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Una pesadilla donde los libros duermen

jueves, 07 de abril de 2016
La primera vez que entré en la biblioteca pública de Durham pensé que me gustaría trabajar allí. Con enormes ventanales, espaciosa, rodeada de libros bien ordenados, en contacto ameno con los lectores, fuente inagotable de historias que contar… A los quince minutos pensé que quizá no era tan buena idea. En ese intervalo de tiempo la mujer sentada al otro lado del escritorio validó la devolución de un ejemplar, corrió escaleras abajo para resolver un atasco en la impresora, despertó en el camino de vuelta a un hombre dormido sobre la mesa, repuso la bolsa de una papelera, atendió una llamada, cobró una penalización por una entrega tardía y sirvió un café con pastas (sí, en la biblioteca hay una máquina en la que el café es más barato que en cualquier otra cafetería de la ciudad).

Casi 8.000 trabajos en bibliotecas de Reino Unido se han destruido en los últimos seis años. De 31.977 empleados en 2010 a 24.044 en la actualidad, un cuarto del total se ha ido a la calle. En ese mismo período, más de 15.000 voluntarios han entrado a ‘ayudar’. Es un estudio elaborado y publicado por la BBC, donde revelan que 343 bibliotecas del país han cerrado. Una pesadilla en el lugar donde los libros duermen.

«No hay precedentes», señala Ian Anstice, un bibliotecario que dirige la web de noticias sobre bibliotecas públicas. «Los ayuntamientos han aprendido pronto lo impopular que resultaba cerrar bibliotecas, así que han tenido que cortar el servicio de otra manera, menos obvia: redujeron el horario de apertura, el dinero para libros, el mantenimiento y la plantilla» [Councils learnt early on how unpopular simply closing libraries is so they have had to cut the vital service in other, less obvious ways. It can come across in many forms: reduced opening hours, reduced book fund, reduced maintenance and reduced staffing].

El autor Phillip Pullman analiza el papel que juega el voluntariado en esta crisis. «Estoy a favor del voluntariado, pero apoyarse en voluntarios para dar un servicio que debería ser reglamentario no es una buena política. ¿Qué será lo próximo? ¿Vamos a apoyarnos en profesores voluntarios porque no podemos encontrar profesores nuevos porque la plantilla se hunde en todos los niveles en el colegio?» [I am in favour of volunteering but relying on volunteers to provide a service that ought to be statutory is not a good policy. What next? Are we going to rely on volunteer teachers because we can’t find new teachers because all the staffing levels in schools are going down?]

Escocia es la única región que ha amortiguado la tendencia y allí solo se han ido a la calle 99 de los 3.515 trabajadores en bibliotecas públicas, un 3%. En Irlanda del Norte el porcentaje alcanza el 21%.

Una portavoz del Departamento de Cultura declaró a la BBC: «Las bibliotecas son la piedra angular de sus comunidades y son parte del tejido de nuestra sociedad, así que es vital que continúen para innovar y responder a las demandas cambiantes de aquellos a los que sirven» [Libraries are cornerstones of their communities and are part of the fabric of our society, so it’s vital they continue to innovate in order to meet the changing demands of those they serve]. Me inquieta pensar a qué se referirá esta portavoz con ‘innovar’. Quizá esa maravillosa innovación implica un matiz milagroso y bíblico a la altura de la multiplicación de los panes y los peces, pero en versión laboral. Allí donde trabajaban cuatro, trabajará uno solo y, sin superpoderes, asumirá todas las funciones existentes y todas cuantas más se nos ocurran. ¡Viva!
Rodríguez Peña, Lucía
Rodríguez Peña, Lucía


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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