancia de Pardo de Cela en el castillo de Castrodouro, donde el mariscal estaba visitando al leal Señor Pedro de Miranda. De vuelta a A Frouxeira el 7 de diciembre de 1483, el ejército de Mudarra apresó por sorpresa en el salón del castillo al Mariscal, a su hijo y a Don Pedro de Miranda. Otra versión dice que el 23 de septiembre de 1483 Pardo de Cela fue capturado en la casa de Fonsa Yáñez, en Castrodouro.

El Mariscal fue llevado a la ciudad de Mondoñedo, donde sería ejecutado junto con Pedro de Miranda.

La mujer del Mariscal en una audiencia con su prima, la Reina Isabel, consigue el indulto para los nobles gallegos condenados a muerte. De regreso a Mondoñedo, poco antes de la ejecución del mariscal, fue entretenida en el puente de O Pasatempo (Puente de Ruzos) por los secuaces del Obispo de Mondoñedo, Fadrique de Guzmán, que querían interceptar el indulto. Al mismo tiempo, el Obispo, ordenó apurar la ejecución que tuvo lugar el 17 de diciembre de 1483 en la Plaza de la Catedral. Cuenta la leyenda que la cabeza del Mariscal fue rodando hasta la puerta de la Catedral mientras gritaba: "Credo, Credo, Credo". Otra versión de la leyenda dice que las palabras que gritaba la cabeza del Mariscal eran: "Clero, Clero, Clero" protestando contra la injusticia que estos hacían llevando a cabo su ejecución.

El trágico final de Pardo de Cela y la supuesta traición de sus criados le convirtió en un personaje legendario. Prueba de ello es el bello romance popular "Pranto da Frouseira":

A min chaman Todomira,
señora do gran tesouro;
por estrela crarecida
xago neste Valedouro.

Mais treidor foi que un mour
o vilán que me vendeo
que de Lugo a Ribadeo
todos me tiñan temor.

De min, a triste Frouxeira
que por treizón foi vendida
derribada na ribeira,
que xamais se veo vencida.

Por treizón tamén vendido
Xesús noso Redentor,
e por aquestes treidores
Pero Pardo, meu señor.

Vintedous foron chamados
os que vendido lo han,
non por fame de sustento,
de carne, viño nin pan.

Nin por outro menester
que falsean de bondade
senón por súa vilancia
e mais por mala intención.

Eles quedan por treidores
e o seu amo por leal,
pois os reis á súa filla
as súas terras mandan dar.

A Deus darán conta delo,
que lles queira perdoar,
co que acabou a Frouxeira
e a vida do Mariscal.

En estos días en que, con motivo del Brexit, tanto se ha hablado de los mercados financieros, tengo que decir que a mí los únicos mercados que me preocupan son el Mercado de Ferreira y el Mercado Medieval de Alfoz. ¡Qué duren muchos años! Gracias por vuestra atención, a disfrutar del mercado medieval y que los que habéis venido a visitarnos os llevéis un buen recuerdo de esta hermosa tierra."

(Segunda parte del Pregón del XVIII Mercado Medieval de Alfoz, pronunciado por Antonio Paz Palmeiro)
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


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