Después de las entrevistas de Mariano Rajoy con Albert Rivera y Pedro Sánchez sigue la incertidumbre ante la investidura del nuevo gobierno. Está claro el rechazo que suscitan tanto Rajoy como el Partido Popular por parte de Ciudadanos y del Partido Socialista Obrero Español.
En Rivera se ha visto el gesto de hastío y se ha leído casi la repugnancia que les causa al integerrimo Albert y a su Ejecutiva tener que renunciar al veto absoluto y decantarse por una abstención en segunda votación, argumentando un sentido de responsabilidad que les hace elegir entre lo malo y lo peor, formados detrás de su líder muy serios, hieráticos y solemnes como si se tratará de justificar la dureza de una pena de muerte. Mejor en la forma, al menos en el saludo estuvo Sánchez, aunque en el fondo su NO fuera rotundo y además tratando de marcar los deberes a Rajoy, que convenza a sus afines y permitiéndose una ambigüedad calculada con recursos a frases como "al día hoy" y a que "el partido socialista será parte de la solucion" para evitar unas terceras elecciones.No aclarando ante las repetidas preguntas de los periodistas si piensa presentar su candidatura en caso de fracaso de Rajoy, dejando la puerta abierta a una solución inesperada.Para mi esta claro y meridiano, es evidente que tanto Pedro como Albert están buscando "el resquicio" para que se forme un gobierno de cambio y de progreso según la jerga política o mantra del momento.Albert no se encuentra a gusto con Mariano,que le impide disfrutar de su refinada venganza contra la gran burguesía española a la que siente responsable de la corrupcion,del compadreo y del capitalismo de amiguetes, esta convencido de ser el cirujano de hierro que puede extirpar el tumor maligno que aqueja a la sociedad española, es una vivencia orteguiana intensa y un deleite irresistible por infringir una severa corrección a los malos. Pedro, en este rigodon cortesano, no renuncia a ser Presidente, a medida que se aleja el fatídico 26J, no quiere dejar pasar la oportunidad de saborear las mieles del poder, intuye que es su última oportunidad, de hacer tragar el gran sapo a sus barones de pactar con los independentistas, que son los que le darían los votos necesarios para la ansiada investidura en una última y arriesgadisima canasta en el último segundo a reloj parado. Abrazándose a un Podemos, en que Pablo Iglesias adopta poses de perro apaleado y por ello renunciando a su arrogancia, desparpajo y altanería habitual, que le hace moderar su verborrea acostumbrada tan temida por el líder socialista a quien consigue siempre desconcertar y dejar noqueado por al menos un par de días. Albert, Alberto en la meseta y Pedro estan buscando "el resquicio" para evitar que el Partido Popular forme gobierno. Saben que tienen enfrente a la opinión pública y publicada que no entenderían esta pirueta de los dos partidos derrotados en las elecciones de junio y que manifiestan un creciente hartazgo ante el tacticismo, el postureo de estos políticos ambiciosos y de miras cortas.Nos encontramos ante pasiones que se quieren ser de Shakespeare, por su pretendida grandeza de miras, pero que pertenecen a la comedia de enredos en que Albert no quiere renunciar a ese delicioso néctar de la venganza, del ajuste de cuentas que meditaba cuando era empleado de La Caixa y veía los tejemanejes del mundillo podrido del dinero. A Pedro la ambición le puede, desea montarse en ese último tren, aunque sea de forma vergonzante en el vagón de cola, el Si yo fuera rey, del violinista en el tejado no le deja reposar y busca desesperadamente sacando lustre a su menguado ingenio un resquicio para conseguir su ansiada meta, así como Albert no cejara por hacer beber el aceite de ricino a los dueños del vapor. Venganza y Ambición son las pasiones desatadas en este tórrido verano del año 2016, en que una vez más las bicicletas no son para el verano.
