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Corral de comedias

lunes, 16 de mayo de 2016
Así se llamaba en el siglo XVI al teatro público instalado en los patios y corrales interiores que separaban los edificios en las principales ciudades españolas y que tan arraigado estaba en nuestra cultura popular, un estilo que parecía haber sido definitivamente superado en el teatro moderno y olvidado en la noche de los tiempos. Nada más lejos de la realidad. Dicho modelo de representación teatral sigue absolutamente vigente, si bien ha sido trasladada al Parlamento Nacional, lugar elegido por lo más destacados titiriteros españoles para representar sus esperpénticas parodias.

En efecto, el Hemiciclo ha dejado de ser, durante esta breve legislatura ya concluida, una cámara de representación popular para convertirse en una vulgar cámara de representación teatral, en la que los líderes de los partidos representados en la misma han estado ejerciendo de bufones a tiempo parcial y de canallas a tiempo completo, primando siempre sus propios intereses y el de sus partidos antes que los intereses generales de los españoles, dando una clara muestra de que no se representan más que a si mismos e ignorando el fin último para el que han sido llevados a ese parlamento, que no es otro que la defensa de los intereses del pueblo español.

El pasado 20D, los españoles hemos votado, libre y democráticamente, la configuración parlamentaria que nos ha parecido más conveniente y, después de 4 meses de bochornosa inactividad y pantomima política, la voluntad popular ha sido menospreciada y finalmente burlada por los cargos electos, en un alarde antidemocrático sin precedentes, transmitiendo el mensaje inequívoco de que los ciudadanos nos habíamos equivocado en el citado plebiscito y que, por lo tanto, es necesario votar de nuevo, supongo que para elegir por fin un Parlamento que convenga a las expectativas electorales y a las ambiciones de sus respectivas señorías, al gusto de la clase política aunque no refleje la pluralidad ideológica del pueblo español.

Concluido, por tanto, el primer acto seguiremos con la representación teatral, esta vez en el exterior, durante la campaña electoral, con sus mentiras y consabidas falsas promesas, hasta el definitivo tercer acto, con un nuevo Parlamento y espero que, para disgusto de la casta, éste vuelva a tener una composición similar al del la anterior legislatura, esperando por tanto que tenga lugar la misma farsa democrática y la misma impotencia política de la que adolecen unos representantes que están muy legos de dignificar a las instituciones que ocupan y a los ciudadanos a los que dicen representar.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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