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Almanzor y el anciano fraile

martes, 12 de julio de 2016
Allá por el año 997 entró el gran jefe moro Almanzor en Santiago de Compostela. Pretendía destruir el mayor santuario de los cristianos ibéricos, donde estos templaban la fortaleza de sus almas en la lucha heroica que sostenían para la reconquista de la tierra avasallada por los mahometanos.

Almanzor arrasó la ciudad y el templo sin la más pequeña lucha porque, al saberse la próxima llegada de los temibles enemigos, toda la gente había dejado vacías casas y calles. Como señalada muestra de su triunfo, el caudillo moro hizo llevar a Córdoba, a hombros de los cautivos cristianos vencidos, las campanas de la sede compostelana, que sirvieron de lámparas en la mezquita hasta que, recobrada aquella ciudad, volvieron a hombros de esclavos musulmanes a la catedral gallega.

Pero un episodio relata la leyenda que debió ser cierto; porque el expedicionario respetaría el sepulcro del santo Apóstol, que se halló intacto.

Dícese que cuando entró Almanzor en la catedral y llegó hasta el túmulo del Apóstol, estaba arrodillado ante éI, orando, un anciano fraile, única persona viva que había visto en toda la ciudad. Hay quien supone que el tal fraile era el obispo de Iria, Pedro de Mezonzo.

Almanzor no se sabe si por respeto al viejo o por temor al poder sobrenatural del santo Apóstol ante cuyo sepulcro estaba, no osó tocar ni hacer daño alguno ni al sarcófago ni al fraile y se retiro de allí silenciosamente, aunque no tuvo el mismo respecto para el resto del templo, que fue destruido.

(Santiago Lorenzo Sueiro es Presidente de Alianzagalega).
Lorenzo Sueiro, Santiago
Lorenzo Sueiro, Santiago


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